Una madre soltera para el CEO millonario romance Capítulo 33

POV NOEL

—SUJÉTENLA

—¡NO! ¡SUÉLTENME! ¡SUÉLTENME! SUÉL… TENME

—¡SEÑORA! —exclama un enfermero cuando lo he golpeado.

—¡NO! ¡DEMETRIUS! —golpeo el vidrio, pero lo único que gano es que las personas que estaban alrededor de él me miraran con lástima—. Por favor, no…

—¡DAME ESO! —grita alguien; y siento cómo toman mi brazo con fuerza.

—¡NO! ¡SUÉLTENME! ¡DEMETRIUUUUUUUUSSS!

—JODER —se queja el mismo hombre cuando he tirado la maldi ta jeringa que tenía en sus manos—. ¡SUJÉTENLA CON FUERZA!

—¡Deténganse! ¿QUÉ CREEN QUE HACEN? —escucho la voz de Catalina a lo lejos, pero yo no hago más que mirar el cuerpo cubierto del hombre que amaba.

No quería que se fuera…, no podía creer que eso era cierto…, él no podía estar muerto, no podía…, no podía, no podía, no podía, NO PODÍA

—¡DEMETRIUUUUUS!

—¡NOEL, CÁLMATE!

—¡SUÉLTENME TODOS! ¡ES MI ESPOSO!

—APÁRTESE, SEÑORA. DEBEMOS COLOCARLE EL SEDANTE A SU AMIGA —gruñe alguien y, en ese momento, siento cómo muchas personas me toman a la fuerza, ya no podía más, ya sentía que toda fuerza en mí se iba desvaneciendo al ser consciente de lo que estaba sucediendo…

—Demetrius…

—Tranquila, Noel…, tranquila

—Demetrius, te amo… te amo… —lloro al dejarme caer sobre el piso— Por favor, no me dejes, no me dejes

—Noel… —siento a Catalina abrazarme

—Demetrius, no me dejes por favor… —digo entre llantos

—Tranquila, Noel, tranquila

—No nos dejes por favor…, Valentina y yo te necesitamos, mi amor…

—Está bien, aplique el sedante —autoriza Catalina; y yo solo me dedico a llorar.

—Despierta, Demetrius, por favor…, no nos dejes… Tu hija te necesita…, necesita de su padre… No nos hagas esto —suplico como si pudiera escucharme—. Te amo…, no te vayas te lo suplico —pido desde lo más profundo de mi corazón y, en ese instante, siento a todo el mundo alejarse de mí y empezar a correr.

La puerta donde se encontraba él es abierta y el médico que me había dado la noticia entra desesperado. Catalina se pone de pie y se pega al vitral y yo no entendía lo que estaba pasando.

—¿Qué… qué pasa? —musito aturdida por el dolor y la desesperación—. Catalina…, Catalina, qué pasa

—Dios —susurra contra el vidrio, al tiempo en que empieza a llorar, y oigo un gran alboroto dentro de la sala.

—Catalina —tomo una de sus piernas; y ella me mira para después levantarme rápidamente— Catalina…

—Noel… —susurra mi nombre con lágrimas en los ojos y me hace mirar hacia donde estaba el cuerpo de Demetrius.

En ese momento, veo que lo han descubierto otra vez y no entendía por qué. Quiero mirar su rostro, pero tantas personas a su alrededor no me dejan. Solo veo personas con máquinas y haciendo no sé qué cosa en el cuerpo de quien era mi esposo.

—Demetrius…

—¡Este hombre está respirando! ¡Tiene pulso! —exclama el doctor, muy serio; y yo ya no sabía si esto era real o se trataba de alguna especie de pesadilla.

—Quiero despertar —musito; y de pronto, Catalina toma mis mejillas.

—Está vivo…, ¡está vivo, Noel!

—¿Qué?

—¡Demetrius está vivo! —exclama entre sollozos y me abraza muy fuerte.

En ese instante, siento volver a mi realidad de un solo golpe y recuerdo todo lo que había pasado hace minutos atrás.

—¡Demetrius! —grito asustada y dirijo mi mirada hacia donde él estaba.

Los médicos estaban más tranquilos y… las máquinas habían vuelto a ser reconectadas y eso significaba que…

—¡DEMETRIUS!

—¡Está vivo, Noel! ¡Demetrius está vivo!

Miro a Catalina y quiero decir algo, pero no puedo. La emoción me embarga, siento que mi alma vuelve a mi cuerpo (el cual sentí desvanecerse hace instantes atrás) y lo único que hago es llorar, llorar de felicidad al abrazar a mi amiga, porque sí; Catalina era mi única amiga. Después, vuelvo a desviar mi mirada a la sala de operaciones y me cruzo con la incrédula mirada del doctor que nos había dado la noticia de que Demetrius había fallecido.

Yo solo le sonrío agradecida para después quedarme viendo el cuerpo de mi esposo fijamente, pero ahora de una manera distinta, pues… el verlo conectado, nuevamente, a todas esas máquinas, me daban mucho alivio y, sobre todo, me habían devuelto la vida al igual que él.

—Demetrius…

—Señora… —habla alguien y yo me giro a ver; era el enfermero que pretendía sedarme.

—Gracias…

—Pues yo no creo en deidades, señora…, pero si usted tiene una, entonces sí se le puede dar todo el crédito porque su esposo, literalmente, volvió de la muerte.

—Gracias —es lo único que me limito a decir; y vuelvo a abrazar a Catalina.

Después, nos piden retirarnos de la sala, pero yo no quiero. Ante ello, el cirujano de Demetrius sale y me solicita lo mismo.

—No quiero…

—Su esposo estará bien, señora —precisa y, por alguna extraña razón, desconfío.

No quería moverme, temía a que algo le sucediera si me apartaba de él por un solo instante.

—Quiero quedarme con él…

—Lo trasladaremos a su habitación y, en cuanto se pueda, la buscaremos para que sea la primera en entrar.

—Pero y si algo…

—Su esposo está bien, está estable, se mantendrá en observaciones. Nosotros logramos terminar de extraer cada fragmento de la bala, así como de cerrar toda la herida…, logramos terminar con la operación antes de que falleciera. Sin embargo, un paro cardiaco nos sorprendió a todos en la sala y… creo que ya no tiene sentido hablar de eso, ¿verdad?

—No…, ya no doctor.

—Confíe en mí, señora, por favor…

—Yo…

—Lo estaré monitoreando personalmente

—¿Me promete que pronto estaré con él?

—Será la primera en verlo…

—O… okey —susurro insegura al ver a Demetrius por el vitral— Okey…

—Vamos, Noel. Demetrius estará muy bien…

—Está bien, Catalina

—Por favor, acompañen a las señoras y llévenlas hasta la sala de espera correspondiente a la habitación 700.

—Sí, doctor —responde un enfermero.

—Ahí llevaremos a su esposo, señora

—Está bien… gracias…

—Nada que agradecer. Este es un muy extraño milagro…

—¿Usted tampoco cree en un dios?

—No, la verdad no, pero me alegra que hoy haya habido alguno —sonríe; y yo le correspondo.

Después, salgo de la sala junto a Catalina y voy a buscar a Valentina mucho más tranquila. Cuando me ve quiere venir hacia mí, pareciera que quería tirarse de los brazos de su enfermera y eso me hace sonreír.

—Mi amor… —la tomo en brazos y la abrazo muy fuerte.

—Ella también está mucho más tranquila, Noel…

—Sí…, lo sé, Catalina.

—Si desea algo, no dude en llamarme, señora

—Muchísimas gracias por su ayuda —preciso a la enfermera; y ella me sonríe para después retirarse—. Mi amor, vamos a ir a otra habitación para esperar a papá

—¡Paaa paaaa aaaah —grita ella al mover sus manitos desesperadamente; y yo me río

—Sí, mi amor, vamos a ver a papá —concluyo; y salimos con Catalina hacia el último piso de la clínica.

—Noel

CAP 33 1

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