Una madre soltera para el CEO millonario romance Capítulo 47

POV NOEL

—Señora Noel, el señor Demetrius le pide que usted y la niña Valentina lo acompañe a desayunar. ¿Señora Noel? —tocan la puerta un poco más fuerte—. ¿Señora Noel? Señora Noel, el señor…

—Váyase de aquí

—El desayuno ya está servido, señora. ¿Señora?

—Retírese. No quiero oír a nadie

—Pero el señor

—El señor puede hacer lo que quiera. Yo quiero estar sola, váyase. Ya la escuché. Cualquier cosa, la responsable soy yo. Ahora retírese, solo quiero estar con mi hija —señalo un poco seria mientras me dedico a admirar a mi bebé.

—Está bien, señora —responde rendida la mujer y escucho que se va.

Después, solo continúo viendo a mi pequeña bebé durmiendo. Estaba mucho más tranquila que ayer en la noche. También habían sido días muy difíciles para ella. Había llorado de una manera que nunca antes lo había hecho, así que me había preocupado mucho. Sobre todo, ayer después de llegar empapada a nuestra habitación. Ni bien me vio entrar a la recámara, se quiso lanzar a mis brazos y no se lo prohibí. La abracé fuertemente, lloré un poquito con ella y luego, solo me encargué de consolarla. Retiré a la nueva enfermera de la habitación y fui a tomar un baño juntas. Le canté, le leí su cuento, froté su pechito y, al final, durmió tranquila.

En cuanto a mí, no pude pegar ni un solo ojo durante toda la noche, tenía miedo…, ya no me sentía segura en esta casa. También me sentía triste y por alguna razón, también muy culpable. Me arrepentía de haberle dicho que me arrepentía de haberlo amado. Me sentía muy mal por ello, pero… la ira me ganó y no sé si a él le importé o no, pero el decir esas palabras fue lo peor que pude haber hecho porque después de todo, los días de amor que viví a su lado fueron maravillosos y no me arrepentía de haberlos experimentado.

—Solo quiero que tú estés bien, mi amor, aunque… a veces quisiera creer que todo esto es solo un mal sueño, que pronto despertaré y Demetrius… Demetrius seguirá amándome, pero… sé que no es así —exhalo pesadamente—. Él sigue amando a su esposa y yo no puedo hacer nada contra eso. No sé si jugó conmigo a propósito o no, pero… yo sí lo amé…, lo amo y… daría lo que fuera por que todo esto no fuese real. ¿Hago mal en desear ello? —sonrío— Ya ni siquiera quiero saber esa respuesta. De verdad, estoy muy cansada. Mejor sigo aquí, observándote. Porque eres lo más bonito en mi vida Valentina…, tú eres mi vida.

—ABRE LA PUERTA —escucho de pronto…, era él.

—Baja la voz. Valentina está durmiendo.

—Abre la puerta… —repite serio.

—¿Para qué?

—Debes acompañarme a desayunar

—No tengo hambre y Valentina está dormida.

—Pero tú no

—No quiero, no tengo hambre

—Debes comer algo

—¿Finges preocupación?

—¿Quieres discutir?

—No…, siendo sincera…, no —musito al acariciar la naricita de Valentina.

—Debes acompañarme. Recuerda la condición de ano…

—LA RECUERDO. La recuerdo…, no es necesario que me la repitas. Si me quedaba, sería bajos tus reglas y peticiones…, sí, la recuerdo —sonrío triste.

—Entonces te espero en el comedor

—Quiero quedarme con Valentina…, si no te importa. Ayer… estaba muy nerviosa, no quiero que despierte y se encuentre sola.

—Podemos llevarla al comedor y colocar su cuna.

—¿Por qué quieres que te acompañe a desayunar? —Lo miro a sus ojos; él estaba más calmado—. No me quieres…, soy una traidora para ti… ¿por qué deseas que te acompañe?

—Porque sí. No tengo por qué darte explicaciones.

—Es incongruente, ¿no crees?

—No, no lo es.

—¿Ah no?

—No. Simplemente, te invito a desayunar para asegurarme de que comas. Valentina se alimenta de ti; es importante que tú lo hagas y… también es importante para usted.

—Prefiero desayunar aquí… a solas

—Será en el comedor y conmigo

—¿Si no voy?

—Si no va, estaría rompiendo la condición que le propuse para quedarse. Si no va, entonces creo que es evidente lo que sucederá. No creo que sea necesario que se lo aclare, ¿no es así?

—Me botarías de la casa…

—Eso está en sus manos.

—Está bien…, ya voy. Solo necesito 10 minutos —preciso; y él asiento para después marcharse.

Estoy terminando de peinarme cuando Valentina se despierta. Le doy un beso, jugamos un ratito (ella ya estaba mucho más tranquilita) y la cargo para ir al comedor. Al llegar a este, Valentina mira a Demetrius y desea abrazarlo. Yo se la entrego poco convencida y él la recibe en sus brazos.

Inmediatamente, empezamos desayunar, yo no digo palabra alguna, pero él sí; sin embargo, solo era para dirigirse a nuestra bebé.

—Has comido casi nada

—No tengo apetito

—Debes alimentarte…

—Tal vez, más tarde me dé hambre y como.

—Bebe el jugo al menos.

—Entiendo que deba obedecerte, pero no creo que en esto. No tengo hambre y no comeré. No me siento bien y, en esto, espero que me crea, señor Hills.

—¿No te sientes bien? —cuestiona serio al mirarme; y de repente, parece asomarse un ápice de preocupación, pero seguro todo era producto de mi deseo de que realmente yo le importara.

—Seguro se me pasará en unas horas. Solo tengo dolor de cabeza —miento.

—El doctor te revisará

—NO

—No es un tema que esté en discusión

—Lo mismo digo. No es un tema que esté en discusión —preciso serena.

—El doctor te revisará

—¿Le puede pedir algo?

—No

—Se trata de Valentina

—Te escucho

—¿Podría dejar de ser tan terco? No quiero discutir, no delante de ella. Está muy asustada; hoy amaneció más tranquila, pero, de todas maneras.

—Tampoco discutiré delante de ella.

—Gracias —susurro; y vuelvo la atención a mi plato de frutas.

Demetrius sigue desayunando hasta que termina. Luego, se despide de Valentina y se marcha.

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