POV NOEL
No debería estar haciendo esto, pero me fue necesario después de lo que acababa de suceder. Necesitaba, sentía la necesidad de saber qué guardaba con tanto recelo en este salón, aunque al parecer la respuesta era evidente, pero, aun así, quería cerciorarme de ello.
No había nadie a mi alrededor y las luces ya habían sido apagadas.
—Debe haber alguna llave por aquí —susurro al buscar debajo de los dos enormes floreros y por encima del marco de la puerta de dos piezas, pero no hay nada—. Su despacho —susurro temerosa y voy hacia él.
Este, enhorabuena, estaba sin llave, así que ingreso y voy rápidamente a su escritorio. Cuando llego a aquel, veo una fotografía mía y de Valentina en este (lo cual me sorprende). La tomo con delicadeza y la observo fijamente.
—¿Por qué tendría esta foto aquí? —susurro confundida.
De pronto, veo otra foto más; era de él junto a sus hijos. Tomo aquella foto también y la miro fijamente. Cuando lo hago, me es imposible retener mis lágrimas. Eran apenas unos bebés. ¿Cuántos años tendrían? ¿Ocho? ¿Nueve?
—Gemelos… —susurro; y desvío mi mirada rápidamente, al pensar en la atrocidad que había cometido mi padre contra aquellos dos ángeles—. No…, no pudo haber sido capaz de tanto —cierro los ojos y comienzo a llorar un poco más.
Después, creo escuchar un ruido, así que rápidamente dejo la fotografía en su lugar y me escondo. Nadie aparece en varios minutos, así que salgo de mi escondite y sigo buscando las llaves; no obstante, no podía dejar de pensar en la tragedia y todo el dolor que le ha tocado vivir a Demetrius. Dolor que había provocado mi padre al parecer.
Encuentro un manojo de llaves y voy hacia el salón para probar cada una hasta que encuentro la que abre la puerta.
Ingreso sigilosamente, la cierro y… enciendo las luces.
Cuando lo hago, me quedo sorprendida al ver el cuarto lleno de fotografías y cuadros, así como de adornos, esculturas y… juguetes.
—Demetrius —susurro con tristeza al deducir lo que era todo esto—. Sus recuerdos —musito; y camino hacia el enorme cuadro familiar, encima de una chimenea.
Ahí estaba él, siendo abrazado por sus hijos y por…
—Sophia —susurro al verla fijamente—. Que bonita… —musito al sonreír tristemente y limpiar una lágrima que rodaba por mi mejilla.
Después, me giro y observo cada rincón del salón. Todo estaba inundado de recuerdos, TODO. No había esquina alguna que no lo estuviera. Veo todas las fotografía y, en todas, los cuatro aparecían muy sonrientes.
—Eran felices…, él… era muy feliz
Tomo una foto pequeña y veo que es de él con sus pequeños en la piscina del sótano.
Sonrío al ver que Demetrius estaba con un flotador de patito y riéndose junto a sus bebés.
—Demetrius —acaricio su retrato.
Sigo repasando el salón y veo un baúl abierto. En aquel, había más recuerdos, pero a diferencia de todo lo que había en el salón, estos parecían recuerdos más selectos. Me agacho y solo los miro, no me atrevo a tocar ninguno, ya que estaba segura de que eran muy especiales para él y eso lo iba a respetar.
De repente, llego hasta una especie de puerta, la cual se abre ante mi contacto. Esta termina de abrirse por completo y lo que veo me deja sin palabras. Era… era una especie de exposición de vestidos y joyas pertenecientes a una mujer.
—Sophia…, sus recuerdos…, sus vestidos…, sus joyas…, sus zapatos, todo —musito al entrar sin detenerme a pensar en mi indiscreción.
Repaso todo y veo un cuaderno. Me acerco a él y veo que es un… diario, un diario de…
—Demetrius…, esta es su letra —susurro al acercarme a leer la página abierta.
La fecha era del día en el que llegué a esta casa. La curiosidad me gana y empiezo a leer…
“Ella ya está aquí y ya tenemos a su hija. Noel Varksov, la hija de Yadiel Varksov, ahora está en nuestra casa, Sophia. No sabes lo difícil que es esto, tenerla aquí, en la casa que compartí contigo y nuestros hijos, donde están nuestros recuerdos. No soporto siquiera verla; ella es… tan parecida a su padre, tiene sus mismos ojos. No tienes idea de lo mucho que me cuesta verla fijamente porque solo veo a Yadiel Varksov y deseo terminar con mi venganza en ese preciso instante, pero no. La venganza debe ser de otro modo. La enamoraré y le quitaré a su hija; no habrá mejor venganza que esa”.
Termino de leer el fragmento y solo cierro mis ojos para contener mis lágrimas. Por una parte, parecía comprenderlo, ya que estaba actuando por el enorme dolor que sentía, después de que mi padre le haya quitado su familia. No obstante…, por otro lado, no podía evitar sentirme decepcionada otra vez, ya que involucró a mi hija n todo ello. Valentina apenas acaba de nacer, era inocente…, aquella idea ni siquiera debió pasar por su cabeza.
Paso las páginas y sigo leyendo.
“Ayer nos casamos. Tuve que besarla, fue el peor momento en todos estos años. Regresé a mi habitación y no hice más que tratar de quitarme el sabor de sus labios. No sé si pueda soportar esto, Sophia. No sé si pueda soportar seguir con mi plan de enamorarla. No quiero a esa mujer, no…”
Dejo de leer, ya que no podía soportar lo que fuese que siguiese. Vuelvo a ver a mi alrededor y solo exhalo pesadamente.
—Aún la amas. No hay duda de eso. Aún la amas y esta es la prueba fehaciente de ello. Guardas sus recuerdos con recelo y sé que desearías que ella estuviese aquí en lugar de mí y… lo entiendo —siento querer quebrarme, pero no me lo permito—. Lo entiendo…, ella era o, mejor dicho, ES la mujer de tu vida, la esposa que elegiste por amor y no por un contrato de venganza. Yo… lamento mucho lo que te hizo mi padre. De verdad…, de verdad lo lamento y… —ahora sí no puedo resistir quebrarme—, créeme que si yo tuviese la oportunidad de regresar el tiempo…, lo regresaría hasta donde seguías siendo feliz, hasta donde estuviese con tu familia…, con Sophia…, con tus hijos. Daría lo que fuera por devolvértelos, pero no puedo y no sé si es culpa de mi padre o no, aunque… —sonrío avergonzada— no entiendo ni por qué me lo pregunto. Es capaz de todo. Solo… solo te pido perdón, Demetrius. Te pido perdón en su nombre. No creo que él se disculpe, nunca lo ha hecho, ni siquiera Cuando mi madre…, bueno, eso ya no tiene sentido ahora —limpio mis lágrimas—. Te pido perdón…, te pido perdón en nombre de mi familia, aunque, para ser sincera, creo que nada es suficiente. Te quitaron a tus hijos y eso…, eso no tiene perdón. Yo… lo lamento mucho, no sé qué podrí…
—¿Señora Noel?
—¡Dios! —giro asustada y veo a Baker en la puerta de la pequeña recámara del salón.
—Señora Noel, ¿qué hace usted aquí? —cuestiona muy serio.
—Baker…
—No debería estar aquí
—Lo sé, lo sé, Baker, pero, por favor, se lo pido, no diga nada
—Señora Noel…
—Por favor, Baker, se lo suplico, no lo comente con nadie. No se lo diga a Demetrius.
—Le debo lealtad al señor Demetrius, No puedo callar algo como esto.
—Por favor, Baker. Se lo pido. Se lo suplico, no le diga nada a Demetrius
—Señora
—Por favor, Baker
El hombre me mira acusador hasta que, de pronto, relaja su mirada.
—Retírese ahora, señora Noel. No debe estar aquí.
—Lo sé, pero, por favor, no le diga a…
—El señor Demetrius suele bajar en cualquier momento por las noches, Si la ve aquí, seguro se metería en muchos problemas. Le recomiendo ir a su habitación.
—Gracias, Baker
—No agradezca, señora. Estoy faltando mi palabra de lealtad al señor Demetrius.
—Lo siento mucho
—Retírese por favor
—Gracias —susurro; y dejo el diario en la página en la que estaba, después, salgo de la habitación, bajo la atenta mirada de Baker.
Él cierra la puerta y me entrega las llevas.
—Será mejor que las deje donde las encontró y de la misma manera, ¿lo recuerda?
—Sí, lo recuerdo
—Bien…, buena noche, señora, y… procure no meterse en más problemas.
—Gracias, Baker
—No nos vimos, señora
—Sí —susurro aliviada; y él se va.
Después, yo voy a su despacho y dejo las llaves igual a como las encontré. Salgo de aquel y luego voy hacia mi habitación; no obstante, escuchar ruidos del segundo piso me detienen.
Miro las escaleras y no sé si ir a verlo o no, ya que aquellos ruidos, estaba muy segura, provenían de su habitación. De pronto, lo escucho gritar y solo cierro mis ojos y, aunque se supone que no debía, voy hacia él.
Llego a la puerta y los gritos se intensifican. Me quedo ahí unos segundos hasta que todo ruido desaparece y ahora solo escucho su llanto de dolor mientras balbucea algunas otras palabras.
Ante ello, solo respiro profundamente, sujeto la manija de su habitación y la giro para abrirla completamente. Cuando lo hago, veo a Demetrius en una esquina de su habitación, llorando desconsoladamente y, como siempre, con una botella de whiskey en su mano.
“Demetrius”, repaso su nombre en silencio y no puedo evitar sentirme afectada, ya que era muy evidente que él… estaba sufriendo…, estaba sufriendo mucho y todo era por culpa de mi padre.
—Demetrius —susurro inconscientemente; y él dirige su mirada hacia mí y comienza a llorar mucho más.
—Noel… —llora como un niño—, Noel —repite mucho más dolido y eso me parte el corazón.
Sin pensarlo, me acerco cautelosamente y me arrodillo frente a él.
—Noel..., Noel…
—Demetrius —musito al acunar sus mejillas y verlo a sus ojos.
Él llora mucho más y yo no hago más que juntar mi frente a la suya.
—Perdóname, Noel…
—Demetrius
—No quiero hacerlo, no quiero hacerlo
—Demetrius…
—Te amo…, te amo, aunque tú no…
—Demetrius…, DEMETRIUS, NO —señalo seria al ver que quería seguir bebiendo.
—Lo necesito
—NO, ESO ES MENTIRA, DEMETRIUS. Tú… tú lo necesitas —señalo; y él me mira a los ojos.
—Duele, Noel…
—Lo sé…, lo sé, créeme que lo sé
—Duele mucho…
—Demetrius…
—Lo necesito
—No, Demetrius. No necesitas del alcohol —susurro suave; y, lentamente, le voy quitando la botella de la mano.
La aparto por completo y él la mira
—Demetrius, mírame a mí. Mírame a mí
—Noel…
—Tú no necesitas del alcohol
—Me voy a volver loco
—Eso no sucederá, Demetrius…
—Estoy enloqueciendo, Noel. No sé qué debo hacer.
—Demetrius
—No sé qué voy a hacer, no sé qué voy a hacer —articula entre llanto y, sin esperarlo, se aferra muy fuerte a mi cuerpo.
Rodea mi cintura y se esconde en mi pecho a llorar como un niño. Ante ello, no hago más que abrazarlo también y comenzar a acariciar sus cabellos para consolarlo.
—Todo estará bien, Demetrius.
—Estoy haciendo todo mal
—Estoy segura de que saldrás de todo esto
—Te amo, Noel…
—Demetrius
—No quise lastimarte. Perdóname
—Tranquilo, Demetrius
—Solo necesito una copa más
—No…, no necesitas de una copa más, ni siquiera de una sola gota más, Demetrius Hills —sentencio al volver a hacer que me mirara—. Tú no necesitas del alcohol…, debes dejarlo, Demetrius. Solo te está destruyendo
—Alivia mi dolor
—Hay otras maneras para aliviar el dolor
—¿Por qué estás aquí?... Yo… no lo merezco
—estoy aquí porque, mientras esté en esta casa, no dejaré que te hundas, Demetrius Hills. No importa los problemas que tengamos y… todas las demás cosas
—Perdóname, Noel
—Mientras esté yo aquí, voy a ayudarte, pero no puedo hacerlo sola, Demetrius. Tú también debes poner de tu parte. Estás enfermo, Demetrius —señalo; y él llora mucho más—. El alcoholismo es una enfermedad y estoy segura de que lo podrás superar.
—Ya no sé qué hacer…
—Primero…, podemos empezar yendo a la ducha, ¿te parece?
—Noel
—Prometo solo llevarte hasta allá, no te tocaré…, nada
—Sophia…
—Lo sé…, sé que la amas.
—No
—Descuida, Demetrius
—Noel…
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