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Herencia de Poder romance Capítulo 9

Con veinte millones de dólares recién inyectados en sus cuentas, el imperio de Ximena comenzó a tomar forma. El dinero no se destinó a lujos, sino a inversiones estratégicas. Adquirió discretamente un pequeño taller textil en la colonia Obrera, equipado con la mejor maquinaria, y contrató a las costureras y artesanos más talentosos, pagándoles salarios muy por encima del mercado para asegurar su lealtad y la calidad de su trabajo. Al mismo tiempo, a través de una de sus corporaciones fantasma, compró un local privilegiado en la Avenida Presidente Masaryk, la calle más exclusiva de Polanco. Nadie sabía quién era el verdadero comprador. El local permaneció cubierto por andamios, con un letrero que simplemente anunciaba: "Próximamente".

Mientras Leo manejaba la logística, Ximena se sumergió en su otra pasión secreta: el diseño. En una sección de "El Nido del Fénix" que había convertido en su atelier personal, rodeada de maniquíes, bocetos y telas exquisitas, dio vida a su marca. La llamó "Mariposa Monarca". El nombre era un símbolo de su propia transformación: la oruga que se arrastraba en el lodo de Jalisco, la crisálida de su plan secreto, y ahora, la mariposa lista para desplegar sus alas. La marca no sería sobre moda rápida ni tendencias pasajeras. Sería sobre piezas de alta costura, atemporales, que contaran una historia. Cada diseño sería único, una obra de arte.

Su primera creación fue catártica. Sobre un maniquí, comenzó a dar forma a un vestido de noche. La inspiración era clara y dolorosa: el collar de filigrana de plata y turquesas que Regina le había acusado de robar. Pero en sus manos, la humillación se transformó en belleza. Usó una seda color plata que caía como metal líquido, y pasó semanas bordando a mano un intrincado patrón en el escote y la espalda, utilizando hilos de plata y diminutas cuentas de turquesa. El diseño imitaba la filigrana del collar, pero magnificado, audaz, convirtiendo una delicada pieza de joyería en la declaración principal del vestido. No era una copia; era una reclamación. Era tomar el arma que usaron para herirla y forjarla en una armadura.

Mientras trabajaba en el vestido, que llamó "El Legado Roto", diseñó la estrategia de lanzamiento de la marca. "Mariposa Monarca" no se anunciaría en revistas ni en vallas publicitarias. Su existencia se difundiría como un susurro, un secreto compartido entre la élite. No tendría tienda online. Las piezas solo podrían ser adquiridas a través de citas privadas, creando un aura de exclusividad absoluta. El objetivo no era solo vender ropa, sino crear un nuevo símbolo de estatus. Un estatus tan exclusivo que ni siquiera el dinero de familias como los Villarreal pudiera garantizar el acceso. Ximena sabía que en el mundo de la alta sociedad, nada es más deseable que aquello que no se puede tener. Y estaba a punto de crear la marca más inalcanzable de México.

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