Resumo de Capítulo 129 – ¡Por favor, sé mi pareja! por Internet
Em Capítulo 129, um capítulo marcante do aclamado romance de Hombre lobo ¡Por favor, sé mi pareja!, escrito por Internet, os leitores são levados mais fundo em uma trama repleta de emoção, conflito e transformação. Este capítulo apresenta desenvolvimentos essenciais e reviravoltas que o tornam leitura obrigatória. Seja você um novo leitor ou um fã fiel, esta parte oferece momentos inesquecíveis que definem a essência de ¡Por favor, sé mi pareja!.
***Advertencia, este capítulo contiene escenas para adultos, así que, si eres menor de edad, puedes pasar al siguiente. No afectará la trama***
Punto de vista de Riven
Zaden continuó besándome y saboreando el interior de mi boca, que nadie más había explorado antes. Me cargó y me indicó que abrazara su cintura con mis piernas. Luego me llevó de regreso a la sala de estar y me sujetó contra la pared. Su cintura era lo único que me sujetaba en el aire mientras me arrancaba la ropa como si fuera tan delgada como el papel. Dejé escapar un jadeo de sorpresa.
“Zaden, espera…”.
Gruñó, pero no se detuvo y siguió plantándome besos apasionados por todas partes. Mi cuerpo por si solo le devolvió la vitalidad. Lo necesitaba tanto como él a mí.
“Zaden, primero escúchame”.
Se detuvo por un momento y acarició mi mejilla izquierda con la palma de su mano. “Tienes un minuto. Di lo que tengas que decir porque después solo podrás gritar mi nombre”. Sus ojos estaban llenos de lujuria y admiración.
“¿Cómo entraron esos sujetos? ¿Cómo lograron atravesar la frontera?”.
Suspiró y frotó su pulgar a lo largo de mi mejilla.
“Riven, mis guerreros ya están investigando. Tendremos el informe al respecto mañana por la mañana, pero lo que necesito ahora mismo es f*llarte”.
Tras esto, presionó sus labios contra los míos de nuevo y me dio un beso que me hizo doblar los dedos de los pies.
“Zaden, espera…”, dije mientras contenía un gemido. Sus besos eran como una tortura para mí, pero eran una especie de tortura dulce y placentera. Me encantaba la forma en que trataba a mi cuerpo y a mí.
Se detuvo de nuevo, me bajó y dio un paso atrás. Extrañé el calor de su cuerpo de inmediato.
“Zaden, tu seguridad y la de tu manada son lo más importante para mí”.
Se acercó una vez más y me atrapó entre sus brazos.
“No te preocupes, mi amor. Yo me ocuparé de eso. Teníamos un espía dentro de la manada, pero mis guerreros ya lo atraparon. Lo interrogaremos mañana. Además de eso, nadie más resultó herido. Ahora que tienes tu respuesta, es hora de que me encargue de ti”.
“Pero…”. Volvió a gruñir y Henrar salió a la superficie. Se inclinó más cerca de mí y respiró sobre mis labios.
“Eres nuestra”, rugió Henrar.
“Soy vuestra”. Estuve de acuerdo.
Casi lo había perdido y no sabía cuánto me afectaría la idea de ya no tenerlo a mi lado. Lo rodeé con mis brazos y presioné sus labios con los míos con mucha fuerza. En el momento en que nuestras bocas se tocaron, sentí una pequeña sensación de hormigueo y picazón en todo el cuerpo. Sentía que estaba en llamas, pero no era por mi magia, era un tipo diferente de fuego que ardía dentro de mí por mi necesidad de tenerlo. Lo acerqué con mis manos alrededor de su cuello y nuestros cuerpos se moldearon el uno con el otro. Nada podía detenerme ahora. Este macho era mío y estaba perdiendo el control de mi cuerpo por la forma en que me estaba besando. Ya no podía usar la lógica ni pensaba en lo que había pasado entre nosotros. Solo sentía el fuego en mi piel, que me calentaba más mientras me acariciaba con pasión.
“Mi compañera”. Chupó la piel de mi marca y gemí.
“¿Has hecho esto antes? Pareces un experto”, dije entre gemidos.
“Esta noche, sabrás en qué otras cosas tengo experiencia”. Sonrió contra mi boca y me cargó de nuevo.
Subió las escaleras a su habitación mientras no dejaba de besarme. Se arrodilló y me colocó en su cama bajo la luz de la luna. Lo miré a los ojos y no pude resistirme ante los sentimientos que veía reflejados en ellos.
“Te deseo”, dije.
“Yo también te deseo. Primero, te haré el amor con suavidad, pero después te lo haré duro y rápido”.
“Es tu turno, pequeña”, me desafió.
Estaba tan excitada que ni siquiera podía enfadarme con él por haberme llamado así. Me quité los pantalones por completo. Luego me acosté solo con mis bragas.
“¿Compañera?”. Señaló la última prenda que llevaba puesta.
“Eso, Alfa Zaden, tendrás que quitármelo tú mismo”.
Gruñó y cayó sobre la cama con todas sus fuerzas en un segundo. Temía que se convirtiera en su lobo mientras me miraba con sus ojos penetrantes, listo para devorarme. Sin embargo, todo lo que hizo fue trepar hasta mis labios y darme un beso húmedo. Luego se inclinó hacia abajo y sujetó mi ropa interior entre sus dientes para destrozarla sin usar sus manos.
“¡Madre mía! ¡Eso fue muy excitante!”. Rhea jadeó de felicidad.
Él me olfateó y dejó escapar un sonido gutural que hizo que mi interior se mojara más. Luego su nariz se ensanchó, satisfecho.
Después, volvió a mi lado y se acostó con su mano debajo de mi cuello para acercarme a él. Cuando me di la vuelta, miró mis labios y los tomó en un beso que derritió mi alma hasta que los dedos de mis pies se doblaran. Mientras me daba un beso lento, sensual y adormecedor, bajó su mano libre por mi cuello hasta entre mis pechos y luego a mis muslos, que había estado apretando para aliviar mi deseo. Separó mis piernas y abrí mis rodillas por instinto para que tuviera más acceso. Continuó con la dulce conquista de mi boca a la misma vez sus dedos exploraban mi cuerpo a su antojo. Me estaba retorciendo por la desesperación de que pusiera sus manos donde las necesitaba en este momento.
Solo entonces, rozó un dedo sobre mi cl*toris y dejé escapar un gemido contra sus labios. Me acarició con cuidado una y otra vez hasta que estaba temblando sin control y tiré mi cabeza hacia atrás sobre el colchón. Movió su cabeza hacia abajo y chupó uno de mis p*zones mientras sus movimientos se volvían cada vez más osados. Estaba goteando entre mis piernas y retorciéndome. Yo era solo una masa de deseo, necesidad y lujuria. De pronto, sentí que dos dedos me abrían mientras seguía acariciando mi cl*toris con su pulgar y lamía mi p*zón.
¿Cuánto más podría seguir aguantando?
Comenzó a moverse más rápido y entró en mí, frotando con fuerza. Entonces, sentí una especie de liberación. Una luz brilló detrás de mis ojos cerrados y dejé escapar un largo gemido mientras sentía que me golpeaba una corriente eléctrica que nunca había sentido. Era una sensación fuerte, profunda y la más dulce que hubiera experimentado.
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