Herederos para el Enfermo CEO romance Capítulo 81

Al llegar a la oficina de Alexander, Luke sacó el juego de llaves que el personal de seguridad de ahí le entregó, se le hizo extraño que estuviera cerrada, pero no comentó nada, supuso que ellos las habían cerrado.

— ¡Hanna! — Luke ingresó a grandes pasos y se acercó a ella, al verla dormida sobre uno de los sillones. — ¿Estás bien? —indagó revisandola con su mirada.

La joven abrió los ojos con pesadez y batió varias veces sus espesas pestañas y sonrió al verlo frente a ella.

— ¿Estás bien? —volvió a preguntar.

—Sí, estoy perfectamente —mencionó.

— ¿Cómo es que estás aquí y encima de todo te quedas encerrada? —inquirió con extrañeza.

—Supongo que me quedé dormida y no me di cuenta cuando se fueron todos —explicó bostezando.

Luke presionó sus labios y se quedó pensativo.

—Será mejor que nos vayamos. —Se retiró su abrigo y se lo colocó sobre su espalda, además de abrazarla, al verla muy somnolienta.

En cuanto la chica subió a su camioneta, reclinó el asiento y volvió a quedarse dormida casi en el instante. Condujo cerca de cuarenta minutos hasta llegar al piso de ella.

Hanna caminó a pasos torpes, sus ojos lagrimeaban de lo cansada que se encontraba.

—Parece que hace años, no duermes bien —refirió él, abriendo la puerta.

—Me he desvelado mucho —manifestó, quitándose sus stilettos en cuanto ingresó—, quien diría que encontraría el sillón de la oficina de mi hermano, más cómodo que mi propia cama. —Caminó directo a su habitación. — ¿Puedes hacerme un favor? —preguntó.

—Claro, ¿qué desea? —se acercó al umbral de su puerta.

—Se me atoró el dije en el cuello de mi vestido.

Luke se acercó y con delicadeza lo soltó.

—Tenía algo que decirte esta tarde —mencionó ella—, pero estoy muy cansada—. Te propongo algo. —Miró que eran las 3:00 am.

— ¿Qué cosa? —sonrió.

—Quédate a dormir conmigo y en un par de horas hablamos, no es justo que te tengas que ir de madrugada por mi causa.

Luke se aclaró la garganta, su mirada se ensombreció al observarla quitarse con toda naturalidad aquella hermosa prenda, para colocarse el pijama.

De inmediato se giró en su eje.

—Pareciera que nunca has visto una mujer desnuda. —Ladeó sus labios divertida.

—Nunca a una mujer por la que siento algo más, que no sea deseo—pronunció con dificultad.

Con rapidez se metió entre las cobijas.

—Ven, vamos a descansar. —Palmoteó con su mano la cama.

Luke se retiró su chamarra y se acostó con la ropa deportiva que llevaba.

—Solo lo hago porque deseo escuchar qué es lo que tienes que decirme —bromeó.

***

Alexander despertó en cuanto la alarma del despertador, se escuchó. Después de unos segundos, se dirigió hacia Madison, para darle un beso. Al ponerse de pie, observó que había un sobre la mesa de noche, distinguió su perfecta letra de molde al haber colocado su nombre y lo tomó.

Abrió con lentitud la puerta corrediza para salir hacia la terraza y poder leerla en privacidad, se recostó sobre una de las tumbonas y comenzó:

Alex, ¡mi amor!

Hoy he tenido una de las sesiones más difíciles al atreverme a hablar con mayor detalles sobre lo ocurrido, todo en mi interior se sacudió con tanta fuerza, que creí que me volvía a romper, hasta que me di cuenta que, más rota ya no podría estar. Me dirigí hacia Central Park y me senté debajo de un árbol en dónde comencé con la segunda parte de aquella sesión: recordar los mejores momentos que he vivido a tu lado, ¿y sabes? Pesaron más, que esos días ensombrecidos, en los que hice todo lo que estaba en mis manos, para proteger el fruto de todo el amor que nos tenemos.

Estando ahí, decidí dejar atrás todo, te prometo que me esforzaré y pondré todo de mi parte para que haya más días soleados, que nublados, solo te pido que cuando lleguen esos días difíciles para mí me abraces con fuerza y me tengas paciencia. Te amo.

CAPÍTULO 81. LA CARTA 1

CAPÍTULO 81. LA CARTA 2

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