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¡CÁSATE CONMIGO! Tendrás a mi bebé. romance Capítulo 71

Capítulo setenta y uno: Mi marido y mi jefe

"Narra Sofía Galanis"

Nos separamos cuando él quiso, cuando al parecer se le hizo imposible respirar. Yo no sabía cómo lo hacía, pero podía haber seguido besándolo por horas.

Apolo siguió mirándome mientras se dejaba caer en el sofá otra vez y yo sentí el calor acumularse en mis mejillas de repente. Bajé la cabeza con una media sonrisa y luché con todas mis fuerzas para no llevarme las manos a la cara y tocar mis mejillas calientes.

—Hay una fiesta a la que quiero que acompañes —dijo entonces, descolocándome un poco con el cambio de tema—. Es un amigo mío que no pudo venir la boda y quiero que lo conozcas

Ah, claro, había una segunda intención en esa visita.

Debería haberlo imaginado.

Vacilé sin saber muy bien qué decir. Apenas me estaba adaptando al nuevo empleo y no era el hecho de acompañar a mi marido, sino enfrentarse al escrutinio público, a…

—¿Creta también irá a esa fiesta?

—Es posible —cerré los ojos y dejé escapar el aire contenido en mis pulmones. Yo a esa desvergonzada no quería verla nunca más en mi vida.. Entonces el vino, se acercó a mí y me tomó de las manos—. Pero no dejes que eso te detenga, Sofía. Tú no tienes que huir de nadie, mucho menos de ella. Es Creta quién debería estar avergonzada y tener la descendencia de ahorrarnos tener que verla. Ya nos ha perjudicado lo suficiente, ¿no crees?

—Yo… —dudé mirando nuestras manos entrelazadas—. No lo sé, Apolo.

—Sería una buena oportunidad profesional para ti y una buena oportunidad para los dos de demostrarle al mundo que somos un sólido matrimonio. Ya sabes lo que ha estado especulando la prensa sobre nosotros.

Estaba recostado en el sofá, en una postura en absoluto amenazadora. Todo era un poco demasiado perfecto, como estudiado.

—Eres un buen abogado.

—Lo intento, aunque mi especialidad sean las finanzas.

—¿Algo más que debería saber sobre esta fiesta? —indagué tras dar un suspiro suave.

—Sí, mi amigo será el próximo representante del Parlamento de la Cámara de Londres.

Lo que quería decir que la celebración iba a estar llena de políticos y gente importante.

Desvié la mirada hacia el tarro de chocolate blanco. Unas semanas antes, se lo habría tirado a la cabeza, pero ahora… ni siquiera sabía qué quería.

Aunque lo encontraba infinitamente deseable, necesitaba hacerme la fuerte para no tocarlo. No quería volver a sentirme vulnerable nunca más y la última vez que había caído rendida a sus besos, casi me había perdido a mí misma. Además, ¡estábamos en mi oficina!

—Me muero por volver a besarte, ¡por hacerte mía otra vez! —parecía desesperado e inquieto, como si estuviera dopado—. Me estas matando, querida esposa.

—Apolo, no es el momento...

—Ah, eso… —solté el aire que había contenido, sintiéndome más calmada—. Es complicado y le agradecería si ese dato se queda entre nosotros. Mi marido es un personaje público y no quiero que…

—Lo entiendo. Puedes confiar en mí, Sofía… —me sonrió—, con una condición.

Me tensé en el acto.

—¿Cuál? —pregunté con la voz en un hilo.

—Que dejes de llamarme señor Haynes y me tutees. Oírte decir mi apellido me hace sentir mayor.

Escondí mis nervios con una sonrisa y asentí.

—Está bien, señor Hay… Brenton —me corregí tarde—. Será difícil, pero lo intentaré.

—Muy bien, pongámonos a trabajar de una vez. Y Sofía —se detuvo al pasar la puerta—, luces preciosa esta mañana.

Me quedé paralizada desde mi sitio, un poco confundida, pero entonces mi jefe siguió de largo esperando que yo lo siguiera y así lo hice. Tenía muchísimo trabajo por delante.

Sin embargo, la conversación con mi marido y después con mi jefe se me habían quedado en la mente, junto con una pregunta: ¿Qué rayos había acabado de suceder?

****Mmmm, dejen teorías por aquí del jefe****

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