Capítulo ciento dos: Una visita esclarecedora
"Narra Sofía Galanis"
Un poco más tarde, casi entrada en la noche, vino a hacerme la visita Sabrina Caruso, la esposa del amigo de mi marido.
—No tienes buen aspecto —me dijo después de saludarme—. Parece como si no hubieras parado de llorar. Apolo no llora, pero está de un humor de perros y todo aquel que puede se mantiene apartado de él.
—¿Dónde está?
—Con mi marido, trabajando. A la señora Cassia se le ocurrió decir que elustedes fue un error y Apolo le gritó por primera vez en su vida. Ezio trató de defenderla y él estuvo a punto de pegarle a su propio padre. Así que, si tú no eres feliz, Sofía, trata de recordar que no eres la única. ¡Normalmente no tenemos combates de boxeo cuando nos reunimos!
—No es mi culpa que esto no haya funcionado.
—¿Puedo sentarme, o ahora soy del enemigo?
Me ruboricé.
—Por supuesto que te puedes sentar. ¿Quieres tomar algo?
—No, gracias. Solo dame cinco minutos de tu tiempo. Apolo no sabe que estoy aquí y, si lo supiera, me arrancaría la cabeza.
—No quiero hablar de Apolo contigo. No me parecería bien.
—Pero puedes escucharme, ¿verdad? ¿Lo que ha causado todos los problemas entre él y tú fue lo que salió en la prensa amarilla? Si quieres, tú limítate a asentir o negar con la cabeza. Esto no es hablar de Apolo.
Asentí y negué con la cabeza.
—¿Y eso qué significa?
Me encogí de hombros.
—Muy bien, el día después de que ustedes llegaron a Atenas y Apolo fue a reunirse con Gyros para negociar lo de los hoteles, no esperaba ver a Natalia allí, no quería verla más bien. Sí que tuvieron algo ellos dos, pero Apolo la terminó por frívola, superfical e interesada, te aseguro que Natalia no es de sus personas favoritas.
—¿Cómo sabes eso? —pregunté—. Lo de que no esperaba verla, quiero decir.
—Porque llamó enfurecido a mí marido para hacerle el cuento. Estaba furioso. Te aseguro que Apolo trata con Natalia por educación y porque de verdad quiere esos hoteles.
—No fue lo que a mí me pareció —comenté por lo bajo, pensando en voz alta.
—Te cuento más, cuando supo de ese artículo de la revista, se puso como loco. Se pasó un día entero hablando con sus abogados. Así que no tuvo oportunidad de estar en ninguna piscina con Natalia. De hecho, dudo mucho que vuelva a disfrutar con ninguna chica en el exterior de una casa ahora que han aparecido esas famosas fotos. Eso haría que yo me lo pensara dos veces.
—No tienes que mentir por Apolo...
—Si él hubiera estado con Natalia, yo te diría que no es asunto mío.
—Apolo es un casanova.
—Bueno, lo fue antes de que aparecieras tú hace unos meses. Pero nunca cuando tú estuviste con él. ¡Ni ahora!
A mí se me escaparon las lágrimas.
—¿Sabes lo que pensé cuándo los vi a ustedes dos juntos por primera vez en la fiesta que organicé? Que es una pena que Natalia no pueda ver cómo actúa Apolo contigo. Pero dudo mucho que ella sepa su historia.
—¿Qué historia?
—La tuya y de Apolo. Fabio me había dicho que Apolo estaba embobado contigo; y yo no me lo podía imaginar así por ninguna mujer. Desde que lo conozco, él siempre ha sido muy frío en sus emociones. Pero contigo es completamente diferente.
Me obligué a sonreír.
—No te preocupes, querida, entiendo.
—No sabes cuánto me alegra escucharlo —sonrió complacida—. Apolo y tú hacen una bonita pareja. Ahora debo irme.
Sabrina me dejó con muchas cosas en las que pensar. Incluso la esposa más suspicaz tendría sus dudas bajo esas revelaciones. Y yo ya las tenía antes de su llegada.
Apolo no volvió al hotel esa noche y el teléfono sonó cuando me estaba quedando dormida vencida por el cansancio.
—Soy Apolo.
No parecía él. Su voz no tenía ninguna expresión.
—¿Estás bien? —le pregunté.
Él no dijo nada.
—Tal vez creas que, teniendo en cuenta lo que te dije, esa es una pregunta curiosa —añadí.
—No estoy muy bien. Solo llamaba para comprobar que estabas bien y para informarte que una limusina llegará mañana a las once de la mañana para traerte al centro de la ciudad. Te veré entonces.
—¿Para qué? —pregunté dubitativa.
—He citado a todos los que que pueden estar involucrados en el secuestro y todo lo demás en el mejor restaurante de Atenas —respondió—. Creen que están invitados a almorzar y tu llegada será inesperada. Así es como lo he planeado.
—¿Natalia también estará? —pregunté, era una clara insinuación.
—Todas las personas allegadas a nuestra familia, Sofía. Incluso los Paladios. Mañana acabamos con esto de una vez por todas.
*****¿Será que Apolo ya descubrió a la perra resbalosa?*****

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡CÁSATE CONMIGO! Tendrás a mi bebé.