Herederos para el Enfermo CEO romance Capítulo 77

Alexander corrió detrás de ella, por el pasillo, hasta que llegaron a las escaleras y la alcanzó.

— ¡Detente! —exclamó con la voz agitada. Estiró sus manos y la sujetó por su antebrazo—, no huyas de mí —suplicó—, no soy tu enemigo. Soy el hombre que más te ama y daría su vida para cambiar el dolor que sientes.

Madison se estremeció al escucharlo.

—Lo lamento —susurró con voz ahogada por el llanto—, estoy asustada —explicó.

Alexander la tomó entre sus brazos y subió hacia la alcoba con ella.

—No tienes nada que temer, que no hará nada que te lastime, descansa —pidió y volvió a poner el proyector con aquel universo estrellado y música para dormir.

Por la mañana Alexander estaba por ponerse de pie para preparar el desayuno, cuando un fuerte mareo lo sacudió, de inmediato volvió a recostarse y presionó de sus párpados esperando a que pasara.

—Tengo que llamar a Olivia —susurró minutos después de que se sintió mejor, por lo que sin darse cuenta volvió a quedarse dormido, hasta que sintió que uno de los pequeños se subió sobre él.

—Tenemos hambre —refirió —Liam viéndolo—, mi hermano quiere que bajemos solos, pero no quiero, es un lugar muy grande y… nos pueden robar —explicó.

Alexander resopló.

—Te comprendo, haces bien en no bajar sin nosotros sino te sientes seguro.

—Eso mismo le dije a Noah y me vine corriendo para aca —explicó mientras se metía entre las cobijas y se tapaba.

Madison acarició su rizada cabellera.

— ¿Y tu hermano? —cuestionó ella.

—Aquí estoy —contestó Noah ingresando con la caja de cereal—, traje el desayuno para todos —explicó con orgullo y se acercó a su mamá para que lo ayudara a subir a la cama, mientras comía un puño de arroz inflado con chocolate.

— ¿Por qué no tomaste una manzana? —preguntó Madison.

—No se me ocurrió —sonrió.

—Ya se me fue el hambre, mejor vamos a dormir otro ratito —solicitó Liam abrazándose de su papá y de su pato de felpa—, a tu lado nunca me da miedo —confesó mientras daba un largo bostezo.

—Descansa tranquilo —susurró—, todos te cuidaremos. —Besó su frente, e inhaló profundo ante la jaqueca que estaba dándole—, también voy a descansar un poco más.

***

Por la tarde.

Madison ingresó en compañía de Hanna al hospital, sosteniendo una maleta con la ropa del señor Adam.

—Hola, papá —Hanna se acercó a él y lo abrazó con tristeza.

—Hola, mi niña, me da gusto verte —respondió sin mucho ánimo.

—Te trajimos algo de ropa para que te cambien, nos informaron que ya puedes usar algo decente —indicó de manera burlona.

Madison y el señor Adam no pudieron evitar sonreír.

—Deseamos hablar con usted —dijo su nuera.

— ¿Qué ocurre? —preguntó.

—En unos días lo van a dar de alta y queremos saber si le gustaría vivir con Hanna o con nosotros.

El señor Adam frunció el ceño.

—Con ninguna soy capaz de poder vivir solo, deseo comprar un apartamento pequeño —indicó—, quiero que me ayudes a amueblarlo —solicitó a Madison.

—Me temo que por el momento tendrás que quedarte con alguno de nosotros —Hanna comunicó—, cuando el médico lo autorices lo podrás hacer.

—Soy autosuficiente —el hombre gruñó.

Hanna ladeó los labios.

—Si eres tan autosuficiente, dime cuándo fue la última vez que cocinaste algo.

El señor Walton giró su rostro y miró a su hija con seriedad.

—En el año 1990 —respondió con rapidez—, lo recuerdo bien porque fue el año que tu madre viajó a Roma para conocer al papá —dijo con orgullo.

CAPÍTULO 77. URGENCIA 1

CAPÍTULO 77. URGENCIA 2

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