POV NOEL
—Duerme, mi amor —sonrío al ver a mi hija muchísimo más tranquila—. Mamá está contigo, Valentina. Te amo demasiado, como no tienes idea y cada día, es más —suspiro—. Iré por un té, mi amor. Prometo no demorar mucho. Ya regreso.
Me coloco mi bata y salgo de la habitación para ir rumbo a la cocina y preparar algo para relajarme. Llego la sala y me detengo de forma inconsciente para observar las escaleras que daban a su habitación. Me quedo pensando en él y recuerdo sus manos lastimadas. Cuando las vi, tuve el impulso de ser yo quien las curara, pero no podía. Él no me dejaría y yo…
—Ya ni sé lo que debo o no debo hacer —musito al suspirar pesadamente—. Cierto, mi té —me recuerdo; y continúo hacia la cocina; sin embargo, un fuerte grito me detiene.
Veo en dirección de las escaleras y escucho muchos más gritos y algo hacerse trizas.
—Demetrius —susurro con preocupación y quiero ir hacia él.
No obstante, freno mi paso al ver a una mujer correr por el pasillo y empezar a bajar las escaleras con desesperación y temor. Esta iba… desnuda, ni siquiera se podía cubrir por estar apresurada en bajar las escaleras.
De pronto, llega al último escalón y repara en mi presencia. Su cabellera desordenada no me había dejado ver su rostro; era la enfermera…, la enfermera nueva y bajaba de… la habitación de Demetrius. Mi corazón se rompe una vez más, al tiempo en que mis ojos se aguan, pero no me permito llorar.
—¡VETE! ¡YA VETE DE AQUÍ! ¡ESTÁS DESPEDIDA! —le grita el hombre de ojos grises.
En ese momento, la mujer empieza a hacer un berrinche y, sin esperármelo, me abofetea.
Yo quedo paralizada ante su acción sorpresiva, no reacciono, solo llevo mi mano a mi mejilla y siento el ardor en ella.
—¡ESTO ES TU CULPA! ¡TU CULPA!
Veo que pretende darme otro golpe, pero Demetrius se interpone y toma su mano en el aire para después llevarla a la fuerza hasta la puerta principal.
—¡ES MI ESPOSA! ¡A MI ESPOSA, NADIE LE PONE UN MALDI TO DEDO ENCIMA! ¡¿ENTENDISTE?!
—¡TÚ NO LA AMAS!
—¡ESE NO ES ASUNTO TUYO! ¡JAMÁS SE TE OCURRA VOLVER!
—¡NECESITO RECOGER MI ROPA!
—TIENES LA SÁBANA, CÚBRETE —grita furioso; y le cierra la puerta en la cara.
Yo veo la escena atónita y después, repaso el cuerpo de Demetrius. Aquel estaba semidesnudo, solo traía sus bóxers puestos y…
No era difícil imaginar lo que habían estado haciendo.
—Noel…
—Yo… lo siento…, yo…. Solo iba por una taza de… y…
No sabía qué decir, ni siquiera sabía por qué me estaba justificando, así que solo salgo huyendo de la sala para esconderme en mi habitación, junto a la única persona que me daba tranquilidad en este momento.
—Noel, espera
—Lo siento, yo no quise estar ahí
—NOEL
—TU CASA, TUS REGLAS. YA LO SÉ. Se supone que no debía merodear en…
—¡NOEL! —exclama; y siento una de sus manos envolver una de mis muñecas para después arrinconarme contra la pared—. Noel, escúchame por favor
—Basta, yo no tengo nada que escucharte. Tú no tienes por qué darme explicaciones y yo no tengo por qué escucharlas.
—Noel, por favor, escúchame. Escúchame, Noel
—Aléjate, Demetrius —pido cuando se ha acercado demasiado a mí, hasta el punto de sentir su aliento a alcohol.
—Te pido, por favor, que me escuches.
—Ya basta. Ya dije que no me debes explicaciones. Suéltame por favor. Déjame ir a mi habitación
—Noel…
—¡Que me sueltes, Demetrius! —exclamo al empujarlo suavemente para deshacerme de su agarre y huir.
—Noel, Noel, no…, por favor no
—Demetrius, ya suéltame, ¡no me toques!
—Noel, no te vayas. Escúchame por favor —vuelve a arrinconarme contra la pared y junta su frente a la mía.
—Por favor, Demetrius. Aléjate —le pido al mirarlo a sus ojos
—No te vayas…
—¿Qué?
—No te vayas, Noel… —acuna mis mejillas—. No te vayas por favor —suplica al tiempo en que sus ojos comienzan a llenarse de lágrimas—. Quédate conmigo esta noche.
—¡Demetrius, ya basta!
—Noel
—¡Suéltame! ¡Estás muy tomado! ¡Ya no sabes ni lo que dices!
—Claro que lo sé. CLARO QUE LO SÉ
—¡NO! ¡No lo sabes! TÚ… tú me detestas, ¿acaso lo has olvidado? Ya vete y suéltame. Debo regresar a la habitación con Valentina.
—No te vayas…
—Demetrius
—Por favor, no te vayas —suplicas al cerrar sus ojos y comenzar a acariciar mi rostro con la punta de su nariz.
—Demetrius…
—No te vayas, Noel. No quiero que te vayas
—No sabes lo que dices
—Te equivocas… sí lo sé
—No, por supuesto que no. Estás ebrio… —susurro decepcionada.
—Noel…
—Dijiste que lo dejarías…
—Perdóname…
—Déjame, Demetrius. Debo regresar a ver a nuestra hija.
—Ojalá fuese así
—No te estoy entendiendo
—Ojalá aún estuviese enamorado de Sophia
—Ya basta, Demetrius. Estás muy ebrio y ni siquiera sabes lo que dices. Muy seguramente, mañana ni te acuerdes de esto y me seguirás odiando de la misma forma
—Quiero odiarte. QUIERO ODIARTE, NOEL, PERO NO PUEDO
—Mentira
—Joder… te amo, Noel Varksov…
—No te creo. Demetrius —musito al sentir sus dedos en mis labios—. Ni se te ocurra…
—Te amo…
—No
—Amo tus besos
—Demetrius
—Los extraño mucho
—Por favor…
—Extraño tu cuerpo…
—Por favor, Demetrius
—Cada una de tus caricias
—Por favor
—Cada uno de tus besos, Noel…
—Ya basta por favor
—Extraño cada uno de tus besos, Noel Varksov
—No es cierto
—Sí…, sí lo es
—No, no es verdad. Y ya no puedo seguir aquí —objeto firme al soltarme de su agarre e ir a mi habitación; sin embargo, esta vez, siento sus dos manos en mi cintura y él me da media vuelta para después estampar sus labios contra los míos y… besarme.
Me devuelve contra la pared y me devora de manera desenfrenada y con pasión. Siento su lengua acariciar mis labios y luego, se abre paso al interior de mi boca para saborear cada uno de los rincones de mi cavidad como todo un experto. Yo no me resisto, sino que, como una tonta, disfruto de aquel y recuerdo cada uno de la inmensa cantidad de besos que nos regalábamos tiempo atrás… hasta que reacciono y lo alejo bruscamente de mí para luego estampar mi mano contra su mandíbula.
Él se queda viéndome fijamente y yo no hago más que huir de la escena a toda prisa y encerrarme en mi habitación. Ahí, trato de recuperar mi normal respiración mientras pienso en tantas cosas como… lo mucho que extrañaba sentir y saborear sus labios con los míos. Pienso en que, a pesar de todo, mi maldi to corazón seguía latiendo frenéticamente ante el más mínimo contacto de su piel contra la mía o, simplemente, de su aliento; y me detestaba por eso…, por ser tan débil y flaquear ante él.
—No debe ser así…, no puedo quererte… Tú… tú amas a Sophia. No la has olvidado…, ella es la única mujer en tu vida. Tú lo dijiste —susurro al recordar aquel doloroso y fuerte momento para mí—. Si no… ¿por qué mentirías?
Me siento sobre el piso, me recuesto sobre la puerta y cubro mi rostro con mis manos.
—La amas. Hoy solo estás ebrio y… no sé a qué juegas, pero sé que la amas. Tienes su piano, lo cuidas mucho de que nadie lo toque, te molestas si alguien se atreve a hacerlo. ¿Qué más prueba que ello del inmenso amor que aún le tienes?... Y, por último… —exhalo pesadamente—, está ese salón. No sé qué hay ahí, pero… lo que fuese, seguro también le pertenece a ella, ¿no es así? ¿o me estoy equivocando? ¿acaso no hay algo ahí que le pertenezca a ella? ¿Hasta dónde llega tu amor, Demetrius? ¿Qué tanto amaste y… sigues amando a… tu Sophia?

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