Una madre soltera para el CEO millonario romance Capítulo 44

POV DEMETRIUS

—Otra de las reglas, ¿no es así? —pregunta; y yo solo la miro.

Era tan hermosa…, incluso ahora, estando molesta y, por alguna razón, parecía verme con tristeza, pero también con decepción. Sabía que la había lastimado y me sentía mal, el peor hombre por haber pronunciado cada una de las palabras que la hicieron llorar frente a mí. Quería detenerme en ese momento, mas no pude, ya no podía seguir siendo flexible con ella; no después de lo que me había enterado, no después de su traición. Debía tratarla igual que a mis otros enemigos, ya no podía ser débil ante su voz…, sus sonrisas, sus caricias y sus besos, ya que ni siquiera eran sinceros, pues ella seguía perdidamente enamorada de Mezzla (tal y como estaba en el informe que pedí hace años) y eso me molestaba y me dolía porque… su corazón ya estaba ocupado y… no era por mí.

Salgo de su habitación sin decir otra palabra más y voy hacia mi pasado…, hacia aquel salón que guardaba cada uno de los recuerdos de mis dos hijos y de Sophia. Llego hasta su puerta, entro y cierro para no ser molestado. Voy hacia la cava de vinos que había ahí y descorcho una botella; luego, tomo una copa y camino hacia aquel baúl de recuerdos en el que estaban los objetos más preciados.

Saco la foto de los dos pequeños ángeles que tuve conmigo por ocho años…, solo por 8 años…

—Nada más ocho años —musito al acariciar su retrato y sonrío—. Los amo…, me hacen mucha falta, los extraño muchísimo —tomo un poco de vino—. No ha sido fácil…, a veces, quisiera desaparecer e ir con ustedes, pero…, pero tengo una promesa que cumplirle a su madre —comienzo a llorar—. También quiero parar con eso, pero tampoco puedo. Ya lo intenté una vez y solo miren cómo ha salido todo. Ya no puedo mostrarme inflexible. Lo siento, lo siento, hijos. Yo no debería estar llorando, lo lamento.

Seco mis lágrimas y bebo un poco más.

—Seguro amarían a Valentina —digo de repente—. Ella es… tan hermosa, le gusta mucho que le lean… ¿lo recuerdan? No, no creo que lo recuerden porque ustedes eran unos bebés, pero también les gustaba que yo les lea, aunque a Valentina parece gustarle cuentos sobre dragones —sonrío— y también prefiere otro tipo de música. Le gusta mucho la clásica…, es… una bebé muy hermosa, seguro habrían sido grandes hermanos…, los tres —sonrío más—. Es una gran bebé, muy sonriente… dios, tiene la misma sonrisa que su madre, hermosa —digo inconscientemente y, luego de ello, reacciono al instante—. Perdón, no debí haber dicho eso. Los extraño.

Beso la foto de mis hijos y después, la coloco a un lado para inmediatamente tomar la de Sophia.

—Hola, Sophia —sonrío—, hace mucho no hablamos. Yo… lo lamento mucho..., no fue… —exhalo pesadamente y bebo más vino—. Quisiera decir que no fue mi intención, pero no puedo mentirte, Sophia. Lo lamento; de verdad lo lamento. Quisiera no poder sentir esto que siento, pero ya es algo que no puedo controlar. Quisiera que, de verdad, hayas sido la única mujer que permaneciera en mi corazón; créeme que lo intenté, créeme que hice de todo para no volver a enamorarme de alguien más, pero… lo siento mucho…, no lo pude controlar con ella y sé que fui un tonto porque ella no me ama; sin embargo… joder… siento que no puedo hacer nada. Estoy perdidamente enamorado de ella… —bajo la cabeza avergonzado y vuelvo a derramar lágrimas—. ¿La amo?... creí que no, pero resultó ser falso. SÍ, LA AMO y no sabes cómo me siento ahora, después de todo lo que le dije. Quiero… quiero golpearme a mí mismo por eso, pero sé que ningún castigo sería suficiente para resarcir, en algo, el daño que le ocasionaron mis palabras, porque SÍ, LA DAÑARON…, yo la dañé. Dios, Sophia…, quiero desaparecer porque no hago más que hacer todo mal, pero ya no quiero y no sé qué es lo que me está pasando. Te juro que quiero llevar a cabo nuestra venganza, estaba seguro de ello incluso antes de entrar a este salón, pero ahora… ahora ya no… —admito entre lágrimas y suelto el retrato de quien fue mi esposa— Ahora ya no quiero, Sophia, lo lamento, te estoy fallando y estoy fallando a mis principios. No debería tener compasión con ella. Solo imagínate qué pasaría si en lugar de condenarla, la salvo. Todos se vendrían contra mí, pensarían que sería débil y ya no sería más el Demetrius Hills al que todo el mundo conoce y teme. Yo… siento que me volveré loco.

Bebo mucho más

—¿Sabes por qué me volveré loco?... —sonrío— Porque, estúpidamente, sería capaz de renunciar a todo por ella y… por… —me quedo en silencio—. Lo lamento, Sophia, pero… ya tengo otra hija —sonrío—. Sería capaz de renunciar a todo por Noel y nuestra hija. Ahora sería capaz de hacerlo, AHORA QUIERO HACERLO… Quiero hacerlo… ¿Lo ves? Me volveré loco muy pronto.

Vuelvo a tomar la foto de mis hijos y me quedo con ella por mucho tiempo hasta terminar toda la botella de licor.

—Creo que debo parar…, tal vez…, lo mejor sea dejarla tranquila, dejarla que se marchara. Dice que me ama…, me gustaría creerle. De verdad, me gustaría. ¿Creen que sea cierto? —le pregunto a la foto de mis hijos— ¿Ustedes creen que ella me ama? Porque si es así, soy capaz de hacer lo que sea por ganarme su perdón, aunque creo que ella jamás me lo dará. Hoy la lastimé mucho…, lloró por mi culpa, fui ruin… Noel… —sonrío—, yo sí te amo…, perdóname por lo que te dije por favor —lloro—. Quiero olvidar todo, quiero ser feliz contigo y nuestra hija, pero tú amas a Mezzla y yo te amo a ti…, te amo, Noel… y… y… dios, perdóname Sophia…

Me cubro el rostro con las manos y lloro mucho más

—Te dejaré libre, Noel…, te dejaré libre…, te dejaré libre y espero que algún día puedas perdonarme.

Me levanto del piso y camino hacia la puerta para ir a su habitación; sin embargo, el sonido de mi celular me detiene.

—Espero que sea importante

—Es muy importante, señor.

—Lo escucho, Therson

—Mezzla Vi está en la propiedad

—¿Qué dice? ¿Cómo entró? —pregunto; y él se queda en silencio— THERSON

—Presumimos que fue la señora Noel quien lo ayudó, señor

CAP 44 1

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