Resumo de Capítulo 92 – ¡Por favor, sé mi pareja! por Internet
Em Capítulo 92, um capítulo marcante do aclamado romance de Hombre lobo ¡Por favor, sé mi pareja!, escrito por Internet, os leitores são levados mais fundo em uma trama repleta de emoção, conflito e transformação. Este capítulo apresenta desenvolvimentos essenciais e reviravoltas que o tornam leitura obrigatória. Seja você um novo leitor ou um fã fiel, esta parte oferece momentos inesquecíveis que definem a essência de ¡Por favor, sé mi pareja!.
Un año…
Había estado un año entero lejos de mi ciudad natal, de mi mejor amiga y mi excompañero. Sin embargo, no cambiaría por nada en el mundo a todas las personas que había conocido, ni a mi entrenamiento para volverme más fuerte y tener el control de mis poderes. Hablando de experiencias inolvidables, los chicos por fin habían encontrado a sus compañeras. Después de un par de meses viviendo con los sin manada, nos informaron que había una parte del territorio que albergaba lobos abandonados y otros seres sobrenaturales que habían perdido a sus familias o no tenían manada y se negaban a volverse unos renegados. Había escuchado mucho sobre ellos, y quería ir para ayudarlos como cuando estaba con mi madre y mi manada. Poder ayudar a los menos afortunados me daba un sentido de propósito. Era verdad que no era muy sociable, pero disfrutaba ayudando a los demás. Me costó un poco convencer a los chicos porque no compartían la misma pasión por ayudar a los menos afortunados que yo, pero pronto fueron conmigo. Apenas entramos en esa parte del territorio, los tres se detuvieron y gritaron “compañera” y por tres me refiero a Kyle, Liam y Damon.
Se apresuraron a seguir los diferentes olores que los guiaron a sus compañeras. Me quedé a un lado con Cole, mirándolos con felicidad y un poco de celos porque yo no tendría un amor así. Fue un momento hermoso, nunca había visto tanto amor en una sola habitación en tan poco tiempo.
Además de encontrar a sus compañeras, descubrimos que dos de ellas tenían hermanos. La compañera de Kyle era de algún lugar de México y tenía tres hermanos trillizos más jóvenes que ella. Se llamaba Ava y sus hermanos eran Taylor, Geoffrey y Bennett.
También estaba la compañera de Damon, Mackenzie, pero todos la llamaban Mickey. Desde el momento en que todos nos conocimos, nos volvimos inseparables. Hicieron que mis duros y agotadores días de entrenamiento parecieran un paseo por el parque. Sabían la verdad sobre mí y me aceptaron con los brazos abiertos, diciendo que me protegerían.
La compañera de Liam se llamaba Chloe y sabía cómo mantenerlo a raya. Durante todo este tiempo, Cole y yo tuvimos la oportunidad de conocernos mejor. Me dijo que su compañera lo había rechazado porque se preocupaba más por sus hermanos que por ella. Me sentía mal por él, pero, con el tiempo, me parecía que había comenzado a sentir algo por mí y yo por él. Ni en mis sueños más alocados hubiera imaginado que sentiría algo por una persona que no fuera mi compañero. Claro, aún no superaba el hecho de que mi verdadero compañero me había engañado. Todavía me sentía herida, pero parecía que la ira a la que me aferraba se desvanecía poco a poco. Supuse que el tiempo sí curaba todas las heridas. Nunca me lo dijo de manera directa, pero era difícil ignorar la forma en que me miraba, me cuidaba, me guiaba y siempre estaba conmigo para protegerme. Sabía que sonaba cursi, pero no me importaba. Él también fue quien me empujó a mis límites durante el entrenamiento. Incluso hubo momentos en los que quise volver con mi anterior manada. A veces sentía la tentación de llamar a Emma y Lorcan. Echaba de menos a mis amigos y a mi familia.
Sacudí la cabeza para salir de mis pensamientos y seguí con mi camino en dirección a la habitación de Liam. Quería preguntarle a qué hora nos iríamos al día siguiente. Cuando llegué, no me molesté en llamar y tan solo entré.
No obstante, ¡fue un gran error! Grité a todo pulmón mientras cerraba los ojos con fuerza y trataba de olvidar la escena que acababa de presenciar.
“¡Mis pobres ojos! ¡Poneos algo de ropa!”, les grité, girando hacia otro lado con los ojos todavía cerrados.
“En fin”, dije entre dientes al recordar por qué había venido a verlo en primer lugar. “¿A qué hora nos iremos mañana?”, pregunté, mirándolo con una ceja enarcada a la misma vez que su compañera comenzaba a empacar sus cosas.
“A las siete. Ahora, vete”, me ordenó con una mirada fija. Levanté las manos para darme por vencida porque sabía lo que estaba a punto de volver a suceder. No necesitaba quedarme para presenciar eso de nuevo, así que salí corriendo en dirección a la sala de entrenamiento. Hoy era mi último día de entrenamiento con Cole, Wendy y Caleb. Cuando comenzamos, lo llevaron fuera de mi límite. No dejaban de decirme que, a partir de ahora, debía estar lista para tomar las decisiones más difíciles. Se aseguraron de que fuera difícil tratar de dominar todos mis poderes.
El anciano Hashmat tuvo otra visión sobre mí. Me pidió que no matara a demasiadas personas a menos que fuera necesario o sacaría a relucir mi lado más violento y oscuro debido a la sangre de demonio que había en mi interior. También me explicó que todavía tenía un poder que aún no había salido a la superficie, pero que emergería en el momento en que más lo necesitara. Mis poderes eran muy variados: agua, tierra, aire, teletransportación, levitación, hipnosis, cambio de forma, lectura de mentes y fuego. Este último era mi elemento más fuerte. También podía drenar la energía de otra persona hasta matarla. Era algo genial, pero no tenía permitido matar a nadie. Claro que podía torturarlos, pero no matarlos.
A lo largo de este año, noté que, cada vez que usaba mis poderes en mi forma de lobo, el color de mi pelaje comenzaba a brillar y parecía como si me rodearan unas llamas azules. También hablaba mucho con Rhea; sobre todo, cuando el estrés y la ansiedad comenzaban a afectarme. Ella me mantenía calmada, diciéndome que yo no estaba sola en todo esto, la tenía a ella y a mis amigos.
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