POV Demetrius
Son casi las seis de la mañana y yo no había podido dormir, debido a que tenía que estar al pendiente de la guerra que se había iniciado con los Renn y de la cual…, no sé si era bueno o malo, habíamos salido victoriosos. Enciendo la televisión para ver si había noticias sobre ello, pero lo único que veo es la imagen de Yadiel Varksov en ella.
“El diplomático de Rusia, Yadiel Varksov, a las 3 de la mañana, fue detenido y llevado a una carceleta como primera medida, puesto que se presumía que intentaba escapar de nuestro país, lugar en el que había pedido asilo político, pero el cual le fue negado”, informa la periodista y yo subo volumen a la TV.
“Hoy, a las 9 horas, sería trasladado a fiscalía; sin embargo, lo que nadie se imaginó fue que Yadiel Varksov sería encontrado muer to en el interior de la carceleta, y se presume que… se habría suici dado”, termino de escuchar las noticias y apago la televisión.
Yadiel Varksov había… muerto…, se había… sui cidado. Fue tan cobarde que ni siquiera se atrevió a responder por la muerte de inocentes (entre ellos, mis dos ángeles y Sophia).
Veo a mi hija durmiendo en su cuna y voy hacia ella para cargarla en mis brazos. Ella se remueve y termina acomodándose en mi pecho. Después, voy hacia el balcón de la habitación en la que estaba Noel y observo la ciudad.
La noticia…, de alguna forma, me había dado cierto ápice de calma y tranquilidad, pero no era por… la venganza, sino porque la muer te de Yadiel Varksov significaba que Noel y Valentina ya no correrían el peligro de ser acechadas por él. Sentía que me quitaba un enorme peso de encima con ello. Las dos mujeres de mi vida… estarían, por fin, tranquilas. Ya no estaba Mezzla, no estaba Renn y tampoco estaba Yadiel Varksov.
—Por fin… estarán más tranquilas, mi amor —miro los ojos de mi bebé y beso su frente.
De repente, escucho un suave murmullo y me giro a ver a Noel de inmediato.
—¡Noel!
Me acerco a ella y me doy cuenta de que está despertando.
—Noel… —tomo su mano y espero a que se vaya acostumbrando a la luz de la habitación.
—Va… len…
—No te esfuerces, Noel —estrecho su mano suavemente; y ella esboza una débil sonrisa.
—De… me…
—No hables, Noel. Estamos aquí. Valentina y yo estamos aquí y los dos estamos bien.
—Deme… trius…
—Mi amor —susurro; y beso su mano mientras unas lágrimas han empezado a abandonar mis ojos—. Noel.
Ella vuelve a sonreír y Valentina empieza a llamarla y querer ir con ella.
—Maaaaaahhhh
Noel sonríe otra vez al fijar su mirada en nuestra bebé.
—Mi… amor
—Ma… ma ma ma
—Va le…
—Noel…
—Demetrius… tú… Mezzla
—Noel, no hables más por favor.
—¿Estás… bien? —musita muy débil.
—Te amo, Noel…, te amo mucho. ¿Por qué lo hiciste? No debiste hacerlo.
—Tú… lo hiciste… a…a … antes
—Noel…
—Valen… tina
—Aquí está
—Un… beso —pide; y yo acerco a nuestra hija a ella.
Valentina le da un beso y quiere abrazarla, pero no era pertinente.
—No… déjala
—Con cuidado —susurro; y coloco a nuestra hija, suavemente, a su lado.
Valentina le da un beso y se aferra a su cuello. Yo la ayudo a que no sea con fuerza, puesto que Noel aún estaba muy débil, pero, al final, fue imposible. Las dos se necesitaban y yo no iba a interponerme en eso.
El día pasó y Valentina ni yo nos movimos de la habitación de Noel. Llegó la noche y ambos dormimos ahí. A la mañana siguiente, desayunamos, conversamos un poco más y… había llegado el momento. No fue necesario decir nada, por nuestras miradas, ambos sabíamos que había llegado el momento de hablar.
—Duerme… —susurro al ver a Valentina al lado de Noel.
—Sí… y creo que deberíamos…
—Lo sé…
—Demetrius…, quiero que sepas que te amo
—Yo también te amo, Noel —sujeto su mano, la beso y la apego a mi pecho—. Te amo.
—Te amo…
—Perdóname por haber dudado
—Tranquilo…, ya no tiene sentido… discutir por eso ahora.
—Te amo
—Igual yo…, pero… ambos sabemos que… —suspira triste— ambos sabemos que no podemos seguir —recuerda; y yo cierro los ojos mientras presiono más su mano sobre mi pecho.
La escucho llorar y yo también lo hago.
—Quisisera que fuese de otra manera, pero no podemos…, han ocurrido tantas cosas que…
—Lo entiendo —interrumpo—. Créeme que lo entiendo.
Abro mis ojos, la miro y me doy cuenta de que ella estaba sufriendo al igual que yo.
—Me hubiera gustado seguir a tu lado por siempre.
—Lo sé… y créeme que a mí también, Noel. Daría lo que fuera por poder vivir a u lado y al lado de nuestra hija por siempre, pero… soy consciente del dañoq que ocasioné y soy consciente de que no puedes permanecer junto a mí
—Te amo, Demetrius
—Lo sé, mi amor…, pero ha llegado el momento de que pienses en ti. Yo aún no estoy preparado..., aún tengo cosas que solucionar y tú… tú no mereces esperar, así como tampoco mereces estar conmigo, Noel. Tú mereces más.
—Demetrius
—Un hombre que te ame demasiado y que no lo dude
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