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Una madre soltera para el CEO millonario romance Capítulo 52

POV Demetrius

Había pasado semanas y hoy Valentina cumplía 14 meses de nacida. Me levanto de mi cama, voy a la ducha y me cambio rápidamente para ir a la sala y verificar que todo esté listo para su sorpresa. No tenía mucho tiempo hoy, tenía varias reuniones pendientes (entre ellas, la de Bell Smirf, quien ya tenía mucho tiempo esperando por una cita).

—¿Todo listo, Baker?

—Todo listo, señor Demetrius. La mesa ya quedó lista.

—¿Le avisaron a la señora Noel?

—Sí, señor. Stella, su mucama, fue a verla.

—Bien, entonces ya todos pueden retirarse. Quiero estar a solas con mi hija y su madre.

—Sí, señor. Como usted ordene.

Mi mayordomo se retira y ordena a todos que lo sigan. Después, solo me dedico a esperar a Noel y Valentina. Había pasado semanas desde nuestra última discusión. De hecho, después de aquella noche en la que me enteré que ella sí me había cuidado y bañado, no volvimos a discutir. Noel había estado muy tranquila, se estaba comportando muy bien y lo mejor de todo es que ya no había pretendido huir. En cuanto a Mezzla Vi, seguía en los establos.

No había podido soltarlo porque, aunque sonara cruel, el hombre era mi salida para los días malos, aquellos en los que me preguntaba si Noel podría llegar a amarme tanto como a él. Pero el motivo más importante era que no podía dejarlo libre para que intentara llevarse a Valentina en cualquier momento, así que ahí seguía, en mis establos. Era de imaginarse que Renn Vi pretendió mandar a sus hombres a rescatarlo, pero solo me bastó amenazarlo para que desistiera.

Por el momento, podría decirse que tenía todo bajo control, aunque aún estaba Yadiel Varksov y su intento por también llevarse a Valentina con él.

—Demetrius…

—Noel…, buen día.

—Paa paaaahhhh

—Nena… Feliz cumpleaños —me acerco a mi hija y la cargo del piso para elevarla a los aires como un ave.

Valentina se ríe mucho y, cuando ya ha sido suficiente, la abrazo.

—Feliz cumpleaños, mi amor…

—Pa.. pa

—PAPÁ

—Paaaa

—Papá, paaaapá

—Paaaa pa, pa pá

—Sí, así, vas muy bien. No te apresures. Todos los bebés tienen sus tiempos. Cuando menos lo imaginemos, ya estarás corriendo sola por toda la casa.

—No le digas eso porque te va a tomar la palabra y será todo un torbellino —comenta Noel; y yo la miro.

—Un torbellino de amor... —susurro; y ella sonrío.

—Suena muy bonito… “un torbellino de amor” SÍ, nada la definiría mejor. Nuestro torbellino de amor.

—Sí… —la miro a sus ojos—, nuestro torbellino de amor.

—Todo está muy bonito. ¿Por qué elegiste al universo como temática?

—A Valentina le gusta. ¿No es así…, mi torbellino? —pregunto; y mi bebé ríe para después abrazarme.

—No sabía eso…

—Hay un libro que le gusta mucho, que está en la biblioteca. Tiene muchas imágenes de planetas, estrellas, todo y… me di cuenta de que se queda mucho tiempo viendo cada foto.

—Entiendo, y ya veo que sí le gusta porque, en este momento, quiero tomar una estrella —articula divertida; y yo la miro intentando tomar una de las figuras que colgaban del techo.

—¿Le cantamos su cumpleaños?

—Claro —responde Noel; y nos quedamos viéndonos fijamente por muchos segundos.

Extrañamente, no había sido incómodo, sino todo lo contrario, había sido agradable ver sus ojos azules por tanto tiempo; eran hermosos y estaban acompañados por unas pestañas muy largas y rizadas. Noel tenía una mirada muy… hermosa y a mí… me gustaba mucho poder observarla.

De repente, ambos parecemos reaccionar y vamos hasta donde estaba el pastel y encendemos las 14 velitas (1 por cada mes). Los dos le cantamos a Valentina y mi nena parecía estar haciéndolo también, aunque el que se riera mucho, no la ayudaba. Luego, sopla sus velitas y se toma todo su tiempo para hacerlo. Finalmente, terminamos por abrir sus regalos y comer un pedazo de pastel, aunque a ella ya no. Era mejor cuidarla aún.

—Me gustaría poder quedarme hoy aquí, pero tengo reuniones muy importantes

—No te preocupes. Estoy segura de que Valentina lo entiendo.

—Igual, creo que regresaré temprano para jugar un poco más con ella antes de que se vaya a dormir.

—Descuida, ella te estará esperando —expresa serena; y yo le sonrío.

Luego, tomo mi saco, mis llaves, mi portafolio y voy hacia la puerta, no sin a antes despedirme de Valentina con un abrazo.

—Te amo… —susurro al cerrar mis ojos y abrazarla como nunca antes— Debes portarte bien con mamá.

—Paaa —susurra al mirarme fijamente con aquellos ojos saltones; y yo sonrío.

Valentina acaricia mi rostro y se acerca a mí para darme muchos besos, uno detrás de otro. Nos quedamos abrazados un rato más hasta que debemos separarnos. Le doy un suave beso en su pequeña nariz, se l entrego en brazos a Noel y salgo de la casa.

Voy hacia mi auto, subo a aquel y cuando estoy a punto de marcharme, vuelvo a ver a Valentina a través del vidrio de una de las ventanas principales de la casa. La veo feliz jugando con Noel y de pronto, ella me mira y me sonríe…, mi hija me sonríe. Me dice “chau” con sus manitos; y yo le respondo igual.

Finalmente, empiezo a conducir hasta la corporación.

POV Noel

Ya era de noche y Demetrius aún no llegaba. Yo estaba con Valentina en mis brazos, ella se había resistido, por mucho tiempo, a dormir sin antes ver a su papá, pero el haber jugado mucho la hizo rendirse a su cansancio. Ahora debía llevarla a su cama.

—Señor Demetrius —escucho la voz de Baker y, cuidadosamente, regreso a la sala.

AL llegar, veo al hombre sosteniendo el teléfono.

—Sí, señor. La señora Noel y la niña Valentina están bien. Solo vi que la señora lo estaba esperando, señor. Me preguntó si sabía en cuánto tiempo volvería usted de la empresa —le informa—. Entiendo, señor. En todo caso, le avisaré a la señora Noel, aunque creo que fue a dejar a la niña Valentina a su cama. Ella estuvo esperándolo mucho tiempo, señor —agrega; y luego, escucha—. Comprendo, señor. Bueno, yo le avisaré a la señora. No se preocupe, señor Demetrius. Buena noche —concluye; y deja el teléfono en su lugar.

Después, yo voy rápido a mi habitación para que no descubriera que había estado husmeando.

“Y quiero darle un beso. No quiero que haya una sola noche en la que no reciba un beso mío para dormir”, concluyo; y regreso a la habitación de Noel.

—Noel…, sé que esto no te gustará si te enteras, pero… voy a entrar. Solo dejaré el regalo a Valentina y le daré un beso. Prometo no quedarme mucho tiempo —susurro—. Aunque si estuvieras despierta…, me gustaría contarte una propuesta que tengo para ti —musito sereno al recordar todo el tiempo que me pasé pensando en lo que, finalmente, había decidido—. Yo…, Noel…, quiero dejar todo atrás —me sincero de pronto; y exhalo pesadamente—. Debo contarte muchas cosas y, tal vez, después de todo, no me quieras volver a ver y lo aceptaré, pero solo te pediré que me escuches…, que me escuches y… me dejes pedirte perdón. Si luego me lo das o no, yo… créeme que entenderé sea cual sea tu decisión. Yo… yo también estoy muy cansado, Noel. Ya no soporto seguir viviendo así…, yo… ya no quiero hacerte más daño, Noel. Ya no…

Espero alguna respuesta, pero no se oye nada.

—Sí, están dormidas —susurro y, muy despacio, abro la puerta de su habitación.

Cuando lo hago, frunzo mi ceño al ver que no había nadie en la cama ni en la cuna, solo estaba la lámpara encendida, pero nada más.

—Noel —la nombro serio; y empiezo a buscar en cada rincón de su habitación, el baño y el armario, pero no la encuentro, no la encuentro por ninguna parte y eso me desespera—. NOEL…Noel, ¿dónde estás?...

Miro por todos lados y nada.

—Su ropa…, su ropa está aquí y la de Valentina también. No pudieron haberse ido así. No, no se han ido. Ellas no…

Me quedo en silencio al observar el pequeño cajón de su veladora abierto. Me acerco y me doy cuenta de que estaba vacío y eso…

—¡Mierda! ¡Joder! —grito furioso al darme cuenta que aquel cajón, en el cual ella solía guardar sus documentos y los documentos de nuestra bebé, está absolutamente vacío—. ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡JODER! —grito furioso al tirar la m*****a lámpara—. No, no pudo haberse llevado a Valentina así, ¡NO PUDO HABÉRSELA LLEVADO ASÍ! —demando al golpear la puerta.

Salgo de la habitación y levanto a todo el mundo con mis gritos.

—Señor, ¿qué sucede?

—¡¿QUÉ SUCEDE?! ¡¿QUÉ SUCEDE?! ¡SUCEDE QUE MI ESPOSA SE HA ESCAPADO DE ESTE LUGAR Y, POR LO QUE VEO, NI USTED, NI NINGUNO DE SUS INÚTILES HOMBRES SE HA PERCATADO DE ESO ¡ESO PASA!

—Señor, eso no puede ser posible

—¡¿NO ES POSIBLE?! ¡¿DUDAS DE MÍ?! ¡SE LLEVÓ SUS DOCUMENTOS Y LAS POCAS JOYAS QUE TENÍA! ¡DIME ENTONCES QUE NO HA HUIDO!

—Señor

—¡¿QUÉ HACE AQUÍ, THERSON?! ¡MUÉVASE Y MUEVA A SUS HOMBRES! ¡QUIERO A NOEL AQUÍ! ¡QUIERO A MI HIJA AQUÍ! —grito desesperado; y todos salen a buscarlas.

Mientras tanto, yo me quedo en el centro de la sala.

—No puedo creer…, no puedo creer que haya flaqueado otra vez —me reclamo—. ¡NO PUEDO CREER QUE HAYA FLAQUEADO OTRA VEZ! —grito; y tiro lo que está a mi alcance—. Otra vez…, otra vez me viste la cara, Noel…, pero no más, ya no más. Yo… yo ya no tendré ningún tipo de consideración contigo…. ¡YA NO LA TENDRÉ! —escupo; y salgo de mis ala hasta le jardín.

Todas las luces han sido encendidas y mis hombres se mueven por todos lados.

—¡BÚSQUENLAS Y TRÁIGANLAS AQUÍ! ¡TAMBIÉN VAYAN A LOS ESTABLOS! ¡ASEGÚRENSE DE QUE EL PRISIONERO ESTÉ AHÍ!... Si no está… —hago mis manos puños— si no está…, ya saben con quién podrán encontrarlo

—La señora Noel… —susurra mi mayordomo.

—Sí… con ella. Si no está…, se fue con ella

—No señor. Mire… es la señora Noel —informa; y yo miro a donde me señalaba para así encontrarme con la figura de la mujer que acababa con toda mi razón y mi temple.

Ella estaba ahí, viendo hacia mí y con nuestra hija en brazos. De pronto, se deja caer sobre el suelo y… comienza a llorar con mucho dolor.

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