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Una madre soltera para el CEO millonario romance Capítulo 24

POV NOEL

—Sí, mi amor, ya estás súper grande…, súper grande —acoto con alegría mientras levanto a Valentina en brazos como si fuera un ave…— Woooo ¿Quién es el ave más hermosa? Sí, tú, mi amor —señalo; y ambas reímos mientras yo la vuelvo a abrazar.

Había pasado ya unos meses desde que salí de la casa de Demetrius y había ido a vivir con Maximun y su familia en un espacio apartado de su casa principal; lo único que compartía con su familia era el jardín, ya que no quería incomodarlos de alguna forma. Hoy… hoy Valentina cumplía ya sus 8 meses de nacida y estábamos esperando a Demetrius para partir el pastel que yo le había preparado al amor de mi vida.

Demetrius, apenas y nos llevaba visitando 3 semanas, ya que me había negado a verlo. Sentía que yo debía estar sola y él también. No obstante, sí dejaba que viese a Valentina desde hace 2 meses, puesto que ella lo había extrañado mucho durante las 2 primeras semanas en las que empezamos a vivir en la casa de Maximun.

Me gustó que Demetrius no insistiera en hablar conmigo, me gustó que… respetara mi decisión, la cual fue la mejor que pude haber tomado. Me dio tiempo para pensar en lo que sentía por él y en lo que debía hacer al respecto.

—¿Qué pasa, mi amor? —pregunto cuando mi hija ha empezado a brincar sobre mis muslos y a sonreír como si hubiese visto algo maravilloso.

Ante ello, miro hacia donde ella tenía su mirada y me encuentro con el hombre de increíbles ojos grises del cual, no podía negar, aún seguía enamorada.

—Neeenaaa —alarga Demetrius al venir hacia ella; y Valentina se le lanza a los brazos como de costumbre.

—Lo reafirmo; esta niña me va a matar de un susto, cualquier día, si sigue tirándose así —preciso; y Demetrius ríe ligeramente.

—No, Valentina no hará eso, ¿verdad, nenita? Tú no le harás eso a mami, ¿no es así? —le pregunta al mirarla a los ojos y mi hija grita de felicidad mientras lleva sus manos al rostro del hombre que parecía ser… su padre—. Mi amor, me vas a asfixiar —se queja Demetrius; y yo sonrío mientras Veo a Valentina jugar con los cabellos de Demetrius.

—Hola, Noel —saluda de pronto; y yo lo miro.

—Hola, Demetrius —nos tratamos con formalidad.

—¿Cómo estás?

—Muy bien, gracias…

—Me alegra… mucho…

—Gracias —sonrío; y él también lo hace.

—Yo… le traje algo a Valentina, ¿me ayudas?

—Claro que sí —contesto al tomar la enorme bolsa que tenía colgada en su antebrazo—. Pero ven aquí, toma asiento. Maximun, Catalina, Adrien y Liam no tardan en venir.

—La mesa está muy linda. ¿La decoraste tú?

—Sí… yo lo hice —sonrío; y él vuelve a corresponderme.

—¿Qué nena cumple ocho meses hoy? Dime, Valentina, ¿Qué nena cumple ocho meses hoy? Siiii… ¡tú! ¡tú cumples ocho meses hoy! ¡tú cumples ocho meses hoy! —exclama al hacerle suaves cosquillas con sus manos; y yo río contenta al ver a mi hija tan feliz y riendo—. ¡Siiii! Tú cumples ocho meses, ocho meses, ¡ocho meses!

—Demetrius, ya basta… la vas a asfixiar…

—Sí… perdóname

—Tranquilo, era una broma…

—No, tú tienes mucha razón —me sonríe—. Ya, Valentina, tranquila, nena —le pide, pero mi hija continúa riéndose; y contagia a Demetrius su risa—. Valentina, tranquila…

—Aaaaaaaaah —grita mi hija, muy contenta, al apretar los cachetes de Demetrius con sus pequeñas manos.

—Me está doliendo, Valentina, suél… tame… —ríe

—Aaaaaaaa aaa aaaaah —ríe ella también.

—Nena, ya…, me dejarás doliendo los cachetes

—Aaaaaa aaa pa… papa… pa… —articula de pronto; y Demetrius y yo nos quedamos impresionados.

—¿Acaso ella?

—¿La escuchaste, Noel?

—Sí, sí… yo…

—¿Dijo “papá”?

—Pues yo creo que…

—Pa pa —repite mi hija nuevamente; y Demetrius la mira emocionado.

—¿Dijo “papá” antes que “mamá”?

—Tranquila, no te pongas celosa…

—No, no estoy celosa…, bueno sí lo estoy, pero… dios… —sonrío— es su primera palabra…

—¿Su primera?

—Sí, su primera palabra, Demetrius

—¿Dijo “papá”? ¿Papá es su primera palabra?

—Sí… lo es —informo; y él sonríe contento para después abrazar a nuestra bebé.

—Sé que es mucho, pero vamos… dilo otra vez, nena… PA PÁ… PAPÁ PAAAPÁ Vamos, una vez más para grabarte —suplica; y Valentina solo ríe—. Vamos, nena, una vez más…

—No la presiones, Demetrius…

—Perdón, lo siento, yo… no puedo creer que haya dicho “papá” no sé si eso…

—¿No sabes si eso…?

—¿No te molesta?

—¿Molestarme? ¿Por qué habría de molestarme? No te voy a negar que me siento un poco celosa porque dijo “papá” antes que “mamá”, pero… estoy muy feliz de que haya articulado su primera palabra…

—¿No te molesta que me haya dicho papá?

—Claro que no, Demetrius. Para Valentina, tú… eres su figura… eres su figura… —no sabía si era apropiado decirlo.

—¿Soy su papá?

—Tal parece que así te ve ella

—Yo… me siento… feliz por eso —confiesa algo apenado; y yo sonrío.

—Gracias…

—Gracias a ti por no haberme separado de ella mucho tiempo. La extrañé demasiado las primeras semanas.

—Y ella a ti, créeme…

—Gracias… —susurra; y yo no hago más que responder con una suave sonrisa.

—¡Y aquí estamos!

—Maximun…

—Demetrius, hermano, qué bueno que estés aquí y… TEMPRANO…

—No iba a perderme el pastel de los ocho meses de esta nena…

—Aaaa —ríe Valentina cuando Demetrius le hace cosquillas en su cuello con su barba.

—¿Y cómo está la bebé más hermosa de esta casa?

—Muy bien, tío Maximun —responde Demetrius como si fuera un bebé; y todos nos reímos.

Luego, todos pasamos a la mesa que había ordenado en el jardín y celebramos los ocho meses de mi hija. Valentina parte el paste con mi ayuda y la de Demetrius; y después, juega con Liam (el hijo menor de Maximun y quien tenía 1 año y 8 meses). Los niños se cansan y Catalina lleva a sus hijos a dormir, no sin antes despedirse. Maximun ayuda a cargar a Liam y toda la familia va a descansar.

Yo me quedo a solas con Demetrius y Valentina otra vez, pero mi bebé ya estaba muy cansada también; y muestra de ella eran sus suaves bostezos.

—¿La puedo acostar yo?

—Claro que sí…

—Noel…

—Dime…

—¿Puedes ayudarme con su regalo?

—Claro que sí —contesto al tomar aquel.

Los tres vamos a la habitación (Demetrius cargando a Valentina) y él la acuesta suavemente en la enorme cama en la que yo dormía con ella.

—Es un ángel…

—Lo sé… —susurro al acostarme a su lado y acariciar su naricita.

—Yo… quería que ella se lo probara…

—¿Qué cosa?

—Le compré algunas cosas, pero creo que no podré enseñárselas. ¿Tú lo podrías hacer mañana por mí?

—Podemos esperarte para que tú mismo se las muestres

—Tranquilo… no hay problema…, gracias… —murmuro al tomar la caja que me estaba entregando—. ¿Qué es?

—Ábrelo

—Mmmm… está bien —sonrío nerviosa— Demetrius… wao…

—¿Te gusta?

—¿Co… cómo lo supiste?

—Bueno, ese día, en el que estabas cocinando, dijiste que “si tan solo las tuvieras” el plato se vería espectacular, así que averigüé dónde vendían esas pinzas para decorar platos y las compré.

—Demetrius… gracias

—No fue nada

—Gracias por escuchar y estar atento… y… por haber venido aquí hoy

—No podía perderme el celebrar los ocho meses de Valentina

—Eres… muy importante para ella…, lo sabes, ¿cierto?

—Ella es muy importante para mí… al igual que tú, Noel

—Demetrius

—Y sé que no quieres verme aún y mucho menos regresar a la casa, yo entiendo.

—Gracias

—Pero quiero recordarte que, cuando quieras, Valentina y tú pueden volver a ella. Siempre serán bienvenidas.

—Te lo agradezco… —susurro; y sonrío para después observar que mi pequeña hija había caído completamente rendida a los brazos de Morfeo, en el pecho de Demetrius.

Al notarle, el imponente y atractivo hombre la vuelve a acostar sobre la cama y se le queda viendo fijamente y con… amor.

—Creo que ya debo irme…

—Tú… ¿no quieres quedarte aquí hoy? Ya es muy noche y… tu casa queda bastante lejos de aquí

—No quiero incomodarlas

—No incomodas, Demetrius. Aparte, la cama es bastante amplia y Valentina ya no soltará tu mano —preciso; y el dirige su mirada a su mano izquierda.

—¿Cuándo la atrapó?

—Puedes quedarte si deseas

—¿Estás segura de que no te incomodo?

—Claro que no. Puedes quedarte.

—Gracias…

—Yo iré a ponerme la pijama y regreso.

—Sí —contesta.

Luego, voy al baño, tomo una ducha rápida y cuando regreso a la habitación, me encuentro con la imagen más tierna que haya podido ver.

Valentina duerme con Demetrius y tiene sus manitos escondidas en el cuello de este; y él sostiene uno de sus piecitos suavemente. Ambos están rendidos, completamente dormidos… ¿y cómo no? Si estuvieron toda la tarde jugando.

Los veo atentamente y me doy cuenta de que Demetrius tiene su corbata y los zapatos puestos. Ante ello, me debato en si quitárselos o no. Al final, decido que sí, ya que, si no, de otro modo, aquel despertaría cansado por tener aquellas prendas.

Voy a su lado, le quito la corbata, los zapatos, desabotono los primeros botones de su camisa, le quito su cinturón y, finalmente, coloco toda su ropa a un lado. Luego, yo voy al otro lado de Valentina; y me acuesto a cuidar de sus sueños.

—¿Noel?

—¿Sí, Demetrius?

—Buenas noches… —musita somnoliento; y yo sonrío.

—Buenas noches, Demetrius…, descansa —le pido; y él sonríe sereno.

Lo veo acomodarse sobre el colchón y noto que aquel se encontraba extrañamente tranquilo…, muy calmado y disfrutando de sus sueños al lado de mi bebé.

Al ver aquella imagen, solo pienso en que tenía razón. Demetrius es un gran hombre…, un gran hombre atormentado por algo, pero… un gran hombre, al fin y al cabo. Un hombre con mucho cariño y amor para dar, pero el cual, por aquel tormento que yo desconocía, se resistía a dar en muchas ocasiones, aunque con Valentina, ya casi no lo ocultaba. Al parecer, mi hija estaba rompiendo aquella tormentosa barrera.

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