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Una madre soltera para el CEO millonario romance Capítulo 39

POV DEMETRIUS

Me encierro en la habitación y continúo observando cada foto que tenía en mis manos. Aún seguía sin creerlo, pero ya no tenía dudas. Noel me había mentido y eso solo significaba una cosa y era que, muy probablemente, estuviese planeando para terminar con lo poco que aún quedaba de mí, después de la muer te de mis hijos. Era igual a él…, era igual a su padre, pero…

—Mierda… ¡Mierda! —reniego al darme cuenta de que, a pesar de saber de su traición, mis sentimientos hacia ella seguían ahí.

Estaba decepcionado, sí; sin embargo, como cualquier estúpido que se enamora de una mujer, deseaba que todo fuera una mentira.

—Realmente me había enamorado de ti, Noel Varksov —susurro con rabia contenida al ver su foto.

Ella estaba sentada, en un restaurante del centro comercial, alrededor de una mesa para dos (la cual compartía con quien supongo aún era su amante).

—Ahora entiendo tu preocupación por él…, ahora entiendo por qué no quieres que le toque un solo pelo a ese desgraciado. Aún… —bebo más de la botella de whiskey que tenía sobre mi colchón— aún lo amas…, estás enamorada de él y… solo te estás burlando de mí y yo caí como un idio ta. Caí como un idio ta en tus maldi tos encantos, en tu bendita dulzura y en ese enloquecedor carácter que cautiva. Te creí, Noel —concluyo con mayor decepción y sigo bebiendo—. Creí que me amabas de verdad.

Sigo viendo la fotografía cuando de pronto escucho una fuerte explosión, la cual llega a aturdirme un poco; sin embargo, me recupero rápidamente y…

—¡Valentina! ¡Noel! —grito desesperado y salgo de mi habitación con arma en mano.

Bajo las escaleras y escucho a mis hombres disparando.

—Joder

—Señor…

—¡Baker! ¡Que se vayan todos al túnel secreto! —grito mientras corro hasta la habitación de mi hija y de ella.

Llego a esta y veo a Valentina llorando. Rápidamente la tomo en brazos y voy al baño de la habitación.

—¡Noel! ¡Noel! —la busco, pero no la encuentro— M****a… Tengo que sacarte de aquí, tengo que sacarte de aquí primero —le digo a mi hija, ya que su habitación estaba empezando a llenarse de humo—. ¡M****a! Tranquila, mi amor…

—¡Señor! ¡Por aquí!

—¡Baker! ¡Tome a mi hija! ¡Llévela al búnker y que la atienda uno de nuestros médicos! ¡Debo buscar a Noel!

—¡Debe estar en su despacho, señor! ¡La dejé ahí hace unos minutos!

—Lleva a mi… joder ¡Lleva a mi hija! —ordeno cuando oigo muchos disparos.

Baker se va y yo corro hacia la zona de mi despacho. Ahí todo está lleno de humo y…

—¡NOEEEEELLLL! —grito desesperado cuando veo aquella parte en llamas—. Noel…, Noel… —voy hacia la puerta y la tiro de una sola patada.

Más humo sale del lugar y eso me produce toser.

—¡Mierda! ¡Noel! ¡NOEL! —grito al tratar de ver entre todo el humo— ¡NOEL! ¡¿DÓNDE ESTÁS?! ¡NOEL!

Camino a ciegas hasta que de pronto siento tropezar, me agacho y…

—Noel —susurro preocupado al sentir su cuerpo— NOEL, NO TE PREOCUPES, TE SACARÉ DE AQUÍ. No te preocupes, amor. Te sacaré de aquí

La cargo en brazos y quiero regresar, pero justo la salida es bloqueada por más llamas. Ante eso, voy hacia los estantes de libros y corro el que solo era una fachada para una salida secreta. Entro ahí y corro para ponerla a salvo y llevarla con un médico cuanto antes y encontrarnos con nuestra hija.

—Resiste, Noel. Ya estamos cerca, ya estamos cerca

Corro más rápido y llego al búnker secreto. Ahí, encuentro a mi hija siendo atendida por el médico de la organización.

—Doctor…

—Acuéstela ahí, señor Hills…

—¿Cómo está mi hija?

—La veo consciente, pero debe ser trasladada de inmediato.

—Mi esposa —señalo; y él la revisa.

Luego, me aparta y me pide que vaya llevando a mi niña a la ambulancia que nos esperaba a la salida secreta de la mansión.

—Mi esposa…

—Baker y yo la llevaremos.

—Yo la llevo. Baker, usted lleve a mi hija por favor.

—Sí, señor

—ANDANDO —ordeno angustiado y al comenzar a correr.

Todos me siguen y llegamos hasta la ambulancia. Ahí suben a las dos mujeres de mi vida y yo voy con ellas en todo el camino al hospital. Llegamos y son trasladadas a emergencias; y a mí solo me queda esperar en una sala de hospital.

—No puedo más con la angustia…

—Tranquilícese, señor Demetrius

—¡Mi esposa y mi hija están en emergencias, Baker! —reclamo.

—El doctor dijo que la niña Valentina estaría bien

—NO PUEDO ESTAR TRANQUILO

—Señor

—NOEL NO DESPERTABA, BAKER…

—La señora se pondrá bien, ya lo verá.

—Señor Hills

—DOCTOR —voy hacia él— ¿CÓMO ESTÁN MI ESPOSA Y MI HIJA?

—Le tengo buenas noticias, señor Hills. Las dos están estables y a salvo. Se le realizaron los exámenes correspondientes y necesarios a la bebé y ella se encuentra muy bien. Lo que sí voy a sugerir es que se quede en observaciones por unos días.

—Los días que sean necesarios, doctor.

—Bien

—¿Mi esposa? ¿Cómo está ella?

—Su esposa también se encuentra bien, señor Hills. Inhalo mucho humo, pero se está recuperando bien y creo que la podremos dar de alta en unos días. AL igual que su hija, sugiero que se quede en observaciones.

—¿Puedo verlas?

—Claro que sí. Sígame, a ambas las colocamos en la misma habitación.

—Se lo agradezco, doctor.

—Es un placer cuidar de su familia, señor Hills.

EL médico me lleva hasta la habitación y me deja a solas con mi hija y… con ella. Voy hacia mi hija primero y la veo despierta, siendo atendida por una enfermera.

—¿Ella está bien?

—Sí, señor. Solo me encargaba de entretenerla un momento.

—Gracias

—De nada.

La mujer se retira y yo veo a Valentina, quien estaba mucho más tranquila.

—Mi ángel —articulo y ella quiere que la cargue—. No sé si pueda hacerlo mi amor…, pero te prometo estar aquí.

Tomo sus manos y acaricio sus cabellos hasta que se queda tranquila y jugando con los pequeños peluches que colgaban de su cuna. Sonrío y después, voy hacia Noel.

La miro fijamente y solo puedo perderme en su belleza. Me pierdo en su figura, sus cabellos, sus labios rosas, esas pestañas largas y su piel. Tomo su mano y ella despierta.

—Demetrius… —susurra; y yo quiero soltar su mano, pero ella no lo permite y yo… no me opongo; aún seguía siendo débil al roce de su suave piel.

—Noel…

—Valentina…

—Perdón, señor. Lo lamento. Bueno, le han traído estas roas a su esposa.

—Yo se las entrego. Muchas gracias

—Bueno… —responde no tan convencida al entregarme el arreglo de rosas rojas.

Ella se va y yo me quedo con el regalo en las manos.

—¿Quién se lo envió?

—Eso es lo que voy a descubrir —respondo deseando que no se verdad lo que supongo, pero me llevo otra gran decepción cuando leo que fue el mismo hombre que nos atacó quien las había enviado.

Frente a ello, solo arrugo la tarjeta y tiro a la basura las rosas.

—¿Por qué has hecho eso?

—Esas flores nunca existieron

—Demetrius

—Nunca existieron, Maximun

—Está bien. No entiendo el misterio, pero está bien. Aunque me preocupa

—Todo está bien —miento; y luego ingreso a ver a Noel.

Ella parece alegrarse. Me gustaría saber que era así, que se alegraba por verme, pero ahora sabía que mentía, ahora lo sabía.

—Demetrius, ¿estás bien? Te veo un poco extraño

—Estoy bien

—¿Me das un beso?

—Noel…

—O dos… o tres o… —sonríe— quiero muchos besos, Demetrius —susurra al jalarme lentamente hacia ella.

Quiero resistirme, pero no lo logro a pesar de mis esfuerzos y solo termino sucumbiendo ante el delicioso néctar de sus labios y su maravillosa forma de acariciar todo el interior de mi boca con su lengua.

—Dios… me vuelves loca. No miento cuando digo que pasaría una vida alimentándome de tus besos —sonríe; y acaricia mis mejillas como siempre—. Estás muy serio.

—Solo pienso.

—¿En el hombre que te traicionó?

—No.

—Entonces

—Pienso en ti —confieso; y ella sonríe.

—Lo único que hago es pensar en ti también y… en nuestra hija. ¿Ahora sí te echarás a mi lado?

—No creo que deba. El doctor podría venir y llamarnos la atención

—¿Y no valdría la pena?

—No he dicho eso

—Acuéstate conmigo, Demetrius…, por favor… Ven… —toma mi mano y me jala a su lado.

Yo sucumbo ante ella otra vez y me acuesto a su lado y… la abrazo. Noel se recuesta en mi pecho y lo acaricia.

—Te amo…

—Sí… lo sé —es lo único que digo, mientras mi cabeza es una maraña de confusiones.

No sabía bien lo que quería hacer; no obstante…, sí sabía lo que… DEBÍA hacer. Debía seguir con mi venganza, debía… enamorar a Noel Varksov y… alejarla de mi vida para siempre. De mi vida y… de la vida de Valentina porque no podía dejar ir a mi hija hacia las manos de Mezzla Vi (lugar al que la llevaría Noel, muy seguramente).

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