Una madre soltera para el CEO millonario romance Capítulo 13

POV NOEL

—Y solo nos quedaremos por aquí, señorita, porque si salimos, nos congelaremos —bromeo con mi hija al sentarnos alrededor de la mesa blanca que estaba frente a un enorme ventanal que nos dejaba observar el jardín trasero de la casa—. Las seis… él ya debe de estar por llegar… ¿crees que sea buena idea esperarlo en la entrada?... Mmmm… no, ¿verdad?... Aunque es el hombre que nos ayudó, sería un bonito gesto de agradecimiento o… algo así —susurro al mirar a mi bebé y acomodar su ropita—. A veces, siento que Demetrius es un poco extraño… —confieso de pronto—, no sé… parece como si algo lo… molestara, o entristeciera o no sé… tal vez los dos. No sé qué es, tampoco puedo preguntar; es muy indiscreto, así como incómodo —sonrío—. Solo espero que sea lo que fuese lo que lo aqueje, se termine pronto. El hombre es una buena persona, no merece estar triste por algo y ¿sabes qué? ¡SÍ! ¡IREMOS A ESPERARLO EN LA ENTRADA! —exclamo decidida al tomar a Valentina en mis brazos—. Sí, mi amor, iremos a esperar al señor de los ojos grises —concluyo al ponerme de pie para ir a la sala.

Llego a esta e, inmediatamente, me acerco a observar el hermoso piano Forte que el dueño de la casa tenía.

—Es uno muy hermoso —susurro con admiración—. No es un modelo común; este piano fue mandado a fabricar de manera exclusiva, estoy completamente segura de eso —musito al continuar admirándolo—. ¡Lo sabía! ¡Fue mandado a hacer de manera exclusiva! Ahí está la marca, solo hay uno como estos en el mundo y la historia de Forte. ¿Por qué lo sé?... Porque mamá tenía un piano igual con esta marca, mi amor… —le explico a mi hija— y estoy segura de que en la caja o la tapa debe de haber una dedicatoria, pero no tenemos permiso para tocarlo. Ha de ser algo muy valioso para él. Lo cuida con mucho recelo. Aunqueee… también puede estar en el atril… —sugiero al acercarme aquel y ver si encuentro alguna dedicatoria o nombre, pero no, no hay nada.

—VARKSOV

—¡Ah! Ay dios… —me sobresalto; y me giro a ver a la puerta.

Al hacerlo, me encuentro con él, con el hombre de los penetrantes ojos grises observándome muy, pero muy serio.

—¿QUÉ HACE USTED AHÍ?

—Ah… yo… solo observaba el piano; no lo he tocado —aclaro de inmediato—. Solo… lo admiraba —confieso algo apenada—. Es muy hermoso; de verdad que lo es. Es un modelo exclusivo ¿no es así?

—Sí, así es —responde igual de serio.

—Sí… creo que ya lo sabía —musito algo nerviosa y apenada— Es un bonito modelo…, tiene usted buen gusto, Demetrius.

—Por favor, aléjese de ahí…

—¿Qué?

—ALÉJESE DEL PIANO

—Ah… entiendo, entiendo —musito algo extrañada y avergonzada al hacerle caso—. Lo lamento, mi intención no fue…

—No vuelva a acercarse a ese pieano. Recuerde; es una de las reglas.

—Sí, lo sé. Lo lamento una vez más.

—Está bien —relaja su gesto.

—Disculpe…

—Bien…

—Bueno, yo regreso a mi habitación. Que tenga buena noche, señor Hills…

—Igual…

—Bien… —susurro; y me retiro algo incómoda y apenada.

Voy a mi habitación y me encierro para poder olvidar el incidente de la sala.

—Sí, creo que tal vez no fue una buena idea esperarlo… —hablo con mi hija mientras la recuesto sobre mi colchón—. Gracias por siempre escucharme, Valentina. Aparte de ti, no sé con quién más hablar en esta casa. Las mucamas parece que me odiaran, a excepción de Stella; ella sí m trata bien, pero no logro entender a las demás. Como sea, no importa, tú eres la mejor compañía que puedo tener en mi vida y dios… no sabía lo que era ser madre, pero es… absolutamente hermoso y… tengo que confesarte algo y es que, hasta ahora, tengo mucho miedo de no hacerlo bien, pero te prometo que daré todo de mi por ser la madre que mereces —preciso firme; y le doy un beso.

De repente, escucho que tocan mi puerta.

—Adelante… —respondo— debe ser Stella que nos ha de estar trayendo la cena.

—Varksov, soy yo… Demetrius.

—Debo abrir, mi amor. Ya regreso —señalo; y voy a la puerta—. Señor Hills, buena noche

—Buena noche…

—¿EN qué puedo ayudarlo? ¿Hay algún evento al cuál asistir?

—No, no… por el momento, no

—Entonces dígame en qué lo puedo ayudar.

—Yo… quería pedirle disculpas por la actitud que tuve hace un rato

—No, descuide, No tiene por qué preocuparse. Comprendo en que ese piano sea muy importante para usted.

—¿Cómo dice?

—Lo cuida con mucho recelo. Tranquilo, comprendo que ha de ser importante para usted. Lamento mucho haber estado husmeando.

—No… el piano sí es importante

—Lo sé, descuide y me disculpo una vez más

—Le perteneció a mi padre

—Entiendo. Es un gran piano.

—Es el único recuerdo que me queda de él.

—Demetrius, no debe darme explicaciones. Soy yo quien le debe una disculpa. No podía cercarme a ese piano; era una de las reglas. Lamento haberla incumplido.

—Está bien; no hay problema.

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