Entrar Via

Una madre soltera para el CEO millonario romance Capítulo 38

POV NOEL

Salgo de la habitación de mi hija y voy camino hacia la habitación de Demetrius. Esta noche, quería sorprenderlo y… quería volver a ser suya otra vez. Estoy por la sala cuando escucho un ruido venir de su despacho. Frente a ello, me detengo y cambio de rumbo. Llego a la puerta de este y la toco.

—¿Demetrius?

Nadie responde, pero sigo insistiendo.

—Demetrius, mi amor. Soy yo, Noel…

—Vete de aquí, Noel. En este momento, no quiero hablar contigo

—Demetrius, ¿qué sucede? Te escucho un poco… alterado

—Vete, Noel

—No me iré, Demetrius. Te escucho alterado, no pretendo irme dejándote así. ¿Puedo entrar?

—NO —contesta tajante y yo exhalo pesadamente.

—Demetrius…, voy a entrar

—Noel, NO

—Lo siento, demasiado tarde, ya estoy aquí —digo al haber entrado y me sorprendo al ver su oficina hecha un desastre.

Su silla estaba tirada por cualquier lado, todas las cosas de su escritorio estaban sobre el piso y… había pedazos de vidrio tirados por todo aquel también.

—Demetrius, pero… ¿qué ha sucedido aquí?

—¿Acaso no entendiste, Noel?

Se acerca a mí y toma una de mis muñecas

—No quería que entraras

—Demetrius, ¿qué haces? —cuestiono muy seria cuando noto su intención de retirarme a la fuerza.

Me suelto de su agarre, me aparto de él y voy a su escritorio. Él, ahora, está de espaldas, pero lo puedo notar extrañamente enfurecido. Sus hombros subían y bajaban mientras sus manos estaban hechas puño.

—Demetrius, estoy preocupada.

—Ahora no, Noel

—Por ti

—Yo estoy bien, ya vete

—NO. Y no voy a permitir que me hables de esa manera. Soy tu esposa y no recuerdo haberte hecho nada para que te molestaras conmigo —increpo seria; y él, por fin, se gira.

Me mira atentamente, extrañamente molesto y no entendía por qué.

—¿Algo que debas contarme?

—¿Qué? ¿De qué estás hablando?

—De nada

—Por favor, Demetrius, ya para con eso. Siempre dices “nada” cuando quieres evitar una conversación. Ya no somos unos adolescentes, somos adultos.

—Vete de mi despacho, Noel

—No, no me iré y te dejaré así. Demetrius… —me acerco a él y tomo sus mejillas.

Él no me mira directamente, lo cual me parece raro…

—Demetrius, mírame

—Ahora no, Noel

—¿Qué ha pasado? Y no digas “nada”, porque esa no es una respuesta.

—Solo quiero estar solo

—Quiero estar contigo

—Ahora no, Noel

—Mira cómo estás, Demetrius. Incluso has estado bebiendo

—Solo fue una copa

—La que sea. Me prometiste que lo dejarías —señalo molesta; y él me mira fijamente, pero una manera diferente—. No me gusta la forma en la que me miras.

—¿Por qué?

—Porque tu mirada es distinta a la que me tienes acostumbrada. ¿Qué sucede, Demetrius?

—¿Me amas, Noel?

—¿Qué?

—¿Me amas?

—¿Por qué preguntas eso?

—Solo quiero saberlo —responde sin desviar su mirada de mis pupilas

—Sí, te amo —respondo segura—. Soy tu esposa, eres el padre de mi hija…

—Valentina

—Somos una familia, Demetrius, y, como familia, debemos apoyarnos. Yo no pienso dejarte solo sin saber qué está pasando y porqué estás así. ¿Qué sucede, Demetrius?

—Malas noticias

—¿Qué pasó?

—Un traidor…

—¿Un traidor?

—Sí…

—¿Era un hombre de mucha confianza?

—Sí —contesta extraño—. De toda mi confianza.

—Entiendo… —acaricio su rostro y junto mi frente a la suya.

Siento su respiración agitada y lo único que hago es desabotonar su camisa para empezar a acariciar su pecho.

—Debes calmarte… —susurro, pero él no hace ni dice palabra alguna.

—Es… decepcionante

—Me lo imagino.

—Le di toda mi confianza y ahora…

—Te traicionó. Sí… lo sé, esas cosas duelen. Yo… confiaba en Mezzla Vi, ¿sabes? Y saber que solo me utilizó para dañar a mi padre me hizo sentir…. No sé… fue inexplicable.

—¿Lo amabas mucho?

—¿Cuál? —contesta frío.

—Podemos ir a tu habitación y… —beso su pecho— podríamos aprovechar la noche juntos —susurro sensual sobre su oído.

Él toma mis brazos y, lentamente, me va apartando de sí.

—Me encantaría… —yo sonrío—, pero esta noche no puedo.

—¿Qué?

—Debo pensar en lo que deberé hacer con… el traidor.

—Demetrius…

—Buenas noches, Noel… —me da un beso, toma lo que parecían ser fotos, un papel arrugado y… se marcha.

Yo me quedo pensando en lo que acababa de suceder, en su muy extraña actitud y… en su sutil rechazo a hacer el amor.

—Supongo que ese hombre era uno de los más importantes. Me pregunto quién será… —exhalo pesadamente y, en ese instante, Baker entra al despacho.

—Perdón, señora, lamento haber entrado así —señala apresurado al darse media vuelta.

Ante ello, recuerdo lo que tenía puesto y me anudo la bata.

—Ya puede voltearse, Baker

—Lo lamento mucho, señora. Solo venía a ver al señor.

—Demetrius ya se fue a descansar; ha tenido un día… algo difícil

—Entiendo.

—Sobre todo por la noticia que acaba de recibir.

—Desconozco la noticia.

—¿Por si acaso sabes de otra persona de confianza de él, aparte de Maximun?

—El señor Therson, el jefe de seguridad.

—Aparte de él.

—Lo siento, señora, no conozco a ningún otro.

—Entiendo, gracias, Baker

—Lamento no haber sido de mucha ayuda, señora

—No se preocupe. Buena noche.

—Buena noche —responde; y se retira.

Luego, solo me quedo viendo su oficina y comienzo a levantar algunas cosas. De repente, veo unos portarretratos tirados en el suelo. Tomo uno y me doy cuenta de que tiene una foto en la que estamos Valentina, él y yo. Saco la foto, la miro y sonrío.

—Supongo que tiró todo sin detenerse a pensar en qué —preciso.

Luego, voy a tomar el otro portarretrato cuando de pronto, oigo una muy fuerte explosión, la cual me hace caer al piso y aturdirme. Voy abriendo mis ojos y lo primero que veo es el cuarto cubrirse de naranja al tiempo en que la temperatura había empezado a aumentar de una manera drástica. Me levanto como puedo, aun aturdida, y me doy cuenta de que estoy rodeada por llamas. Empiezo a toser y buscar una salida desesperada, no podía ver por dónde se encontraba la puerta.

—Dios… —toso muy fuerte— dón… dónde está la salida

Pregunto al comenzar a buscar entre el humo.

—Dios… —me siento como asfixiada, no podía respirar normalmente, lo estaba empezando a hacer con mucha, pero mucha dificultad y lo peor de todo es que no podía ver bien en qué parte del enorme despacho de Demetrius estaba. Empezaba a sentirme débil, mucho más aturdida que antes y…

—Dios… no…, no ahora —pido al sentir que no podía dar un paso más, sentía ahogarme y, de un momento a otro, mi cuerpo ya no soporta todo el humo y calor.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Una madre soltera para el CEO millonario