Você está lendo Capítulo 94 do romance ¡Por favor, sé mi pareja!. Visite o site booktrk.com para ler a série completa de ¡Por favor, sé mi pareja!, do autor Internet, agora. Você pode ler Capítulo 94 online gratuitamente ou baixar um PDF grátis para o seu dispositivo.
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“¡No eran renegados!”, exclamó con urgencia.
“Alfa, alguien cruzó, pero no era una renegada. Dijo que necesitaba hablar contigo”.
“Yo no tomo prisioneros, Beta”. Le gruñí mientras mi lobo comenzaba a salir a la superficie ante la idea de dejarlos vivos.
“Pero, Alfa, es la compañera del Alfa Madden, Luna Selena. Atacaron a la manada Dark Moon”, me informó.
“Tráela aquí de inmediato”, le ordené.
“Sí, Alfa”, respondió.
¿Cómo alguien podía haber atacado a la manada Dark Moon y nadie había escuchado al respecto hasta ahora? No habían enviado ninguna llamada de auxilio. Ellos habían sido unos de los mejores aliados de mi manada cuando reinaba mi padre e incluso me apoyaron cuando me convertí en el Alfa. Aunque no había estado en contacto con Madden y su manada en los últimos años, sabía muy bien que no eran pocos ni débiles. ¿Cómo podrían haberlos vencido unos renegados?
Después de unos diez minutos pensando en qué podría haber pasado, escuché unas voces a lo lejos. La voz de mi Beta guiaba a la pobre Luna en dirección a la casa.
Salí de mi estudio lo más rápido que pude y bajé las escaleras hasta que llegué a la puerta principal de roble sólido. Entonces la abrí sin pensarlo para darle la bienvenida a Luna Selena. Sin embargo, en cuanto la abrí, no me fijé en ella. Todo lo que podía ver eran unos ojos profundos de color azul a su lado que reflejaban tristeza y buscaban consuelo. Miré su rostro suave y noté unas lágrimas silenciosas que caían por sus mejillas. Lucía muy pequeña e indefensa mientras se aferraba más cerca a los brazos de la Luna.
“Los ojos de esa cachorra me recuerdan a nuestra compañera”, comentó Henrar en mi cabeza. “¡Protégela!”, gritó.
“¿Qué? ¿A qué te refieres?”, pregunté confundido
“Debemos proteger a esa cachorra porque me recuerda a nuestra compañera”, explicó de nuevo.
“Tienes razón, sus ojos me recuerdan a los de nuestra hermosa compañera”. Dudé un poco en darle la razón, pero respondí para calmar su comportamiento agitado.
“Alfa”. Una voz me sacó de mis pensamientos y miré en dirección a la mujer.
“Luna Selena”, la saludé. Su rostro y su ropa estaban cubiertos de sangre seca, y el barro salpicaba su piel. Sujetó a la niña más cerca de ella cuando notó que me había interesado en la pequeña en cuanto la vi. “Entrad”.
Sostuve la puerta para ella mientras entraba con duda. Mi Beta la acompañó al interior de la casa y de regreso a mi estudio mientras yo los seguía desde atrás. Miré los ojos de la pequeña cachorra que sostenía y la niña me devolvió la mirada con la misma fascinación.
“Es aquí”, le indicó Lorcan mientras abría la puerta y esperaba a que entráramos.
“Por favor, siéntate”, ofrecí. Tomó asiento de inmediato, colocando a la pequeña en su regazo. Rodeé el escritorio y me senté en mi silla mientras que Lorcan se sentó a su lado. Antes de que cualquiera de nosotros pudiera decir una palabra, la puerta se abrió de nuevo y entró la compañera del Beta, Emma.
No dio más de cinco pasos antes de poner una mueca de incomodidad tan pronto como me vio. Ella había sido de gran ayuda después de que mi compañera se fue.
Los cachorros con los que Riven jugaba la echaban mucho de menos, así que Emma se ofreció como voluntaria y jugaba con ellos cada vez que tenía tiempo. Dejaba todo e iba al lago más cercano donde mi compañera y ella pasaban tiempo juntas. Por ahora, se ocupaba de los deberes que eran de Riven.
Su cabello cubría sus ojos, pero sabía lo que reflejaban, rabia.
Desde que había perdido a mi compañera, ella comenzó a actuar diferente. Ambas habían sido tan unidas como hermanas. Ella fue una de las primeras en salir a buscarla. No obstante, después de seis meses de búsqueda, regresó muy diferente. Ya no era la misma persona que se había ido para buscar a mi compañera. Se negaba a estar en la misma habitación que yo por más de cinco minutos sin poner una excusa para irse. Parecía tan enfadada conmigo como yo mismo por su pérdida.
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