Luis no paraba con el chisme, y parecía que nunca iba a acabar.
Dentro de la oficina, los demás también seguían echando relajo, armando un alboroto tremendo.-
Daisy no alcanzaba a escuchar lo que Oliver decía, sólo sentía cómo el estómago se le retorcía de dolor.
Pero esa punzada ni siquiera se acercaba al dolor que le apretaba el pecho.
Diez de octubre.
El mismo día en que acabó hospitalizada por intoxicación alcohólica y perdió a su bebé.
Mientras ella, sola, peleaba por su vida al borde de la nada, él estaba ahí, reavivando el fuego con el amor de su vida.
—Señorita Ayala, ¿se siente bien? ¿Le pasa algo? —le preguntó una mesera, sorprendida al verla agachada en el suelo, pálida como papel.
Daisy le pidió que por favor llamara a una ambulancia.
Ya recostada en la camilla, empapada en sudor frío, recibió la llamada de Oliver.
En cualquier otro momento, aunque estuviera agotada o a punto de quedarse dormida, habría contestado su llamada sin pensarlo.
Pero ese día el dolor la había sobrepasado.
Tan fuerte, que ya no le importaba nada. No quería nada.
Ni siquiera a Oliver.
...
Daisy pasó cinco días internada en el hospital por una gastritis severa.
Todo por no haberse recuperado bien después de la intoxicación y el aborto.
Durante todo ese tiempo, Oliver no la buscó ni una sola vez.
Ni siquiera un mensaje.
Tal vez, en el mundo de Oliver, ella nunca había sido importante. Siempre estuvo de más.
Sólo que hasta ahora ella no se había dado cuenta.
El lunes, Daisy se reincorporó al trabajo. Miguel Sánchez llegó con su aire misterioso a platicar el último chisme.
—Daisy, ¿ya te enteraste? ¡En Grupo Prestige va a entrar alguien nuevo por recomendación directa! ¡Y es mujer!
—¿Recomendación directa? —Daisy frunció el ceño, dudando de la noticia.
Oliver siempre había sido estricto con el personal. Incluso Daisy, para entrar a Grupo Prestige, tuvo que empezar desde abajo, como practicante.
La empresa jamás había aceptado a alguien por palancas.
Pero Miguel estaba convencido.
—¡Te lo juro! Vi el nombramiento firmado por el presidente Aguilar con estos ojos. ¡Nueva directora del Departamento 3 de Inversiones!
El corazón de Daisy dio un vuelco.
—¿Qué dijiste?
Daisy inhaló hondo.
—La nueva directora se llama Vanesa. Es la que va a tomar el cargo del Departamento 3 de Inversiones.
—¡Sí, sí! ¡Ese es el nombre! ¿La conoces, Daisy?
—No, no la conozco.
Tomó el vaso y fue a llenarlo otra vez.
La noticia del nuevo nombramiento se regó por toda la empresa y mucha gente se acercó a Daisy para pedirle que confirmara el rumor.
Daisy terminó agotada de tantas preguntas, la paciencia se le acabó y explotó.
—Si tienen tanta curiosidad, ¿por qué no van y se lo preguntan directo al presidente Aguilar?
Apenas terminó de hablar, la oficina se quedó en silencio unos segundos, hasta que se escuchó la voz suave de una mujer.
—Oli, parece que tus empleados tienen un carácter bastante fuerte.
Daisy giró hacia donde venía la voz y se topó con una escena que le quemó la vista: una pareja parada, hombro con hombro.
Después de varios días sin verlo, Oliver la miró de reojo, con una expresión impasible, y presentó a la mujer que estaba a su lado.
—Les presento a la nueva directora del Departamento 3 de Inversiones, la directora Espinosa. De ahora en adelante, ella estará a cargo de todos los proyectos del departamento.

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