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¡CÁSATE CONMIGO! Tendrás a mi bebé. romance Capítulo 73

Capítulo setenta y tres: Un pacto entre esposos

“Narra Apolo Galanis”

Estuve tirado en una tumbona prácticamente toda la fiesta, charlando con la gente que pasaba a mi lado. Pero, sobre todo, usaba ese sitio para observar a Sofia charlando con los invitados y ayudando a la anfitriona a dar órdenes a los camareros...

Y abrir la pista de baile bajo las estrellas.

Mientras la veía moverse al ritmo de la música con mi padre, su risa haciéndome sentir escalofríos, la decisión de no tocarla empezó a ser insoportable. Hacía tiempo que no la veía tan feliz. Tenía que ser una nueva etapa del embarazo, pensé.

Mi ladino padre iba a poner la mano en su espalda, pero se detuvo, buscando un sitio donde hubiera tela... y yo tuve que contener una carcajada, algo que probablemente nunca me hubiera pasado.

Pasó una hora más hasta que vi a Sofia sola por primera vez, sentada en una silla frente a la piscina. Y mi decisión de no tocarla iba a tomarse una tregua, decidí en el momento. Me merecía por lo menos un baile.

—Creo que soy el único hombre de la fiesta que no ha bailado contigo.

—No me lo has pedido.

De modo que se había dado cuenta... bien. Al menos, me sentía satisfecho de mi comedimiento.

Aunque empezaba a preguntarme durante cuánto tiempo podría ser comedido.

—¿Quieres bailar conmigo? —pregunté entonces—. Prometo comportarme.

“Narra Sofia Galanis”

Tuve que tragar saliva y hacerlo me costó. El auténtico caballero del sur, con un traje de chaqueta azul marino, una conservadora corbata marrón al cuello...

Había muchos hombres vestidos como él en la fiesta, igualmente atractivos y poderosos, pero ninguno de ellos despertaba mi interés como Apolo.

¿Esposos con derecho a roce? ¿De dónde había sacado aquellas palabras?

Tuve tantas ganas de reírme como de esconder mi vergüenza… o en todo caso, la falta de ella.

Apolo me miró, parecía atónito.

—Esta casa está llena de gente —dijo sin expresión alguna en el rostro y yo empecé a sentirme bastante inquieta—. ¿Qué tal si volvemos a la nuestra?

Lo miré muy fijamente, con un innegable brillo de anhelo en los ojos. Estaba segura de que estaba hablando de la mansión Galanis y se había referido a ella como nuestra… ¿Tanto había cambiado mi marido?

—Yo diría que sí —respondí sin dudar, al mismo tiempo que me pegué a su cuerpo y rocé mis labios con su oreja derecha. De repente sentía que estaba ardiendo, quemándome en medio de un incendio—. Sácame de aquí, Apolo.

****A alguien hoy le van a dar como cajón que no cierra.***

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