Entrar Via

Una madre soltera para el CEO millonario romance Capítulo 58

*****Varios meses después*****

POV Demetrius

—Muchas gracias, doctora.

—Felicidades, Demetrius —estrechamos nuestras manos y nos sonreímos.

—Entonces nos vemos la siguiente semana.

—Sí y será la última

—¿Perdón?

—Al menos, en este consultorio.

—No entiendo.

—Ya estás mucho mejor, Demetrius. De ahora en adelante, considero oportuno que lo mejor es que solo sigas tratando con tu psicóloga. La medicación que te doy, se termina este mes. Ya no considero prolongarla.

—¿Usted cree que yo…?

—Está bien, Demetrius. De todas maneras, si algo sucede, sabe que puede encontrarme aquí.

—Muchas gracias, doctora Shepard. Ha sido usted más que mi psiquiatra.

—Igualmente, señor Hills.

—Bueno…, me retiro y… muchas gracias otra vez. Sabe que cualquier cosa que se le ofrezca, puede llamarme.

—Bien, Demetrius.

—Saludos a toda su familia.

—Muchas gracias.

Me despido de mi psiquiatra y salgo a la calle para entrar a mi auto. Además de alcohólicos anónimos. Maximun me animó a visitar a una para que me ayudara con el inmenso rencor y culpa que sentía. Estaba tan cansado, después de aquellos dolorosos cinco años, que visitar a la doctora Shepard se convirtió en una gran ayuda. Ahora, ya iba a terminar con mi medicación en un mes y solo continuaría yendo a mi psicóloga.

—Ni pensar que nunca imaginé necesitar ayuda como esta, pero… fue necesario y fue la mejor decisión.

Sonrío con más tranquilidad, enciendo mi auto y comienzo a conducir a mi casa. No obstante, en el camino, me animo a ir al supermercado. Tenía ganas de preparar un postre…, uno que me había enseñado…

—Noel —susurro y suspiro tranquilo.

Las terapias me habían servido para recordar los mejores momentos a su lado y que debía aceptar que lo mejor fue separarnos; sin embargo, tenía que admitir que aquel deseo de tener otra oportunidad con ella, seguía latente…

—Aunque es imposible —admito al mirar un pequeño mini market.

Estaciono mi auto y salgo de aquel para entrar. Tomo una canastilla y comienzo a buscar lo que necesitaba para preparar el postre.

—Necesito harina y… azúcar, también el polvo de hornear y…

Olvido algunas cosas y tomo mi móvil para buscar la receta que había apuntado.

—Esencia de vainilla —susurro al leer la pantalla de mi celular—, chocolate, leche conden…

Siento chocar con alguien y me disculpo rápidamente.

—Discúlpeme, por favor, no fue mi inten… ¿Noel?

—Demetrius…

Me quedo quieto al verla después de muchos meses sin escuchar si quiera su voz. Tenía al frente a aquella hermosa mujer de ojos azules que, hasta ahora, lograba provocar que mi pulso se acelerara, pero a diferencia de otras oportunidades, en esta ocasión, lo hacía con mayor intensidad. Verla frente a mí, solo me provocaba querer acortar el poco espacio que había entre nosotros y abrazarla para después… besarla, pero no podía, no debía hacerlo. Yo le hice una promesa. Desvío mi mirada de ella y esta recae sobre…

—Valentina —susurro el nombre de mi hija y deseo lo mismo.

Deseo tenerla en mis brazos para llenarla de besos y no soltarla jamás, pero tampoco podía. Siento querer rendirme y hacerlo; quiero acercarme a ambas y decirles lo mucho que las amaba, pero…

“No puedes hacerlo, Demetrius. Recuerda…, le diste tu palabra a Noel”.

—Duerme…

—Estuvo jugando mucho —responde ella y, por algún momento, sentí su voz quebrada.

—Como siempre…

—Sí, como siem…

“¡Noel, mira! Encontré lo que buscabas”, escucho; y un hombre se para entre nosotros.

—Marti…

—¡Lo tenemos! ¡Con eso ya terminaríamos nuestras compras! —expresa feliz cuando, de pronto, toma sus mejillas y… la besa.

En ese momento, no sé cómo sentirme, así que solo decido salir del lugar sin comprar nada y regresar a mi auto para ir a mi casa.

Llego a esta y deseo beber, pero no hay ni una sola gota de alcohol. Me siento en el sofá, cierro los ojos y trato de procesar de lo que había sido testigo.

—Señor, ¿se encuentra bien?

—Baker —miro a mi mayordomo; y él me sonríe.

—¿Me despides por lo de entrar a tu habitación o porque te besé frente a él?

—POR LAS DOS COSAS. Tú no tienes ningún derecho a entrar a mi habitación sin mi consentimiento, así como tampoco tenías el derecho de besarme porque siempre lo he dejado claro. En este momento, no estoy preparada para iniciar una relación.

—Aceptaste tener una cita conmigo.

—Sí, pero ya no lo deseo. No quiero salir contigo. Lo único que quiero es que te retires de esta casa.

—¿Solo por el beso que te di frente a él?

—Por eso y por haber entrado a mi habitación, sin mi autorización. Retírate.

—¿Tanto quieres a ese alcohóli…

—VETE DE AQUÍ —ordeno molesta, después de haberle dado una bofetada— Y TE SUGIERO QUE, EN TUS OTROS TRABAJOS, DEJES DE ESTAR ESCUCHANDO CONVERSACIONES QUE NO TE COMPETEN.

—Eliges mal.

—Por el contrario…, elijo bien.

—Huyó, no quiere saber nada de ti.

—Vete.

—Como quieras, pero… solo te diré que si en algún momento quieres volver a tener algo conmi…

—VETE

—Bueno…, bueno. Solo espero mis prestaciones y compensación por

—TENDRÁ TODO, AHORA VÁYASE.

—Él no vale la pena

—¡VÁYASE! —ordeno más molesta; y el hombre me obedece por fin.

Después, solo voy a mi habitación y veo a Valentina disfrutando de su siesta de la tarde. Me acerco a ella y observo la foto que estaba en la veladora al lado de mi cama.

—Demetrius… —articulo su nombre mientras delineo sus perfectas facciones con mis dedos.

Me acuesto al lado de mi hija y estrecho aquella foto que tomé en navidad, sobre mi pecho.

—¿Cómo es que pude creer que tan si quiera estaría lista para una cita?... Es obvio que no lo estoy…, no estoy preparada, Demetrius porque… mi tonto corazón aún se alborota y late muy fuerte cuando te ve…, mi hombre de los ojos grises.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Una madre soltera para el CEO millonario