La Genio Anónima: Mi Esposo Firmó el Divorcio Sin Saber Quién Soy romance Capítulo 76

La fiesta terminó. Doña Inés se fue a casa, llevada por el tío Ricardo. El Dr. Reyes y David se despidieron poco después, dejando a Camila a cargo de llevar a Isa a la entrada para esperar a su padre.

Bajaron en el ascensor de cristal, la ciudad de México extendiéndose bajo ellas como una galaxia de luces. Isa estaba medio dormida, apoyando su cabeza en el hombro de Camila.

El aire de la noche era frío. Camila envolvió a su hija en su chal, protegiéndola del viento.

Esperaron en la entrada del hotel. Unos minutos después, el sedán negro de Alejandro se deslizó silenciosamente hasta la acera.

Él bajó del auto. No dijo hola. Su mirada pasó por encima de Camila, fría y distante, antes de posarse en su hija.

—Isa, es hora de irnos.

La niña, ya despierta, corrió hacia su padre. Él la levantó en brazos con facilidad.

Cuando se giró para volver al auto, finalmente la miró. Sus ojos oscuros eran ilegibles en la penumbra.

—Hace frío en la noche —dijo, su voz era un murmullo bajo y neutro—. Vuelve adentro.

Y sin esperar respuesta, metió a Isa en el auto, se subió y se fue.

Camila se quedó de pie en la acera, viendo cómo las luces traseras del auto desaparecían en la distancia. El calor del cuerpo de su hija aún persistía en su chal.

Se dio la vuelta para volver a entrar al hotel y esperar su propio auto. Al dirigirse hacia el estacionamiento subterráneo, una figura emergió de las sombras.

Era Fernando Beltrán. Estaba apoyado contra un pilar, con las manos en los bolsillos de su pantalón. Era obvio que había estado esperando.

—¿Beltrán? —dijo ella, sorprendida y un poco a la defensiva.

—Elizalde —respondió él, acercándose—. Lamento lo de esta noche. La emboscada social. Fue una bajeza.

Camila se encogió de hombros.