Benjamín apartó la mirada de la pantalla del celular de Petra y la dirigió hacia su rostro. Notó un rubor inusual en sus mejillas y le preguntó en voz baja:
—¿Tienes calor?
Petra forzó una sonrisa y asintió.
—Un poco.
Benjamín, sin pensarlo mucho, bajó la temperatura del aire acondicionado. Luego tomó su propio celular y se tumbó a su lado, manipulando el dispositivo.
De vez en cuando, sus cuerpos se rozaban sin querer.
Petra no pudo evitar sentirse incómoda.
Si no fuera porque Benjamín se veía tan concentrado en el juego, Petra ya habría sospechado que ese hombre lo hacía a propósito, tentándola a hacer una locura.
Un hombre y una mujer, solos en una habitación, con esos roces, el ambiente subiendo de temperatura… La mente empezaba a volar.
Con todos esos factores jugando en su contra, no fue sorpresa que perdieran la partida.
Apenas terminó el juego, entró una llamada de Belinda Ferrer.
Petra sintió que acababan de lanzarle un salvavidas. Se volvió hacia Benjamín y le susurró:
—Me está llamando Belinda. Jugamos otra ronda después, ¿va?
Benjamín aceptó sin chistar.
—Va.
Petra respondió la llamada de inmediato.
—Belinda…
Apenas pronunció su nombre cuando la voz de Belinda estalló en el auricular.
—¡Ese tipo que sale en tus publicaciones es Benjamín, ¿verdad?! ¿Ya andan? ¿Se acostaron? ¿Cuántas veces? ¿Y qué tal es…?
La voz de Belinda resonaba tan fuerte y sin filtro que, considerando que Benjamín estaba justo a su lado, seguro escuchó todo.
Petra respiró hondo, apartó el celular de su oído y lo cubrió con la mano. Miró a Benjamín de reojo.
Él la observaba con una expresión tranquila, los labios curvados en una media sonrisa divertida.
Ese gesto la descolocó por completo. Tartamudeó:
—Voy a mi cuarto a contestar.
No esperó respuesta. Se levantó rápido y se metió en su habitación.
Al cerrar la puerta, volvió a ponerse el celular en la oreja y susurró:
—¡Habla más bajo!
Belinda bajó el volumen de inmediato.
—¿Qué pasó?
Petra soltó el aire, resignada.
—Todo lo que dijiste, él lo escuchó. Todo.
Petra la interrumpió de inmediato.
—No es ese tipo de juego, nada raro.
—Vaya…—respondió Belinda, sonando decepcionada.
Petra no sabía si reír o llorar.
—Saca de tu cabeza esas ideas todas subidas de tono.
Belinda, indignada, replicó:
—Si fueras tan lanzada como yo, hace rato que Benjamín ya estaría rendido a tus pies.
Petra se mordió el labio, bajando la voz.
—Eso tiene un precio muy alto.
Porque, si llegaba a pasar algo con Benjamín, sabía que no podría evitar enamorarse aún más de él.
Y ya había prometido a su hermana sacrificarse por el futuro de la familia Calvo, aunque eso significara renunciar a su propia felicidad.
En este momento, no podía permitirse cruzar esa línea con Benjamín.
De lo contrario, todo se complicaría aún más.
Belinda, casi gruñendo, le soltó:
—Te lo dije, piensas demasiado. A veces hay que lanzarse sin miedo, nunca sabes qué sorpresas te esperan.

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