¡Por favor, sé mi pareja! romance Capítulo 65

Finalmente llegué a nuestro dormitorio e intenté abrirlo en silencio. Pero la puerta no se movía. Supongo que Zaden aún no me quería ahí.

Pena.

Dolor.

Vacío.

Eso era lo que sentía ante su comportamiento. Era evidente que no me quería, pero pensé que nuestra relación había mejorado lo suficiente como para tolerarnos mutuamente.

Me di la vuelta y entré a otro dormitorio.

Ya era pasada la medianoche, pero yo seguía despierta. Después de cerrar mi libro, suspiré y me froté los ojos. ¿Por qué no podía conciliar el sueño? Quise tomar un poco de aire fresco, así que caminé hacia el balcón. La fría brisa nocturna me hizo estornudar al instante.

Volví a sentarme, abrí mi libro y continué leyendo. Sin embargo, mi pequeña concentración no duró mucho. De repente, sentí como si todo mi ser ardiera de dolor, como si miles de agujas intentaran perforar mi cuerpo y mi alma. Rhea estaba sintiendo lo mismo y empezó a aullar en mi mente.

No podía ser mi celo.

Así no se sentía el celo. Esto era otra cosa.

Tal vez mi cuerpo deseaba estar con mi pareja. Era la única razón que se me ocurría.

De alguna manera, logré arrastrarme hacia el dormitorio de Zaden. Levanté la mirada cuando escuché un extraño sonido. Las puertas estaban cerradas.

¿También él sentía dolor? ¿Sentía lo mismo que yo?

¿Qué era eso?

Escuché atentamente mientras observaba a mi alrededor. Nada volvió a pasar, así que me encogí de hombros. Pero luego escuché el mismo gemido. Fruncí el ceño. ¿Alguien estaba en problemas?

Mi peor error fue mirar a través de las puertas. Jadeé y no pude cubrirme los ojos. Los gemidos se intensificaron. Miré una vez más para estar segura. Volví a jadear ruidosamente y me di la vuelta.

Zaden estaba teniendo s*xo con otra mujer en su dormitorio.

Por eso me sentía así, mi pareja me estaba engañando.

Después de entrar a toda prisa a mi habitación, cerré la puerta y las cortinas. Estaba tan conmocionada por lo que acababa de ver que empecé a sentir náuseas. Me tapé la boca mientras intentaba respirar y tranquilizarme.

Estaba furiosa por lo que él acababa de hacer. Incapaz de contener mis náuseas, corrí hacia baño y empecé a vomitar. Luego, me levanté sosteniéndome del inodoro, metí una mano debajo del grifo y me lavé el rostro. Observando mi palidez en el espejo, me maldije a mí misma y a mi destino.