Alexander observó aquel cambio tan abrupto en el rostro de su esposa, con rapidez la estrechó con fuerza y buscó con su ensombrecida mirada hacia el hombre que había señalado.
Agitó con rapidez una de sus manos, y en instantes el personal se acercó a ellos para investigar lo que ocurría, entonces Alexander sintió como el cuerpo de su esposa perdió fuerzas, desmayándose.
— ¡Madison! —exclamó con preocupación.
Uno de los hombres de su seguridad solicitó atención médica a la plaza.
—¡Mami! —ambos pequeños se abrazaron con fuerza al verla sin moverse.
Antes de que el personal médico llegara, la chica recuperó la consciencia, parpadeando con pesadez.
—No te mueves —Alexander solicitó.
— ¿Qué me pasó? —cuestionó.
—Te desvaneciste.
Sacudió su rostro y poco a poco se enderezó, miró a su alrededor.
—Ese hombre estaba aquí —comentó con voz temblorosa.
—Tranquila —Alexander acarició su mejilla—, ese sujeto está muerto —enfatizó—, confundiste a un cliente con él, tu mente te está jugando malas pasadas.
Dirigió su mirada hacia los niños y al verlos asustados, los abrazó.
—Mamá está bien —habló sintiéndose mejor—. Será mejor que nos vayamos —solicitó.
—No hemos comido nada —Noah dijo.
Alexander sonrió.
—Pidamos una pizza y nos vamos.
—Sí. —Ambos niños celebraron.
— ¿Quieres darle un abrazo al señor pato? —cuestionó Liam—, desde que lo tengo él me cuida mucho —manifestó. — ¿Y si le compramos uno a mamá? —cuestionó.
Alexander se acercó a Madison.
— ¿No te conformas con abrazarme a mí? —cuestionó.
Ambos niños fruncieron el ceño al ver que él le dio un beso en los labios.
—Wakala —dijo Noah—, nunca voy a dar besos así.
—Ni yo —mencionó Liam—, lo más que puedo es dar un abrazo, pero no besos.
—Hora de comer —Alexander repartió una rebanada de pizza a cada uno—. Come un poco —solicitó a Madison acercando un trozo a sus labios.
***
Justo cuando salía del bus, Aliso guardó el libro que llevaba, se inclinó a recoger un billete que se le cayó, entonces distinguió que alguien se acercó a ayudarla.
—Gracias —dijo y se dio cuenta que se trataba de Mike.
—Hola —el joven sonrió con calidez.
La chica colocó el gorro de su chamarra y siguió su camino.
— ¿Cuánto tiempo haces de camino? —preguntó.
—Casi una hora y media.
Mike se sorprendió al escucharla.
—Lamento no haberte podido acompañar al bús.
—No te preocupes, yo puedo hacerlo sola, además que no es tu obligación.
El joven se sorprendió al escuchar su respuesta, algo cortante.
— ¿Estás molesta? —preguntó.
—No —contestó con rapidez. — ¿Qué tal tu cena? —cuestionó con curiosidad.
—Tranquila —respondió—, María tiene una gran imaginación, es muy ocurrente.
Alison sonrió al pensar en ella.
—Es verdad, es una niña muy especial —declaró—. También Isabella es una buena mujer —indicó con honestidad y prosiguió su caminar.
—Sí, me alegra haber podido ayudarlas.
Mientras caminaban ambos saludaron a varias personas que transitaban por las heladas calles.
—Te has ganado el cariño de las personas que acuden al comedor.
—No más que tú —expresó Alison mientras subían las escaleras para llegar al comedor— . Hoy tenemos una celebración en el grupo de apoyo, ¿vas a ir? —cuestionó.
—¿Qué se celebra?
—Hoy finalizan sus sesiones el señor Ru —dijo.
Alison ladeó los labios.
—Me alegra por él —mencionó con sinceridad—, espero que no vuelva a beber. —Sus dientes tiritaron de manera involuntaria ante el frió.
Acomodó su mandil y se acercó a la barra en donde solía atender a las personas, Mike ladeó los labios, al verla sonreír cuando se acercó la mujer adulta mayor y le dejó un pequeño monedero.
Horas más tarde.
—Te traje un poco de té —expresó Alexander a su esposa.
—Gracias —respondió ella.
—Hablé hace un rato con el señor Smith, está fuera del país. Se enteró de lo ocurrido, te envía sus saludos, espera que te recuperes pronto para que puedas retomar tus actividades, sino me pongo a las vivas con él, casi podría jurar que estaba dispuesto a ofrecerte trabajo.
Madison no pudo evitar reír.
— ¿Cómo piensas retenerme? —indagó.
—Le dije que te acabamos de subir el salario, además que puedes hacer lo que quieras ahí. —Guiñó un ojo y encendió el clima.
—Vaya que tienes artimañas para evitar que me cambie de trabajo —bromeó.
—No pienso soltarte tan fácilmente. —Se quedó pensativo.
— ¿Qué ocurre? —cuestionó ella.
—Me comentó que Alison sufrió un terrible accidente hace unos meses, casi pierde la vida. Después de que se recuperó fue sentenciada por el estado a hacer labor social y a ingresar a un grupo de ayuda.
Madison abrió los ojos de par en par.
— ¿Crees que eso la ha hecho cambiar tanto?
—Probablemente —narró—, su padre dice que el ver a personas con mayores necesidades que ella, le cambió el corazón —explicó—, eso me hizo pensar en nuestra familia, nunca he hecho nada especial por los demás, solo donativos, pero no me involucrado, no me gustaría que nuestro hijos crecieran sin pensar en los demás.
Madison se llenó de gran orgullo al escucharlo.
—Me gustaría colaborar con lo que sea que estás pensando, ayudar a los demás, te hace ser una mejor persona, no por el hecho de dar, sino porque recibes más de las personas humildes.
Tomó su móvil y le marcó a Alison.
—Hola, ¿cómo estás? —cuestionó Alexander.
—Parece que te invoqué con mi pensamiento —respondió ella.
— ¿Ocurre algo? —miró a Madison con preocupación.
—Sí —Alison respondió—, anunciaron que azotará una tormenta en la ciudad y estamos intentando convertir el comedor en un refugio temporal, hay muchas personas que no tienen en donde dormir, por desgracia no me he podido contactar con mi papá, y tengo congeladas mis tarjetas, ¿me pueden apoyar?
—Cuenta con nosotros, solicitaré apoyo para hacer llegar lo más que pueda —indicó—. Cuidate mucho, por favor, manténnos al tanto de la situación.
—Necesitamos ayudarlos. —Madison se puso de pie en el acto.
Alexander abrió los ojos de par en par, al ver aquel cambio en su actitud al pensar en ayudar a otros, entonces se dio cuenta que eso podría ayudarla más.

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