La Genio Anónima: Mi Esposo Firmó el Divorcio Sin Saber Quién Soy romance Capítulo 97

Para celebrar la firma del acuerdo con el gobierno, David Romero reservó una mesa en el Maximo Bistrot, un lugar conocido por su exclusividad y su discreción.

—Nos lo merecemos —dijo, levantando su copa de vino—. Ha sido una semana brutal.

—Por el futuro de Axon AI —respondió Camila, chocando su copa con la de él.

El ambiente era relajado, la comida exquisita. Estaban discutiendo los próximos pasos del proyecto cuando una risa estridente rompió la calma del lugar.

En el salón privado contiguo, separado solo por una puerta de cristal, una gran fiesta estaba en pleno apogeo.

Camila reconoció de inmediato a los comensales. Era un cónclave de las familias Campos y Solís.

Luis Campos presidía la mesa, su rostro enrojecido por el vino y el orgullo. A su lado, Ángela Solís y su hermana Azucena reían a carcajadas.

—¡Por el futuro! —brindó Luis, levantando su copa—. ¡Por mi Valeria, que pronto traerá el apellido Alcázar a esta familia!

—¡Y por el divorcio de esa mujer insípida! —añadió Azucena con veneno—. ¡Ya era hora de que Alejandro abriera los ojos!

La conversación era lo suficientemente alta como para que se filtrara a través del cristal.

Justo en ese momento, Luis Campos vio a David a través de la puerta. Su rostro se iluminó.

Se levantó y se acercó a su mesa, interrumpiéndolos sin ninguna ceremonia.

—¡Señor Romero! ¡Qué coincidencia encontrarlo aquí! —dijo, su voz era untuosa—. Permítame presentarme, soy Luis Campos.

David lo miró con una frialdad que podría haber congelado el vino.

—Sé quién es usted.

Ignorando el desaire, Luis continuó.

—He oído que Axon AI está buscando socios para su nuevo proyecto. El Grupo Campos tiene una vasta experiencia en...

—No estamos interesados —lo cortó David, sin siquiera mirarlo. Su atención estaba fija en Camila—. Disculpe, señor Campos, estamos en medio de una cena importante.

La humillación fue tan directa que Luis se quedó sin palabras. Con el rostro congestionado, se retiró a su mesa entre las risas ahogadas de su familia.