POV NOEL
—Buenos días…
—Buenos días, Demetrius. Siéntate
—¿Desde qué hora están despiertas?
—hace como una hora. Valentina sigue despertándose muy temprano.
—Ya veo… —susurra somnoliento; y yo sonrío mientras termino de servir el desayuno— Yo, ahora ´si, ya creo que debo irme
—¿No te quedarás a desayunar?
—Me encantaría
—Bueno, toma asiento…
—Gracias
—No es nada —susurro al sentarme yo también; y comenzar a dar de comer a Valentina su puré de fruta.
—Le gusta ese puré
—Es su favorito…
—Ya me había dado cuenta antes —musita; y yo vuelvo a sonreír—. ¿Qué harán hoy?
—La llevaré a sus clases de natación…
—Sobre eso, quería pedirte algo
—Dime
—¿Podría aumentar tu seguridad?
—¿Por qué? La que tengo está bien, aparte, créeme, tener a muchas personas vigilándome me hace sentir más miedo. Siento que es porque, en cualquier momento, alguien podría atacarnos,
—Serán las mismas camionetas, solo aumentaré cuatro hombres más.
—bueno, está bien… como quieras
—¿A qué hora es su clase hoy?
—A las 3 de la tarde
—Estaré en la oficina a esa hora. Me hubiese gustado acompañarla.
—Entiendo…, no te preocupes. Ella entenderá.
—Está delicioso el desayuno.
—Me alegra que te guste.
—Tal vez…, deberías considerar estudiar cocina.
—Yo también lo he estado considerando, pero será más adelante. Por ahora, solo quiero ser madre a tiempo completo.
—Entiendo —señala al sonreír.
De pronto, suena su celular y pide permiso para salir a contestar. Se demora varios minutos y, cuando vuelve, puedo notar que está muy serio.
—¿Estás bien? ¿Sucede algo?
—No, solo un asunto en la oficina. Debo ir de inmediato a resolverlo. Discúlpame por no poder terminar de acompañarlas a desayunar, pero…
—Ve tranquilo, nosotras comprendemos…
—Gracias, Noel…
—Descuida —preciso al levantarme y cargar a Valentina para que se despidiera de él.
Demetrius la carga, le da un beso, ella igual y después la regresa a mí.
—Cuídate
—Igualmente —contesto; y él asiente.
No hay más contacto; solo nos deseamos buen día y él se marcha. Luego, solo regreso al interior de nuestro comedor y continúo dando de comer a Valentina.
POV DEMETRIUS
—¡¿DÓNDE ESTÁ ESE TIPO?!
—Señor, Hills. El hombre no lo espero. Solo le dejó este sobre.
—¿ACASO NO ORDENÉ QUE NO LO DEJARAN SALIR? —increpo a mi secretaria; y ella palidece—. AFUERA. NECESITO ESTAR SOLO
—Sí, señor, disculpe. Aquí le dejo el sobre que el señor Vi dejó.
—VÁYASE
—Sí, señor —contesta temerosa y sale de mi oficina.
Yo voy a mi escritorio, tomo asiento, abro el sobre y solo me encuentro con un pedazo de papel que decía…
“Tic tac… tic… tac, señor Hills”, leo; y enfurezco en el acto al ver una foto de Noel con Valentina en la casa de Maximun.
Me vuelvo loco y comienzo a tirar todas mis cosas del escritorio, pateo mi silla y siento que lo único que quiero es estrangular a ese hombre con mis propias manos.
—¡DEMETRIUS!
—¡¿Y AHORA QUÉ QUIERES?!
—¡QUE DEJES DE COMPORTARTE COMO UN DEMENTE! ¡¿QUÉ CREES QUE ESTÁS HACIENDO?! ¿AHORA QUÉ PASÓ?
—NADA, NO PASÓ NADA
—¿Cómo no va a pasar nada? Si lo primero que escucho al venir a tu oficina es cómo gritas y destruyes todo lo que hay en ella.
—NO ES NADA, MAXIMUN. YA VETE
—¿Qué pasa, Demetrius? ¿Por qué estás así? ¿Algún negocio salió mal? Si es así, puedo encargarme…
—NO… no es eso —respondo al volver a mi escritorio y colocar mis manos sobre aquel para terminar de controlar la ira que sentía por haber leído ese papel.
—¿Entonces? ¿Qué pasa?
—Nada, Maximun… yo… debo salir a resolver un asunto.
—¿Qué asunto?
—UN ASUNTO, LISTO, NO HAY MÁS
—Pero… ¿a dónde?
—Tengo prisa, Maximun. No estoy para interrogatorios —contesto al ir a la puerta.
—Demetrius, ESPERA —grita Max, pero yo solo me dedico a ir hacia el ascensor— ¡Demetrius!
—¡QUÉ QUIERES, MAXIMUN!
—Vamos a mi oficina. Hablemos.
—NO TENGO TIEMPO DE HABLAR, MAXIMUN —entro al ascensor; y mi amigo igual—. ¿POR QUÉ ME ESTÁS SIGUIENDO?
—¿Se trata de Noel?
—Lo resolveré
—¿Resolver qué?
—Algo que hice —señalo decepcionado.
—Por tu cara, veo que no es nada bueno.
—NO, NO LO ES. Y CUANDO ESTEMOS EN EL SÓTANO, QUIERO QUE NO SALGAS DE ÉL Y REGRESES A LA OFICINA.
—¿Tiene algo que ver con Mezzla Vi?
—¿Cómo lo sabes?
—Por tu cara. O era Mezzla o era Yadiel Varksov, pero ya veo que es el primero. ¿Qué sucede, Demetrius? ¿Sabes si el hombre quiere acercarse a Noel? ¿Sabes si intentará algo? ¿A dónde vas?
—Voy a solucionar todo de raíz
—¿De qué estás hablando? —pregunta; y el ascensor se abre.
—NO SALGAS DE AQUÍ Y VE A LA OFICINA
—¿Crees que soy un niño al que puedes mandonear, Demetrius? ¡QUÉ CARAJOS PASA CON MEZZLA VI! ¿Acaso… acaso tiene algo que ver con la reunión que tuviste con él hace varios meses?
—Debo irme, Maximun —concreto; y voy a mi auto.
Subo en él y Maximun se pone delante para que yo no avanzara.
—¡QUÉ CARAJOS CREES QUE HACES? ¿ACASO NO TE DAS CUENTA QUE TENGO PRISA?
—¿A dónde vas, Demetrius?
—¡ESE NO ES ASUNTO TUYO, MAXIMUN!
—¡Claro que es mi asunto! Porque si piensas ir a buscar a ese tipo, no puedes ir solo. Al menos deja que yo te acompañe.
—Mucho cuidado conmigo, Hills. Yo no soy como mi padre.
—¿Ah no? Pues si quieres disparar, HAZLO —reto al tomar su mano y hacer que chocara su arma a mi entrecejo—. ¡HAZLO, TONTO HIJO DE PAPI! Y te prometo que jamás descansarás, aunque yo esté muerto.
—No me rete, Hills
—¡MEZZLA! ¡COMPÓRTATE! ¡Baja el arma!
—Pero, papá
—BAJA EL ARMA —repite Renn; y su hijo obedece.
—Ya tuve mucha paciencia con su hijo, Renn… y también con usted.
—Le pido que disculpe a mi hijo, Demetrius, pero debe comprender que está en mi casa y que no puede insultarnos.
—Él insultó a mi esposa. ¿Es consciente de eso, RENN? —pregunto al mirarlo molesto; y el hombre exhala con pesadez.
—Perdone. Había olvidado que se había casado con Noel Varksov
—No entiendo cómo defiende a Noel después de lo que su padre hizo con su familia, Hills —comenta el hijo mantenido de Renn Vi
—CÁLLATE, MEZZLA Y REGRESA A SEGUIR HACIENDO LO QUE TE MANDÉ.
—NO, PADRE. Quien hizo el trato con Hills fui yo
—Y ESTOY DE ACUERDO CON ESO —preciso—. No trataré con nadie más que con el cobarde que tiene como hijo, Renn
—¡MEZZLA! —llama la atención el viejo Vi, cuando su hijo se disponía a querer golpearme otra vez—. Bueno… será como usted quiera, Demetrius, pero, aun así, me gustaría tratar con usted después.
—NO, RENN. El hecho de que tenga un trato con su hijo, no significa que por ello las cosas hayan cambiado. Yo elijo a mis socios, lijo con quien tener reuniones y elijo cuándo. No hablaré con usted.
—Yo espero que cambie de opinión, Demetrius.
—No le ruegues, padre.
—Silencio, Mezzla.
—Padre…
—Los dejaré a solas, Hills. Con permiso.
—Adelante, Renn —concreto; y se va.
—¿De qué quiere hablar? ¿A qué vino a mi casa?
—A esto —completo relajado; y comienzo a golpearlo.
Hombres de seguridad, que salieron sorpresivamente quieren intervenir, pero Renn no los deja.
—Pa… pa… padre —articula el hombre del cual Noel estuvo enamorada.
—JAMÁS, EN MI VIDA, ALGUIEN SE HABÍA ATREVIDO A AMENAZARME
—Padre
—LO DIGO AHORA Y QUIERO QUE ESCUCHE, RENN. TODO TRATO QUE HAYA HECHO CON SU HIJO, QUEDA DISUELTO. YA NO EXISTE. PARA MÍ YA NO.
—Entiendo, Demetrius. Pero tengo que recordarle que romper un trato no es tan simple. En nuestra comunidad, si no hay acuerdo de ambas partes, usted sabe lo que significa —parece advertir; y yo lo miro fijamente y de manera filosa.
—Créame, Renn… usted no querrá eso…
—Yo no me acobardo, señor Hills. Tal vez, como usted dice, mi hijo sí, pero yo no, Demetrius. O cumple el trato y me entrega a esa niña en cuatro meses o… lo único que haré, cumplido el tiempo del pacto, será atacar cuando menos lo piense. Usted decide…
—No tengo nada que decidir.
—Sabia decisión, señor Hills
—Jamás le entregaría mi hija a nadie —suelto frontal; y Renn me mira extrañado.
—¡ELLA NO ES TU HIJA! ES MÍA —señala Mezzla; y comienza a reírse—. Me pregunto qué diría Sophi si te escuchara.
—¿PERDÓN? —cuestiono serio al ir hacia él otra vez; y el hombre retrocede, pero yo lo tomo del cuello de su camisa—. ¿SOPHI? —articulo furioso—. ¡¿SOPHI?!
—No es lo que quiso decir mi hijo, Demetrius. Le pido, por favor, que lo disculpe y ya lo suelte.
—SEÑORA HILLS —corrijo; y suelto al vagabundo con fuerza hasta estrellarlo en el piso otra vez.
—Señor Hills —interviene Renn otra vez—, entiendo que esté molesto y que, por ello, prácticamente, ha dicho que desea una g uerra, antes que entregar a esa insignificante niña —menciona; y voy contra él para estamparle uno de mis puños en su cara.
—Siempre he respetado a los hombres que llevan muchos años en nuestro negocio, Reen Vi, pero jamás…, JAMÁS DEJARÉ QUE INSULTEN A MI HIJA. ¡Y SÍ! ¡NO LA ENTREGARÉ! Así eso signifique ir a una g uerra —preciso; y me alejo de él para salir del lugar.
—¡No sabe a quién defiende! ¡Noel es igual a su padre! ¡Se lo demostraré! —grita el Vi menor, pero no me detengo.
Ahora solo necesitaba ir a buscar a Noel para pedirle que regresara a casa conmigo. Había ya una declaratoria de gue rra, así que no podía correr el riego de que algo les sucediese y yo no pudiese hacer algo. No iba a permitir que algo les pasara a ellas. No lo iba a permitir.

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