POV NOEL
—Demetrius —susurro sobre sus labios al sonreír complacida, después de aquel beso que me había regalado
—Noel…
—Demetr…
—No…, esto no está bien, no
—¿Demetrius?
—Esto no está bien, esto no está bien
—Demetrius, ¿qué pasa? ¿qué sucede?
—NO, esto no está bien. Esto no puede suceder —articula preocupado al separarse completamente de mí.
—Demetrius, de verdad, me estás preocupando demasiado. ¿Qué pasa? ¿Qué es lo que no puede suceder?
—Yo… no puedo
—Demetrius…
—No, no, no… no te acerques —pide ofuscado, con la respiración mucho más agitada; y aquello me preocupa a niveles muy altos.
—Demetrius, necesitas calmarte. Dios… me estás preocupando de verdad, no estoy entendiendo nada
—Yo no debería estar aquí, no
—Demetrius…
—Yo no debo estar aquí —parece reclamarse; y sale del baño.
—¡Demetrius! ¡espera! —exclamo preocupada al ir detrás de él, pero me detengo antes de salir del baño.
Regreso hasta donde estaba Valentina, la termino de bañar, la llevo a mi cama y llamo a la enfermera (quien ya tenía una habitación en la casa).
—Señora, ¿sucede algo?
—Por favor, necesito que la cuides por un momento, ¿sí?
—Claro que sí, señora. Será un placer…
—Gracias —contesto; y regreso mi mirada a Valentina—. Mi amor, te prometo regresar tan pronto como termine de hablar con él —susurro, le doy beso, ella sonríe y, finalmente, salgo de mi habitación rumbo a la de Demetrius.
Llego a las escaleras y me debato entre subirlas o no, ya que aún no había sido claro en si yo podía o no estar en aquel lado con total libertad.
—Esta es una emergencia —susurro; y sin más, voy a toda prisa hasta su habitación.
Llego a aquella y no escucho nada.
—¿Demetrius? —toco la puerta, pero nadie responde—. Demetrius, soy yo, Noel
—Vete, Noel…
—Demetrius, no me iré
—QUE TE VAYAS, NOEL —responde exasperado.
—NO ME IRÉ, DEMETRIUS. NO ME IRÉ SABIENDO CÓMO ESTÁS AHORA
—YO ESTOY BIEN, ¡YA VETE!
—Demetrius, por favor, abre la puerta.
—Tú no debes estar aquí, Noel
—Lo sé, Demetrius. Sé que aún tengo prohibido venir a tu habitación, pero, por favor, abre esa puerta…
—No… —articula; y creo escucharlo llorar— no puedo hacerlo
—Demetrius… —exhalo muy preocupada al pegarme a su puerta y colocar mi frente sobre ella—, por favor, abre la puerta… Puedes hablar conmigo
—No, Noel…
—Demetrius, ¿me obligarás a que despierte a todo el mundo para que me ayude a abrirla?
—Nadie tiene la llave
—Entonces la tiraremos —señalo muy firme; y él vuelve a llorar—. Demetrius, por favor
—VETE, NOEL. NO DEBES ESTAR AQUÍ.
—No lo haré.
—¡LO HARÁS! ¡TE LO ESTOY ORDENANDO!
—No obedeceré
—NO ME RETES, NOEL
—Me quedaré aquí, esperándote —preciso; y procedo a sentarme en el piso.
Me recuesto sobre la puerta y comienzo a jugar con ella con mis dedos.
—¿Noel?
—Aquí estoy…
—TE DIJE QUE TE FUERAS
—Demetrius…
—DIJE QUE TE VAYAS —articula al tomar mi brazo y comenzar a dirigirme hasta las escaleras.
—¡Demetrius! ¡No! ¡No me iré! ¡No te dejaré así! —forcejeo.
—¡QUE TE VAYAS JODER!
—¡NO LO HARÉ! ¡ENTIENDE ESO! —me suelto de su agarre
—¡LÁRGATE!
—¡NO!
—¡LÁRGATE!
—¡NO LO HARÉ!
—¡QUE TE VAYAS! —vuelve a tomar mis brazos y me hace bajar todas las escalers.
—Demetrius, me estás lastimando.
—¡VETE! —exclama de pronto y me tira al piso.
—Demetrius —articulo asombrada por lo que acababa de hacer.
Lo miro; y veo más lágrimas brotar de sus ojos.
—Demetrius
—Vete, Noel… —pide con mucho dolor—. Ve a tu habitación, agarra tus cosas, toma a tu hija y vete…
—¿Qué has dicho?
—Lo que has oído, Noel Varksov. Vete…, vete de aquí y…
—Demetrius, no estás hablando en serio, ¿cierto? —pregunto dolida por lo que acababa de decir—. ¿Demetrius?
—Váyase, Varksov…, y… y no vuelva jamás por aquí
—No puedes estar hablando en serio… Demetrius —articulo nerviosa cuando lo veo darse media vuelta—. ¡Demetrius!... ¡Demetrius! ¡Mírame! No estás hablando en serio
—Adiós, Noel —es lo último que articula; y sube las escaleras hasta perderse en el pasillo izquierdo, sin importarle más que volver a encerrarse en su habitación, dejándome a mí tirada en el suelo, muy desconcertada y con el corazón hecho mil pedazos…
Y también pensando a dónde iría con Valentina para mantenerla protegida de Mezzla y mi padre.
—Demetrius… —susurro; y empiezo a llorar por la preocupación de no saber a dónde llevaría a Valentina y porque… yo…, realmente, me había enamorado perdidamente del hombre de ojos grises—. Demetrius…

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