Una madre soltera para el CEO millonario romance Capítulo 41

POV NOEL

Veo a Demetrius viniendo hacia mí, completamente furioso, y no sé cómo reaccionar.

—DIJE QUE SALIERAS DE AHÍ —repite al tomar mis muñecas y levantarme bruscamente del banquillo.

—De… Demetrius

—¿Acaso no escuchaste mis reglas?

—Demetrius

—¿ACASO NO ESCUCHASTE MIS REGLAS? —aprieta más fuerte mis muñecas

—Demetrius

—EL PIANO NO SE TOCA. ¡EL PIANO NO SE TOCA!

—Demetrius, me estás… lastimando

—Fue una regla que recalqué varias veces. ¿POR QUÉ NO HAS OBEDECIDO? ¡DIME!

—¡Demetrius, ya basta! —grito; y él se sorprende—. SUÉLTAME…, Me lastimas —señalo al deshacerme de su agarre.

—¿POR QUÉ TOCASTE ESE PIANO?

—Baja la voz

—¡¿POR QUÉ TOCASTE ESE PIANO?!

—¡Que bajes la voz! —respondo del mismo modo; y escuchamos a Valentina empezar a llorar.

Ambos nos giramos a verla y yo voy hacia ella rápidamente para cargarla.

—Tranquila, mi amor…, tranquila, sssshhhh ya, mi amor, ya…, tranquila, tranquila, mi vida

—¿Por qué tocaste el piano?

—¿En serio sigues preguntando eso?

—¿Por qué lo hiciste?

—¿Quieres discutir?

—Era una de las reglas

—Creí que ya no había reglas entre nosotros

—Pues sí las hay… —responde firme; y no sé cómo sentirme ante su respuesta.

—Si vamos a discutir, no quiero que mi hija esté presente.

—Nuestra hija

—Y como tal, deberías pensar en ella antes de gritar como un cavernícola

—¡ENFERMERA! —llama; y una de ellas aparece—. Llévese a mi hija a un lugar tranquilo, donde no pueda escuchar gritos.

—Sí, señor

—Señora…

—Solo accedo esta vez porque me urge hablar contigo, sé que hay algo que aclarar, lo sé. Estás muy extraño desde hace días y no lo entiendo. Así que es por eso; de otro modo, ten por seguro que no me separaría de Valentina por ningún otro motivo; ni siquiera por ti.

Entrego a mi vida a la enfermera y le limpio sus lagrimitas antes de que se vaya.

—Mamá irá pronto contigo, mi amor. Quédate tranquila, ¿sí?

Le doy un beso y espero a que la enfermera pueda haberse ido lejos para regresar toda mi atención a Demetrius.

—¿Quieres saber por qué toqué este piano?

—Nadie puede tocarlo

—LO HICE POR TI. PENSÉ QUE, TAL VEZ, ESTO PODRÍA ANIMARTE UN POCO

—NADIE TOCA ESE PIANO

—SI HUBIESE SABIDO QUE IBAS A BAJAR DE TU HABITACIÓN, DE LA MANERA EN LA QUE ESTÁS AHORA, JAMÁS ME HABRÍA ATREVIDO A SENTARME EN ESE BANQUILLO

—ERA UNA DE LAS REGLAS

—¡Y yo creí que todas esas maldi tas reglas ya habían desaparecido, joder! ¡¿No se supone que estamos juntos?!

—¿EN SERIO?... ¿EN SERIO ESTAMOS JUNTOS? —parece reclamar

—ESO ES LO QUE CREÍ, pero con esto… no sé qué pensar

—JAMÁS ELIMINÉ ESA REGLA

—¡¿Y crees que pensé que era necesario que tú lo dijeras?!

—¡PUES ES COMO DEBÍA SER!

—Pero…, pero qué estás diciendo, Demetrius —respondo frustrada—. ¿Reglas? ¿Se supone que aun siendo la mujer que supuestamente amabas, debía seguir reglas? ¿O sea que yo debía imponer las mías contra ti? Eso es… ridículo. ¿Acaso no te das cuenta?

—HABÍA REGLAS, HAY REGLAS —aclara—. Hay reglas

—¿Sabes algo? —sonrío frustrada—. Cada vez entiendo menos… —niego con la cabeza—. No entiendo qué carajos ha pasado, solo sé que, en este momento, estás diciendo cosas que…

—Nadie tocaba ese piano

—Es solo un piano, Demetrius —señalo con mayor frustración, al tiempo en que siento mis ojos aguarse—. Estás discutiendo conmigo por un piano… ¿en serio?

—NO ES SOLO UN PIANO

—Entiendo que sea especial, que haya formado parte de tu familia, pero solo lo hice para… no sé… alegrarte —señalo al mirarlo a sus ojos—. No entiendo qué te pasa, no entiendo por qué estás así, no entiendo por qué has cambiado tanto conmigo en solo unos días, no entiendo. No lo estoy entendiendo, Demetrius

—¿En serio no lo entiendes? —me mira acusatoriamente.

—No…, no lo entiendo —muevo mi cabeza—, pero veo que tú sí, ¿no es así?... ¿por qué no me lo explicas y así sabemos LOS DOS por qué discutimos?

—Mientes tan bien, Noel…

—¿Qué?

—Tú, mejor que nadie, sabe lo que pasa

—Dios, Demetrius, si supiese lo que estaría pasando, ni siquiera me habría molestado en preguntarte. NO ESTOY ENTENDIENDO NADA. NO ENTIENDO NADA.

—¡Claro que lo entiendes! ¡Tú sabes lo que has hecho!

—¡¿Qué cosa es lo que he hecho?! ¡Dímelo! Porque hasta este momento, no tengo ni la más mínima idea y eso me está cansando

—¿CANSANDO?

CAP 41 1

CAP 41 2

Verify captcha to read the content.Verifica el captcha para leer el contenido

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Una madre soltera para el CEO millonario