Una madre soltera para el CEO millonario romance Capítulo 27

POV NOEL

El tiempo había pasado, Valentina acababa de cumplir 11 meses y, como siempre, Demetrius nos acompañaba en cada celebración. En esta oportunidad, nos había despertado temprano (aunque Valentina ya lo había hecho desde antes), nos llevó a la sala y vimos una hermosa mesa preparada con un pastel un tanto raro.

—Yo… lo hice, pero no me quedó tan bien… —musita apenado; y yo sonrío mientras me giro para darle un tímido beso.

—Es una linda sorpresa. Gracias por querer tanto a Valentina,

—Gracias a ella por estar en mi vida y… a ti —precisa; y veo que le cuesta un poco decirlo.

Yo sonrío y solo me dedico a acariciar su mejilla.

—Queremos probar ese pastel.

—¿Valentina puede comer?

—No, claro que no, pero le daré una pequeña migaja, Estoy segura de que no me lo perdonaría si no le doy a probar una ñisca al menos.

—Entonces vamos a celebrarle, déjame prender las velas —me pide emocionado; y yo sonrío al verlo así.

Luego, los dos juntos, empezamos a cantarle a nuestra bebé. Hacemos hurras y, al final, terminamos partiendo pastel. Yo le doy a probar a Valentina un pedacito de bizcochuelo, casi nada, puesto que lo último que deseaba era que se enfermara por ello. El médico fue claro conmigo, no podía comer pastel antes del año.

—¿Qué harás hoy? —su típica pregunta de siempre.

—Pensaba ir a comprar algunas cositas para su cumpleaños número uno.

—Me gustaría acompañarlas.

—No demoraremos mucho. Hace demasiado frío, no quisiera que Val se enfermara.

—Yo solo debo ir a la empresa terminar unas cosas y tan pronto como me desocupe, vendré a verlas.

—Demetrius, no es necesario que te preocupes tanto por nosotras. Piensa en estos meses. Todo ha estado muy tranquilo. Ni Mezzla ni mi padre se han atrevido a algo —señalo—. ¿Qué podría pasar ahora? Ya casi se cumple un año, tal vez… —suspiro pesadamente— ya ni siquiera le importa un poco a mi padre y a Mezzla no le importa su hija.

—¿Te molesta que sea así?

—No quiero que me malinterpretes. Sí me molesta porque… tengo miedo de que Valentina, en algún momento, pueda sentirse triste por eso…

—Entiendo…

—Aunque, para ser honesta —tomo su mano al ver que se había entristecido— creo que no lo hará.

—¿No hará qué?

—Creo que no podría sentirse triste porque… el papá que tiene ahora es… simplemente perfecto para ella

—¿Estás segura de ello?

—Dijo “papá” antes que “mamá”, ¿qué más prueba quieres?

—¿Sigues celosa por eso? —cuestiona divertido; y pellizca mi mejilla para luego besarme—. Estos meses al lado de ustedes han sido maravillosos, Noel

—Me gusta que digas lo que sientes, Demetrius —musito al cerrar mis ojos y sentir el roce de sus labios.

—¿Qué sientes por mí, Noel Varksov?

—Yo, Demetrius Hills… te a…

—Señor, buen día —interrumpe el mayordomo.

—¿Qué sucede? —cuestiona muy serio Demetrius— SABEN QUE NO ME GUSTA QUE ME INTERRUMPAN CUANDO ESTOY CON MI FAMILIA —señala; y yo me sorprendo al escuchar lo que acababa de decir.

—Perdón, señor, pero llamaron de la empresa. Dicen que es importante que usted vaya.

—¿Por qué no me llamaron al celu… ¡cierto!… mi celular está en mi habitación.

—Permiso, señor. Me retiro.

—Noel…

—Debes ir, yo entiendo.

—Trataré de regresar cuanto antes para terminar de celebrar con ustedes.

—Vale…, ve tranquilo.

—Adiós —susurra, me da un beso; y carga a Valentina para abrazarla y besarla también.

Luego va a su cuarto y baja de él para salir rumbo a la oficina.

Yo termino de desayunar y comienzo a leerle a mi hija. Nos pasamos horas jugando, leyendo, ayudándola a hacer ejercicios, etc.

—Mi amor, ya es hora de tu siesta. Entremos a la casa. Está haciendo frío aquí.

Ingreso a la sala y Valentina mira el enorme piano Forte que Demetrius aún mantenía en aquella. Alguna vez, intenté tocarlo, pero él me pedía que no lo hiciera, un tanto preocupado. No entendía su actitud y le pregunté varias veces por qué ese piano no era tocado; solo se limitaba a decir que no se podía y ya. Para ser sincera, el piano y el extraño salón secreto al cual Demetrius no me dejaba pasar, eran lo único que me impedía, tal vez, entregarme por completo a su amor.

—Aunque no debería engañarme. Yo ya estoy muy enamorada de él.

—Ma…

—No, mi amor, no podemos tocarlo. Es mejor que no… —me quedo en silencio cuando suena el teléfono de la sala.

Nadie viene, así que me animo a contestar.

—Hola, buen día.

—¿Noel? —escucho aquella escalofriante voy y me quedo estática—. ¿Noel, estás ahí?

—¿Por qué llamas aquí?

—He intentado, desde hace meses contactarte.

—¿Para qué? Tú y yo no tenemos nada de qué hablar

—Eso no es verdad, Noel. Tenemos una hija en común.

—Colgaré

—No te conviene

—¿Me estás amenazando?

—Solo quiero hablar contigo de forma tranquila.

—Déjanos en paz, Mezzla. Olvídate de nosotras.

—Solo quiero salvarlas, Noel.

—¿De qué hablas?

—Sé que Demetrius Hills te protege, pero créeme. Tú no estás segura ahí.

—Tú no sabes nada. No conoces a Demetrius.

—Veámonos

—NO

—Y te prometo que después, no las molestaré más si es lo que quieres. Te doy mi palabra

—Tú no tienes palabra, Mezzla.

—Por mi hija, la tendré.

—NO.

—Un lugar público, Noel. El que tú eliges. Si quieres, puedes venir sola para que no pienses que quiero ponerte una trampa para quitarte a nuestra hija.

—¿Nos dejarás en paz para siempre?

—Para siempre.

—Anota la dirección y la hora —concluyo; y luego de darle los datos, cuelgo.

Después, llamo a la enfermera, le pido que se quede con Valentina y salgo de la casa. Los hombres de Demetrius me acompañan como siempre, pero cuando llego al centro comercial, pido que no me sigan porque me hacía sentir incómoda. Ellos obedecen y yo voy al restaurante en el que quedé encontrarme con Mezzla.

—Por un momento creí que no vendrías

—Voy a ser muy clara. Solo vine para pedirte que nos dejes a Valentina y a mí en paz.

—¿Me escuchas primero?

—¿Qué es lo que querías decirme?

—Noel, tú no estás segura en esa casa.

—No estoy segura aquí, Mezzla. En esa casa sí… es mi hogar.

—No conoces a Demetrius Hills, Noel

—Conozco a Demetrius lo suficiente. Es un buen hombre y adora a Valentina, cosa que es evidente que tú no… ¿O dirás que sí?

—A ti no puedo mentirte. Yo no quería un hijo y mucho menos una hija.

—Eres un…

CAP 27 1

CAP 27 2

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