POV NOEL
—Buenos días…
—Buenos días —sonrío—, ¿cómo dormiste?
—Casi no podía ni respirar —bromea al ver a Valentina con su pequeño bracito alrededor de su cuello.
—Te prometo que, para la próxima vez, aceptaré tu propuesta de llamar a la enfermera para que la cuide por una noche.
—No te preocupes… —susurra tranquilo al verme fijamente con sus ojos grisáceos (los cuales, a comparación de la primera vez que los vi, ahora reflejaban cierta paz) —igual fue una noche maravillosa…
—¿Así no haya habido sexo?
—Así no haya habido sexo —confirma—, pero eso no significa que no quiera tenerte contra mi cama y haciéndote mía de todas las formas que conozca.
—Qué directo, señor Hills
—Siempre he sido así, señorita Varksov…
—Te quiero, Demetrius —sonrío al acariciar su mejilla (la cual estaba adornada por su barba un poco más crecida de lo normal).
—¿Qué pasa?
—No sé… tal vez…, ya sea hora de afeitarte, ¿no crees?
—¿No te gusta mi barba?
—Me gusta
—¿Entonces?
—Pero creo que una afeitada tampoco te caería mal…
—¿Quieres que me afeite?
—Yo podría hacerlo… —propongo; y él sonríe mientras se atreve a llevar una de sus fuertes manos a mi rostro y acariciarlo.
Yo disfruto de su tacto con mis ojos cerrados y, sorpresivamente, mi respiración se va agitando cuando siento su mano ir hacia mi escote y recorrer todo aquel…
—Quiero una noche para mí, Noel…
—Yo también… —sonrío al abrir mis ojos nuevamente
—Y quiero algo más
—Lo que desees
—Una cena…
—Claro…
—Como familia…
—Demetrius
—Tú, Valentina y yo, en el mejor restaurante de esta ciudad…; quiero presentarlas como mi esposa y mi hija…
—¿Qué? —articulo sorprendida por sus palabras
—¿No te gusta la idea?
—No, claro que no, no es eso… es solo que… —sonrío nerviosa al mirarlo directamente a aquellos iris que me volvían loca— no sé, no esperaba algo como ello… ¿Como tu familia?
—Sí, Noel…, como mi familia…
—Demetrius…
—Yo… ya no quiero seguir así, Noel…
—¿Así cómo, Demetrius? —susurro al ver cómo su mirada se ha entristecido.
Ante ello, me levanto de la cama y voy hacia su lado para hacer que e sentara al borde y yo sentarme junto a él.
—Sé que hay algo que no me has dicho, Demetrius y… ¿sabes qué?... Tengo alguna idea
—¿Tienes alguna idea? —cuestiona preocupado; y yo asiento en respuesta.
—Sí…
—Noel…
—Tranquilo… —susurro al tomar sus mejillas—, esperaré hasta que tú me cuentes todo.
—Noel…
—Te quiero, Demetrius. Después de lo que pasó con Mezzla, yo creí que jamás volvería a enamorarme de alguien, ¿sabes?..., pero no fue así…
—Noel
—Me terminé enamorando del extraño hombre de ojos grisáceos que me salvó…, de mi ángel de la guarda…, de mi sexy ángel de la guarda —digo picarona; y él sonríe.
—Hoy quiero estar todo el día con ustedes.
—Eso suena genial…, me encanta
—Te prometo que mañana te contaré todo, Noel…
—Yo esperaré a cuando estés listo, Demetrius…
—Mañana…, hoy solo quiero disfrutar al lado de mi hija y…
—¿Y? —pregunto; y él rodea mi cintura.
—Y de mi esposa… —completa.
Luego, me besa con pasión y dedicación, tal y como ya me tenía acostumbrada. Demetrius…, sus besos eran, simplemente, perfectos para mí.
—Entonces hoy tendremos una cena
—Así es, señorita Varksov…
—Yo quiero pedir algo a cambio de la cena…
—¿Cómo dices?
—Que quiero pedir algo a cambio de que Valentina y yo cenemos contigo esta noche
—¿Qué?
—No te asustes…
—¿Qué cosa es? —cuestiona con desconfianza, al mirarme de una forma algo extraña, que, tenía que ser sincera, no me gustaba—. ¿Cuál es tu condición?
—“Condición” suena muy feo…
—¿Qué es?
—Pedirte que me dejes ordenar tu habitación, Demetrius…
—Noel…
—Y de quitar esa cava de vinos y toda la colección de whiskey que tienes también…
—Yo…
—Cada noche que pasé en la casa de Maximun, solo pensaba en una cosa antes de dormir
—Noel…
—Pensaba en ti y… y si te encerrabas aquí para beber cuanta botella de whiskey esté en tu mano hasta quedar profundamente dormido, Demetrius. Tú… no sabes lo angustiante que puede llegar a ser eso…
—No había de qué preocuparse
—¿Ya no tomas?
—Yo…
—Tu silencio lo dice todo, Demetrius…
—Ya no mucho…
—Necesitas ayuda, lo sabes, ¿cierto?
—Noel, yo no
—No te pediré que la tomes ahora —interrumpo—. Lo harás cuando TÚ estés convencido de que, realmente, la necesitas. Por ahora, me alegra saber que ya no es mucho, Demetrius —sonrío; y beso suavemente sus labios—. Déjame ayudarte con tu habitación, Demetrius…
—Noel
—Por favor… —suplico al cerrar mis ojos y juntar mi frente a la suya.
Él exhala lenta y pesadamente hasta que siento sus manos acunar mis mejillas.
—Está bien —acepta rendido; y yo sonrío ampliamente para después abrazarlo muy fuerte.
—Gracias a ti…
—Yo…
—¿Tú?
—Te quiero, Noel…
—Lo sé, Demetrius… Yo también te quiero —susurro; y lo abrazo más fuerte.
Luego, ambos seguimos compartiendo hermosos minutos en pareja hasta que Valentina despierta y nos apresuramos en bañarla y cambiarla. Después, es mi turno y mientras tanto, él la cuida. Finalmente, llegó su turno y yo me quedé con Valentina, terminando de ordenar la mesa del desayuno.
—Ya va a bajar papá, mi amor. Tranquila…
—¿Ya está inquieta? —escucho su grave voz; y me giro hacia las escaleras.
Cuando lo hago, veo a Demetrius como nunca antes. Lleva puesto unos pantalones sueltos, muy casuales, una camiseta blanca apegada a su cuerpo (logrando así que yo pudiese ver aquellos brazos que, alguna noche, apretaron mi cuerpo contra el suyo mientras me hacía gemir de placer) y, como cereza del pastel, calzaba un par de sandalias.
—¿Pasa algo?
—No… es solo que… jamás te había visto así
—¿No te gusta?
—Luces como siempre
—¿Cómo es como siempre?
—Perfecto —concreto al mirarlo a sus ojos; y él sonríe.
Luego, me da un beso y juntos, en familia, empezamos a desayunar. Después, la enfermera cuida a Valentina y los dos vamos a su habitación a ordenar y sacar toda botella de licor. Aquello demoró bastante, puesto que su habitación, realmente, estaba muy desordenada; no obstante, logramos arreglarla. Nos había tomado 3 horas, pero cada una había valido la pena.
—¿Sí?
—Tomarnos el resto de la tarde juntos…
—Yo… ah… —gimo al tirar mi cabeza hacia atrás cuando he sentido una de sus manos colarse en el interior de mi ropa interior—. Demetrius… —gimo más afectada cuando aquel ha empezado a masturbarme de una manera deliciosa.
—¿Qué le parece, señorita Varksov? —cuestiona mientras yo me retuerzo de pie y mientras apego mi cuerpo al suyo.
De pronto, siento su dureza chocar contra mi trasero y sonrío, así como también me excito mucho más.
—Ah…
—¿Cuál es su respuesta, señorita Varksov?
—Oh dios… ah… aaaahhh…. De metrius…
—Me gusta escucharte gemir mi nombre, Noel….
—Dios, Demetrius…. AAAHHHH Mmmm… Ah…. —coloco mi cabeza en su pecho y envuelvo su cuello con mis brazos.
Mientras tanto, él sigue concentrado en darme placer con sus dedos. Demetrius hunde varios de ellos en mi interior y comienza a moverlos frenéticamente dentro de mí, así como también aprovecha en estimular mi punto máximo de placer para empezar con aquella fiesta que me terminaría por volver loca por él.
—Demetrius…
—Me pones duro, Noel…
—Demetrius… ¡AH!
—Grita… no calles…, nadie puede oírnos
—Demetrius…
—¿Le gusta, señorita Varksov?
—Sí…. Sí —contesto desesperada al tiempo en que sigo disfrutando de sus perfectos estímulos.
—Ggghhh —gruñe cuando he pegado mi trasero al enorme bulto que sobresalía de sus livianos pantalones.
—Demetrius… yo… me voy a…. joder —reniego cuando se ha detenido; y él sonríe (lo veo por el espejo).
Después, em da media vuelta y quedamos frente a frente. Ante ello, sin perder más tiempo, envuelvo mis brazos en su cuello otra vez y lo beso con desesperación y mucho deseo. Él me corresponde en el acto y cuela sus manos por debajo de mi vestido para tocar cuanto se le plazca). Gimo al sentir cómo presiona mis glúteos y, con toda prisa, rompe mi ropa interior y la tira por donde sea. Después, me levanta en sus brazos y me coloca sobre el lavatorio.
—Me vuelves loco, Noel…
—Me vuelve loca, señor Hills…, me vuelve loca —repito al tomar su camiseta y deshacerme de ella para así quedar frente a su bien esculpido tórax—. Demetrius…
—Noel… —susurra ronco al volver a atrapar mis labios.
Luego, voy sintiendo sus manos apretar mis senos por encima de la tela de mi vestido hasta que, de pronto, baja aquel hasta cintura y mis pechos quedan a su libre disposición. Demetrius los mira y los aprieta.
—Eres hermosa, Noel…
—Eres hermoso, Demetrius —contesto con mi mirada cargada de deseo.
Él sonríe y luego, baja sus labios hasta uno de mis pezones y lo atrapa. Ante su acción, lo único que hago es tomar sus cabellos, alborotarlos y tirar mi cabeza hacia atrás mientras disfruto de la forma tan exquisita en que lo succiona. Luego, hace lo mismo con el otro y finalmente, termina por quitarme todo mi vestido.
Cuando estoy completamente desnuda, poco a poco me va bajando hasta colocarme sobre el piso de su baño y él me acorrala con su enorme cuerpo.
—Demetrius —musito deseosa al llevar mis manos a sus pantalones.
—Noel…
—Tus pantalones…
—¿¿Qué hay con ellos, señorita Varksov?
—Por favor… no juegues ahora —pido excitada; y él sonríe malicioso.
Ante ello, envuelvo mis piernas en su cintura y comienzo a frotar mi desnudez en el enorme bulto que ansiaba ser liberado, Con ello, logro que Demetrius gruña muy fuerte y muerda mi hombro. Yo… lo había afectado mucho con mi acción; y eso me gustaba.
Al verlo nublado de deseo, aprovecho en darle media vuelta y quedar encima de él, le quito los pantalones y, sin más, lo sorprendo con algo que yo también ansiaba.
—AAAAhh gghhh —articula muy excitado cuando ha tomado mis cabellos para presionar mi cabeza contra su miembro y así lograr que este invadiera mi boca hasta su límite.
Me gustó…, lo había disfrutado y… él también.
Luego, yo volví a tomar el mando y me dediqué a darle placer con mi boca durante varios minutos hasta que me detuve cuando me di cuenta de que, en cualquier momento, iba a venirse. Él gruñe y gime (lo cual era una perfecta melodía para mí).
—¿Te gusta jugar?
—¿Usted qué cree… señor Hills? —articulo con la respiración pesada al mirarlo fijamente.
—Que sí…
—Acertó
—Pero a mí me gusta jugar también —concreta y, sorpresivamente, me vuelve a colocar contra el piso y me acorrala con su cuerpo—. Eres mía, Noel….
—Demetrius…
—De nadie más…, solo mía, Noel Varksov….
—Y tú, mío, Demetrius Hills —afirmo; y, sin esperarlo, siento su miembro entrar en mi, por completo, en la primera estocada, la cual me lleva al cielo.
Luego…, luego vienen más y más… y más… y más hasta que, juntos, sentimos elevarnos en placer, después de habernos hecho suyos el uno al otro.

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