Herederos para el Enfermo CEO romance Capítulo 73

Alexander observó aquel cambio tan abrupto en el rostro de su esposa, con rapidez la estrechó con fuerza y buscó con su ensombrecida mirada hacia el hombre que había señalado.

Agitó con rapidez una de sus manos, y en instantes el personal se acercó a ellos para investigar lo que ocurría, entonces Alexander sintió como el cuerpo de su esposa perdió fuerzas, desmayándose.

— ¡Madison! —exclamó con preocupación.

Uno de los hombres de su seguridad solicitó atención médica a la plaza.

—¡Mami! —ambos pequeños se abrazaron con fuerza al verla sin moverse.

Antes de que el personal médico llegara, la chica recuperó la consciencia, parpadeando con pesadez.

—No te mueves —Alexander solicitó.

— ¿Qué me pasó? —cuestionó.

—Te desvaneciste.

Sacudió su rostro y poco a poco se enderezó, miró a su alrededor.

—Ese hombre estaba aquí —comentó con voz temblorosa.

—Tranquila —Alexander acarició su mejilla—, ese sujeto está muerto —enfatizó—, confundiste a un cliente con él, tu mente te está jugando malas pasadas.

Dirigió su mirada hacia los niños y al verlos asustados, los abrazó.

—Mamá está bien —habló sintiéndose mejor—. Será mejor que nos vayamos —solicitó.

—No hemos comido nada —Noah dijo.

Alexander sonrió.

—Pidamos una pizza y nos vamos.

—Sí. —Ambos niños celebraron.

— ¿Quieres darle un abrazo al señor pato? —cuestionó Liam—, desde que lo tengo él me cuida mucho —manifestó. — ¿Y si le compramos uno a mamá? —cuestionó.

Alexander se acercó a Madison.

— ¿No te conformas con abrazarme a mí? —cuestionó.

Ambos niños fruncieron el ceño al ver que él le dio un beso en los labios.

—Wakala —dijo Noah—, nunca voy a dar besos así.

—Ni yo —mencionó Liam—, lo más que puedo es dar un abrazo, pero no besos.

—Hora de comer —Alexander repartió una rebanada de pizza a cada uno—. Come un poco —solicitó a Madison acercando un trozo a sus labios.

***

Justo cuando salía del bus, Aliso guardó el libro que llevaba, se inclinó a recoger un billete que se le cayó, entonces distinguió que alguien se acercó a ayudarla.

—Gracias —dijo y se dio cuenta que se trataba de Mike.

—Hola —el joven sonrió con calidez.

La chica colocó el gorro de su chamarra y siguió su camino.

— ¿Cuánto tiempo haces de camino? —preguntó.

—Casi una hora y media.

Mike se sorprendió al escucharla.

—Lamento no haberte podido acompañar al bús.

—No te preocupes, yo puedo hacerlo sola, además que no es tu obligación.

El joven se sorprendió al escuchar su respuesta, algo cortante.

— ¿Estás molesta? —preguntó.

—No —contestó con rapidez. — ¿Qué tal tu cena? —cuestionó con curiosidad.

—Tranquila —respondió—, María tiene una gran imaginación, es muy ocurrente.

Alison sonrió al pensar en ella.

—Es verdad, es una niña muy especial —declaró—. También Isabella es una buena mujer —indicó con honestidad y prosiguió su caminar.

—Sí, me alegra haber podido ayudarlas.

Mientras caminaban ambos saludaron a varias personas que transitaban por las heladas calles.

—Te has ganado el cariño de las personas que acuden al comedor.

—No más que tú —expresó Alison mientras subían las escaleras para llegar al comedor— . Hoy tenemos una celebración en el grupo de apoyo, ¿vas a ir? —cuestionó.

—¿Qué se celebra?

—Hoy finalizan sus sesiones el señor Ru —dijo.

Alison ladeó los labios.

—Me alegra por él —mencionó con sinceridad—, espero que no vuelva a beber. —Sus dientes tiritaron de manera involuntaria ante el frió.

Acomodó su mandil y se acercó a la barra en donde solía atender a las personas, Mike ladeó los labios, al verla sonreír cuando se acercó la mujer adulta mayor y le dejó un pequeño monedero.

CAPÍTULO 73. CAMBIO DE ACTITUD 1

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