Resumo de Capítulo 99 – Capítulo essencial de ¡Por favor, sé mi pareja! por Internet
O capítulo Capítulo 99 é um dos momentos mais intensos da obra ¡Por favor, sé mi pareja!, escrita por Internet. Com elementos marcantes do gênero Hombre lobo, esta parte da história revela conflitos profundos, revelações impactantes e mudanças decisivas nos personagens. Uma leitura imperdível para quem acompanha a trama.
Punto de vista de Zaden
Me quedé perplejo mientras me observaba con el mismo fuego en su mirada que había visto en ella cuando nos conocimos. Le encantaba hacer las cosas que me molestaran, pero lo disfrutaba en el fondo.
Antes, me divertía con nuestras peleas, sobre todo con el modo en que me miraba furiosa cuando la llamaba cachorra. Ella era todo menos una cachorra.
A veces la presionaba a propósito y algunas veces era demasiado duro con ella sin querer. Todo con tal de poder presenciar la mirada en esos ojos que eran capaces de contener una gran tormenta dentro de ellos.
Me di cuenta demasiado tarde de cuánto la necesitaba. La idea de que me dejara de nuevo se sentía como si alguien me clavara un cuchillo en el pecho.
Le había rezado muchas noches a la Diosa de la Luna para que regresara y pudiera redimirme de los errores que había cometido.
Yo no era una persona emocional. Me había vuelto frío como una roca al presenciar la condición de mi padre cuando mi madre murió.
Tristeza, sufrimiento, enojo, rabia, locura.
Se había convertido en una máquina de matar. Incluso estuvo cerca de asesinar a mi hermano, pero los guerreros y yo lo detuvimos.
No quería convertirme en alguien así, por lo que decidí que nunca amaría a nadie. Mi prioridad sería solo mi manada y mi propia familia.
Quise encontrar a mi compañera lo antes posible solo para que ella pudiera cuidar de mi manada. Nunca la quise para mí, pero todo me salió mal. Deseaba una Luna obediente para mantener a salvo a mi manada, pero lo que obtuve fue una mujer desafiante y de la que me terminé enamorando. Era difícil mantener mis emociones bajo control cuando estaba cerca de ella. Cada sentimiento que había enterrado dentro de mí cuando sepulté a mi madre resurgió con tanta fuerza que a veces perdía el control.
Sin embargo, la mirada en sus ojos me decía que ya no quería nada conmigo.
¿Por qué? ¿Qué había hecho?
No me alejé de ella, sino que me acerqué con pasos confiados.
No podía mantenerme lejos de ella, sobre todo porque no la había visto por un año entero. Quería tocar su piel y volver a sentir las chispas de placer. Anhelaba pasar mis dedos entre su cabello. Ahora era de otro color, pero le quedaba bien. ¡Era perfecta!
“Si soy un cerdo doble cara, ¿por qué volviste?”, pregunté en voz baja, pero no tanto para que pudiera escucharme.
“Quiero respuestas, Alfa Zaden”, respondió, mirándome a los ojos.
“¿Por eso viniste, pequeña? ¿Qué respuestas necesitas?”. Me acerqué más hasta que su cuerpo casi tocó el mío. Ella tragó saliva, pero se mantuvo firme en su lugar.
Este era otro motivo para amarla.
“Ya no soy tuya, Zaden. ¡Te rechacé!”, exclamó.
“Pero nunca acepté tu rechazo. Te di la oportunidad de rechazarme cuando nos conocimos y te dije que, si no lo hacías en ese momento, no dejaría que te fueras de mi lado”.
“No me importa. Si nunca quisiste que me fuera, ¿por qué me engañaste? No eres más que un perro”.
“¿De qué estás hablando? Nunca te engañé”.
“¿En serio vas a seguir fingiendo? Debo admitir que actúas muy bien”.
“No me hables con indirectas, Riven. Nunca te engañé”.
“¡Te vi, Alfa Zaden! Sufrí mientras te estabas f*llando a otra mujer. Se sintió mucho peor cuando te vi coqueteando con ella frente a toda la manada mientras que yo estaba sentada justo a tu lado. Siempre me evitaste como si fuera una plaga, pero no dudaste en f*llarte a esa p*rra. Nunca me respetaste ni confiaste en mí ni me amaste como debería haberlo hecho un compañero, ¡y ahora actúas como si no hubiera pasado nada!”, gritó enfadada. Sus fosas nasales se ensancharon y su pecho se movía agitado. Tenía los puños apretados y todo su cuerpo estaba temblando. Me acerqué a ella al verla tan angustiada y levanté la mano para tocar su hombro.
“Te dije…”. Me miró y sus ojos se oscurecieron aún más. “¡que no me tocaras sin mi permiso!”. Me quedé quieto como un id*ota, observándola mientras trataba de tranquilizarse. Me sentía como un est*pido que trataba de procesar lo que acababa de decir su compañera.
“¿Cree que la engañamos? ¡¿Pero por qué?!”. Henrar rugió en mi interior.
Comentários
Os comentários dos leitores sobre o romance: ¡Por favor, sé mi pareja!