Alexander ingresó a su nueva oficina que se encontraba en los más alto de una de los rascacielos de la gran manzana. Apreció por unos segundos la panorámica de todas las torres por las que estaban rodeados.
Tomó asiento y marcó al departamento de recursos humanos.
—Buenos días, señor ¿Dígame en que le puedo servir? —respondió Laura la directora del área.
—Necesito que me envies el expediente de la arquitecta Madison Davis.
—En unos minutos se lo envío a su correo.
En ese instante sin decir más cortó la llamada, se sentía inquieto después de que por fin había logrado recordarla. Al recibir una notificación en su móvil, de inmediato fue a leer la información que tenían de ella:
—Vaya no tiene padres —expresó sorprendido al leer que desde los seis años de edad, había pasado por varios hogares sustitutos, hasta que fue remitida a una casa de asistencia—, no me imaginé que tuviera una vida tan compleja—, y continuó leyendo por los trabajos que había pasado—, Wow, está estudiando un master —murmuró con asombro. Estaba por continuar cuando fue interrumpido, para llamarlo a una junta, por lo que cerró su expediente y salió de su oficina.
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Horas más tarde, se dirigió a la oficina de Recursos Humanos.
—Buenas tardes ¿Se le ofrece algo? —Laura se sorprendió al verlo ahí, su corazón se agitó al verlo inexpresivo.
—Sí, necesito que la arquitecta Madison Davis sea reubicada —ordenó con su gruesa voz.
La mujer frunció el ceño, y ladeó su rostro.
—Reubicada, ¿a dónde? —cuestionó—, todos los cargos están cubiertos.
—Va a trabajar directamente para mí —indicó con seriedad.
— ¿Cómo? —la licenciada preguntó sin comprender.
—Vi que la arquitecta, está estudiando un master, me va a ser funcional, para la nueva área que estoy por abrir.
—No tenía conocimiento de eso —mencionó ella.
—En un par de días se hará oficial, por lo pronto prepara el cambio, y desde hoy envía a la señorita Davis a mi oficina —ordenó con voz seca y se retiró.
—Así lo haré. —La mujer se aclaró la garganta—, es una lástima que sea tan guapo, con tal mal carácter —resopló con alivio de que se fuera.
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Madison entró a la oficina y sonrió con cariño al ver a sus compañeros comenzar a encender sus ordenadores.
—Buenos días —saludó con amabilidad.
—Hola —respondieron al mismo tiempo sus tres compañeros.
—Les traje su dosis de cafeína de la mañana —expresó y comenzó a repartirlos, observando el nombre de cada uno en sus vasos.
—Siempre tan detallista —una de sus compañeras que recién ingresaba dijo y tomó su bebida.
La chica guiñó un ojo y ladeó los labios, luego de encender su computadora, comenzó a leer un correo enviado por el departamento de Recursos Humanos.
«Arquitecta Madison Davis, le comunicamos que a partir de este momento, será trasladada al área de presidencia, presentándose directamente con el doctor Alexander Walton».
Los labios de la joven se abrieron en una gran O, ante la impresión que se llevó, de inmediato apagó su computadora y miró a sus compañeros.
— ¿Qué ocurre? —cuestionó uno de ellos.
—Me… están trasladando al área de presidencia.
— ¡Ay no! —exclamó otro de ellos—, te envían a trabajar con el CEO ese que parece un témpano de hielo —expresó con sorpresa.
— ¿Con quién? —cuestionó Madison.
—No te has fijado que el hombre no habla con nadie, no sonríe, y si te observa lo hace con una mirada completamente fría —mencionó su compañera.
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