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Siete Años para Olvidar romance Capítulo 78

—Presidente Domínguez, presidente Aguilar está buscando a la directora Espinosa. Mejor deje que ella salga primero, yo me quedo a tomar con usted —Daisy sonrió, colocándose frente a Vanesa para protegerla.

El presidente Domínguez entrecerró los ojos, evaluándola con una mirada que incomodaba.

Aunque Daisy también le parecía atractiva, no podía evitar sentir disgusto al ver cómo la presa se le escapaba justo cuando estaba a punto de conseguirla.

En el mundo de los negocios abundan las reglas no escritas que nadie se atreve a mencionar, y era obvio que Daisy las conocía. Sin embargo, aun así, insistía en arruinarle el momento.

Eso lo hizo enfurecer.

Sin pensarlo más, tomó su copa y le arrojó todo el contenido a Daisy en la cara.

—¿Quién te crees? ¿Por qué tendría que darte el gusto? No eres más que una simple secretaria, ¿con qué derecho vienes a organizarme la vida?

Daisy no tuvo tiempo de reaccionar; el líquido frío le cayó en la cara y se deslizó por su cuello, empapando su ropa. Sentía el frío colándose por la piel, pero eso, de alguna manera, la ayudó a mantener la calma.

—Presidente Domínguez, ya le tiró la copa, ya se desquitó. Ahora me la llevo conmigo. Le recomiendo que descanse, no queremos molestarlo más.

Sin mirar atrás, tomó del brazo a una Vanesa que apenas se sostenía en pie y la sacó del lugar, ignorando los insultos y gritos que el presidente Domínguez soltaba tras ellas.

...

Al final del pasillo, Oliver y Luis se acercaban apresurados.

Apenas los vio, Luis alzó la voz, visiblemente preocupado.

—¡Vane!

Vanesa, que hasta ese momento parecía tan débil que necesitaba apoyo, reaccionó al escuchar la voz de Luis. De golpe, apartó a Daisy y corrió directo hacia Oliver.

Oliver la recibió con los brazos abiertos, envolviéndola en un abrazo protector.

Daisy, en cambio, salió empujada y fue a dar contra la pared. El golpe la dejó aún más descompuesta, y la escena no podía ser más humillante para ella.

Cuando logró recuperarse, ya Oliver tenía a Vanesa bien protegida entre sus brazos, mirándola con preocupación.

—¿Estás bien? —preguntó, inclinándose para verla a los ojos.

Vanesa tenía los ojos rojos, como si acabara de vivir una pesadilla.

—Yo no sabía que el presidente Domínguez iba a pasarse de la raya… —sollozó, con voz temblorosa.

De pronto, el presidente Domínguez apareció, interrumpiendo la escena con su voz retumbante.

—¡Ay, presidente Aguilar! Disculpe, es que andaba medio pasado de copas y confundí a las personas. Usted sabe que mi aguante no es el mejor con el alcohol. Por suerte no pasó nada grave, pero de verdad, discúlpeme.

Vanesa, al escuchar su voz, se sobresaltó y se refugió aún más en el pecho de Oliver.

Oliver la abrazó con fuerza, lanzándole una mirada dura a Domínguez.

—Presidente Domínguez, debería moderarse con el alcohol.

—Sí, sí, claro. Voy a recordar su consejo, presidente Aguilar.

—Oli, me siento mal… —Vanesa habló con voz temblorosa, casi como si buscara protección.

El rostro de Oliver se endureció todavía más. Sin perder tiempo, ignoró por completo a Domínguez y sacó a Vanesa de ahí, dejándole todo el desastre a Daisy.

Aunque sabía muy bien el tipo de persona que era el presidente Domínguez, a Daisy la dejó sola, sin dirigirle ni una palabra de apoyo.

Daisy sintió cómo la invadía un vacío absoluto, como si estuviera atrapada bajo una losa pesada que no le permitía ni siquiera respirar.

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