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Una madre soltera para el CEO millonario romance Capítulo 29

POV DEMETRIUS

—¿Listas?

—Listas —responde al regalarme una sonrisa.

Yo decido corresponderle de la misma manera y luego, me acerco a ella para tomar a Valentina entre mis brazos y a ella regalarle un beso.

—¿Sucede algo?

—¿Por qué lo preguntas?

—No lo sé —sonríe otra vez; y yo la vuelvo a besar.

—Estoy bien…

—Igual yo…

—Estoy feliz…

—Yo también lo estoy, Demetrius —me abraza.

Ante ello, la envuelvo con el brazo libre que tenía, puesto que en el otro tenía a Valentina, rodeando mi cuello con sus pequeños bracitos como de costumbre. En ese momento, siento una extraña sensación…, una muy cálida…, una que… hace muchos años había perdido y creí que nunca jamás iba a volver a sentir. Se sentía bien…, era perfecto; no obstante, aquel sentimiento de culpa de estar fallándole a Sophia y nuestros hijos se hace presente y quiero separar a Noel de mí y entregarle a nuestra bebé, pero… no podía. Quería esto de nuevo, quería estar tranquilo…, olvidarme de toda venganza y vivir mi vida otra vez al lado de las dos hermosas mujeres que tenía en mis brazos. Me había enamorado de Noel Varksov y… Valentina había conquistado mi corazón.

—Estás muy pensativo, Demetrius…

—Sí…

—¿En qué piensas?

—En lo feliz que soy ahora —expreso sincero al mirarla a sus ojos.

—Te quiero…

—Igual yo…

—¿Nos vamos?

—Claro —contesto en el acto y le ofrezco mi brazo.

Después, vamos hacia el auto y pongo rumbo al restaurante en el que había hecho la reservación.

—El Levriant…

—Sí, el Levriant

—¿Por qué escogiste este otra vez?

—Porque me trae buenos recuerdos —contesto divertido al tomar a Valentina y luego, extenderle mi mano para que salga del auto.

—Todo un caballero.

—Solo con mi esposa…

—¡Eso me gusta! —reímos—. Vamos, señorita Varksov…

—Con gusto, señor Hills —responde; y empezamos a caminar hasta el interior.

El anfitrión nos saluda y nos empieza a dirigir hacia aquella misma mesa que había reservado el día en que la mujer que iba de mi brazo, me apuntó con un arma para huir.

—¿Demetrius? ¿Demetrius Hills? —escucho una muy conocida voz.

—Penny, buena noche

—¡Demetrius! ¡Pero qué gusto verte! —expresa muy emocionada hasta que, de pronto, parece darse cuenta de la presencia de mis dos especiales acompañantes.

Me mira de forma muy extraña, también bastante sorprendida, aunque trate de disimularlo.

—Ah… —no podía articular palabra alguna.

—Penny, te presento a mi familia. La señorita Noel Varksov y nuestra hija, Valentina… —señalo, pero ella no dice palabra alguna.

—Un placer, señorita Penny —saluda Noel al extenderle una mano a la mujer.

Penny corresponde al saludo de Noel; sin embargo, no sale de su asombro. Luego, vuelve a mirarme fijamente, como dándome a entender que no entendía nada de lo que estaba pasando, pero yo no tenía que dar explicación alguna; ni así haya sido ella la mejor amiga de Sophia.

—Markus me está acompañando. Markus es mi esposo —informa a Noel—. ¿Les gustaría acompañarnos un momento? A Markus le dará gusto verte… y a tus ahijados también, Demetrius —me recuerda sonriente; y yo me giro a ver a Noel.

—¿Pasamos a saludar a un amigo y a mis ahijados?

—Claro que sí —sonríe—. Me gustaría conocer a tus ahijados.

—Bien.

—Entonces síganme por favor —dice Penny; y yo tomo la mano de Noel para después seguir a la mujer, amiga de Sophia.

—No sabía que tenías ahijados —musita.

—No los veo hace años

—¿Y eso por qué?

—Porque Penny y Markus se los llevaron a Noruega,

—Entiendo… —sonríe y, en ese instante, llegamos a la mesa de Penny.

En aquella mesa, se encuentra Markus, el hermano de Sophia, y a su lado, mis ahijados y sobrinos.

—¿Demetrius? —me mira asombrado y… algo molesto.

—Markus, buena noche.

—Buena noche —contesta igual de serio al acercarse a mí y extenderme una mano.

Yo me veo obligado a soltar a Noel para estrecharla y, cuando lo hago, el hombre la aprieta algo fuerte.

—¿Nos presentas a tu acompañante? —parece retar.

—Claro —respondo serio—. Te presento a Noel, mi esposa, y a Valentina, mi hija —señalo; y veo que quiere decirme algo, pero justo en ese momento, Noel interviene.

—Mucho gusto, Noel Varksov

—¿Cómo dijo?

—Ah... yo…

—¿Varksov?

—Descuida…, no me preocupa ser la nueva esposa

—¿Qué?

—En tanto sea la única de ahora en adelante —agrega y… me sonríe—. Te quiero, Demetrius, y, para ser sincera, ese tipo de comentarios no me afectan. Vamos a nuestra mesa —concluye al apegarse a mí y darme un beso en mi mejilla.

—Te quiero…

—Yo más —susurra y luego, ambos nos vamos a nuestra mesa y empezamos a pedir.

Disfrutamos de cada platillo que nos traían y Valentina también…, disfrutaba del puré que tenía frente a ella. Todo, después del encuentro con Penny y con Markus, fue perfecto. Valentina nos hacía reír con cada uno de sus gestos y Noel y yo disfrutamos al empezar a recordar cada anécdota al lado de nuestra hija.

—Ha sido una noche maravillosa, Demetrius….

—¿Crees que ya se acabó?

—¿Aún no?

—No, aún falta una sorpresa…

—¿Y cuál es esa, señor Hills?

—Quiero que Valentina y tú me acompañen a un lugar en especial…

—¿Y cuál es ese?

—Es una sorpresa

—¿Una sorpresa? Me encantan las sorpresas —susurra y me abraza muy fuerte—. Te quiero mucho, Demetrius —la siento exhalar pesadamente.

La abrazo firmemente y no hago más que aspirar su perfume.

—Lamento lo que pasó allá abajo

—Los comentarios de tus amigos me tienen sin cuidado

—Eres maravillosa, Noel… —exhalo pesadamente

—No te sientas mal por eso, Demetrius. Yo te quiero y… —mi mira a los ojos— no me importa si tuviste una, dos o tres esposas —bromea; y se ríe—. Solo deseo ser la única de ahora en adelante.

—Eres la única, Noel…

—Y eso es más que suficiente para mí, Demetrius Hills. Lo demás… Y LOS DEMÁS…, no me importan… ni siquiera un poquito. Lo más importante en mi vida lo tengo frente a mí.

—Tenemos a la hija más hermosa, ¿no es así?

—Sí, la tenemos… y es mi vida… al igual que tú —toma mis mejillas—, así que no te sientas mal por lo que haya pasado allá abajo. Estamos felices ahora, es lo único que importa… ¿no crees?

—Sí… —sonrío; y ella pellizca mi mejilla— es lo que importa.

—Ahora, señor Hills, me gustaría saber cuál es esa sorpresa que nos tienes a Valentina y a mí.

—Está a dos horas de aquí…

—Pues entonces no esperemos más y vayamos.

—Tus deseos son órdenes —es lo único que puedo decirle; y la beso.

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