Resumo do capítulo Capítulo 119 do livro ¡Por favor, sé mi pareja! de Internet
Descubra os acontecimentos mais importantes de Capítulo 119, um capítulo repleto de surpresas no consagrado romance ¡Por favor, sé mi pareja!. Com a escrita envolvente de Internet, esta obra-prima do gênero Hombre lobo continua a emocionar e surpreender a cada página.
Punto de vista de Zaden
Estaba agotado por haber organizado un baño para Riven, pero ahora tenía que prepararme para nuestra cita. Estaba emocionado por ese beso, quería volver a saborear sus deliciosos labios.
“¿Estás escuchando lo que dices? ¡Suenas como un completo pervertido!”, comentó Henrar.
“Mira quién habla. No olvides la primera vez que perdí el control, casi la v*olé por tu culpa”.
“Lo sé, pero no fue solo por mí. Tú tampoco querías detenerte…”.
“Tienes razón, pero ahora todo eso quedó en el pasado y solo quiero ser un mejor compañero para ella”.
“No te preocupes, yo te apoyo”.
“¡Más te vale!”. Le advertí.
Esta vez, decidí pedirle consejos a Emma. Después de todo, ella fue quien había enviado a Lorcan a ayudarme la última vez. También tenía que agradecerle por eso.
Le pedí que viniera a verme a mi estudio por medio de la conexión mental. Para mi sorpresa, llegó en un abrir y cerrar de ojos. Hubo un tiempo en el que ella odiaba estar en la misma habitación que yo porque me culpaba de que su mejor amiga se hubiera ido.
No podía negar que me merecía ese trato.
“Sé por qué me pediste que viniera, Alfa”.
“¿De verdad?”.
“¡Claro que sí! Ya organicé todo, desde la mañana hasta la noche. Pensé en el almuerzo, la cena y agregué algo al final para darle más sabor al asunto”.
“¡Genial! Pero, como yo la invité a salir, ¿no crees que debería saber qué cosas organizaste?”.
“Lo sé, por eso vine lo más rápido que pude”. Durante la siguiente media hora, me explicó todo lo que había planeado para nosotros. Debía admitir que estaba celoso de que ella supiera más sobre Riven que yo. Como su compañero, yo debería ser quien estuviera al tanto de todas estas cosas, no ella, pero esto también era mi culpa. Yo tenía toda una manada para apoyarme, pero Riven solo tenía a Emma para compartir su dolor y sus secretos. Nunca me había ofrecido para escucharla y ser parte de sus fantasías, deseos y secretos. ¡Madre mía! Era un compañero patético.
“Gracias, Emma”, dije, interrumpiendo nuestra conversación.
“Es un placer, Alfa, pero estoy haciendo esto por mi amiga, no por ti”.
“Lo sé, pero quería agradecerte por estar siempre a su lado, deseándole lo mejor como su amiga y hermana. Gracias por todo lo que hiciste por ella cuando yo no pude. Sé que me odias y, a pesar de eso, me estás ayudando a traerla de vuelta a casa, así que gracias por todo tu esfuerzo”.
“Aceptaré tus gracias después de que la hayas hecho regresar a la manada. Eso es todo, ya me tengo que ir”.
“Mañana será mi oportunidad de traerte de regreso a donde perteneces, mi amor. Solo tú mereces ser mi reina, mi Luna”, prometí en silencio.
Al día siguiente
Me había quedado dando vueltas durante toda la noche y no había podido dormir. Sentía que iba a orinarme en los pantalones.
¡Madre mía! ¿Qué me había hecho esa mujer? Yo no era así, ni siquiera me había sentido nervioso en mi primer día de entrenamiento.
Después de invitarla a salir el día anterior, no pude pasar tiempo con ella. En la noche, después de comer, la acompañé a la casa de huéspedes para que estuviera a salvo. Quería que se quedara conmigo, pero todavía no se sentía cómoda. Esperaba cambiar su opinión sobre mí este día.
Cuando llegué a la casa de huéspedes, vi que sus amigos estaban dentro. Me dijeron que Riven se estaba alistando. En el momento en que dije ante todos que quería invitarla a salir, los rostros de sus amigas se iluminaron. Por otro lado, los hombres, incluso los que ya tenían compañera, me miraban con cautela. Estaban tratando de intimidarme, pero, por suerte, no era ningún niño pequeño. De lo contrario, estos tres me habrían hecho correr a las colinas.
Asintieron a modo de saludo y yo les respondí de la misma manera.
Volví mi atención a la carretera, pero quité una de mis manos del manillar para colocarla sobre sus manos. La sentí moverse, de seguro no esperaba que la tocara.
Cuando por fin llegamos a nuestro destino, solté sus manos a regañadientes. Encendí la señal de giro y bajé por un camino de grava. Volteé un poco la cabeza y la vi mirando con curiosidad las hileras de árboles altos a nuestro alrededor.
Aparqué la moto y apagué el motor. Luego se bajó antes de quitarse el casco y yo bajé justo después de ella.
“¿Dónde estamos?”, preguntó mientras me entregaba mi casco. Su cabello estaba desordenado y un poco enredado por haberlo usado. Se pasó las manos por la cola de caballo y sacudió sus raíces. Era un acto tan insignificante, pero tan atractivo. Asentí y dejé el casco en el asiento.
“¿No conoces el concepto de una sorpresa?”.
Me lanzó una mirada irónica, que era muy característica de ella, y me siguió dentro del bosque. Caminamos por un sendero durante unos minutos antes de llegar cerca de unos árboles delgados.
“¡Por fin llegamos!”, exclamé.
Una hermosa sonrisa se dibujó en su rostro al ver la escena frente a nosotros. Había un pequeño muelle sobre un lago cristalino cuyas aguas ondeaban mientras los rayos del sol brillaban sobre ellas.
“Este lugar es…”.
“Mágico”. Completé su oración y ella asintió.
“Lo sé”.
Caminé hacia un árbol y saqué todas las cosas que Emma había preparado para nosotros.
Saqué una manta de pícnic y la extendí al final del muelle. Me senté y Riven hizo lo mismo a mi lado. Podía ver en su rostro que se sentía relajada.
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