Resumo do capítulo Capítulo 128 de ¡Por favor, sé mi pareja!
Neste capítulo de destaque do romance Hombre lobo ¡Por favor, sé mi pareja!, Internet apresenta novos desafios, emoções intensas e avanços na história que prendem o leitor do início ao fim.
Punto de vista de Riven
***Advertencia, este capítulo contiene algunas escenas violentas. Léalo bajo su propio riesgo***
Escuché una gran explosión y el grito incomprensible de una voz que nunca antes había escuchado seguido de otra nube de polvo. Mi corazón latía con fuerza. No podía quedarme aquí sin hacer nada mientras Zaden ponía en peligro su vida, luchando para proteger mi vida y la de su manada. Otro fuerte ruido se extendió por las paredes y sacudió el suelo bajo mis pies. Pude sentir el dolor de Zaden a través de nuestro vínculo.
“¡No!”.
“No te atrevas, Riven, quédate donde estás”.
Estaba peleando conmigo misma. ¿Debía quedarme como me había dicho o bajar a ayudarlo? Un grito desgarrador sonó desde las escaleras y me heló la sangre. ¿Era Emma u otra mujer de la manada? No estaba segura, pero no iba a dejar que nadie lastimara a los miembros de mi manada mientras luchaban por mí.
Abrí la puerta de golpe, sin importarme si los intrusos me escuchaban. Al fin y al cabo, quería atraer su atención. Estaba enojada y mi magia estaba hirviendo a mi alrededor, buscando al enemigo. Estaban en la cocina del primer piso. Podía ver a tres sujetos en mi mente a través de los ojos de Zaden. Uno de ellos lo tenía inmovilizado en el suelo con lo que parecía ser una daga con un mango de bronce lista para clavarla en su pecho. El segundo tenía una actitud despreocupada mientras presionaba a Lorcan contra la pared cerca de la escalera. Emma estaba tratando de alcanzar a su compañero, pero el tercero la estaba sujetando por la cintura.
¿Cómo habían entrado con tanta facilidad? ¿También eran hombres lobo?
Tenía que llegar con ellos antes de que ese hombre apuñalara a Zaden en el pecho. Me sentía como un animal salvaje con mis garras extendidas y mi magia emergiendo en olas alrededor de mí. Me abalancé sobre la barandilla y aterricé frente al sujeto despreocupado que estaba encorvado, sujetando a Lorcan contra la pared.
Apunté mi energía hacia él y luego moví la mano detrás de mí en dirección a la puerta. Mi magia levantó al tipo y lo arrojó a donde estaba apuntando. La puerta se agrietó y el hombre la atravesó hacia afuera. Después, me giré hacia el que sostenía la daga contra el pecho de mi compañero mientras no apartaba la vista del que estaba sometiendo a mi mejor amiga.
No me gustaba para nada la forma en que la estaba sujetando. Tenía una mano en su pecho y la otra en su cuello. Me miraba a los ojos como si se estuviera burlando de mí porque no podía hacer nada para salvarla. Él no tenía ni idea, sí podía salvarla y ni siquiera tenía que tocarlo para hacerlo. Apunté mi energía hacia sus pies y su expresión engreída cambió a una de horror. Él estaba ardiendo por dentro en este momento. Aflojó su agarre sobre Emma, y ella aprovechó para darse la vuelta y patearlo donde no le llegaba el sol.
Sabía que ya no tenía que preocuparme por él. Lorcan y Emma podían encargarse.
Entonces, me concentré en mi compañero y mi sangre comenzó a hervir. El intruso lo había atacado con una daga de plata, pero Zaden se estaba defendiendo bien.
“Vinisteis por mí. ¡Déjalo y ven a buscarme, p*rra!”. Lo provoqué.
El sujeto me miró con sus ojos pequeños y brillantes, y me dedicó una sonrisa repugnante llena de dientes medio podridos. Presionó la hoja con más fuerza y comenzó a bajarla hacia el pecho de Zaden. “¡Claro que no! ¡No lo harás!”.
Levanté mi mano en dirección a él, imaginé que mi poder era una mano que rasgaba su torso y vi cómo se hacía realidad ante mis ojos. Agarré su órgano palpitante y lo arranqué de su pecho de un tirón. No tuve que llamar a mi poder de regreso a mí, era como si tuviera mente propia y pudiera sentir que su trabajo estaba hecho. Bajé la mirada para ver a la masa sangrienta que había tratado de matar a mi compañero y al de mi amiga. Luego lo quité de las piernas de Zaden de una patada. “Hijo de p*ta”.
Miré a mi compañero. “¿Dónde estás herido?”. Tenía dos puñaladas en el brazo izquierdo, un corte desagradable en el lado derecho y otra puñalada en la pierna derecha que, si hubiera estado medio centímetro más a la derecha, le habría cortado la arteria femoral. Podía curar su nariz rota y los cortes con mi magia, pero eran tan profundos que no sabía si dejarían una cicatriz. No podía desaparecer cicatrices.
Lo ayudé a levantarse y a sentarse en una silla. Sabía que estaba sufriendo, pero trataba de no mostrarlo ante mí. Toqué su brazo por accidente y una mirada de agonía se apoderó de su rostro.
“Tal vez más tarde”, dijo Rhea.
“Ya era hora de que lo perdonaras”, respondí en broma.
“Bueno, ¿qué puedo decir? Es muy sensual e irresistible. Además, estoy caliente”, respondió con un tono seductor.
Sacudí la cabeza ante su comentario tan divertido.
“Vete al infierno, callejero”, le respondió el hombre. Emma le dio una patada en las costillas, como a una pelota de fútbol, y él gimió de dolor.
“¿Quieres intentar responder de nuevo?”, gruñó Lorcan.
No obstante, el hombre seguía sin decir nada. Zaden tiró de ambos lados del cable tan fuerte que la cabeza del hombre rodó a medio metro de donde estábamos. No dijo nada más y caminó hacia mí con un propósito muy claro.
Me presionó contra la pared más cercana y me besó hambriento. No era como nada que hubiera experimentado antes. No le importó que su hermano o Emma estuvieran aquí y continuó besándome como si no hubiera un mañana.
Escuché unos pasos, y me di cuenta de que Lorcan y Emma se habían ido. Tal vez también necesitaban divertirse un poco a solas.
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