Entrar Via

¡CÁSATE CONMIGO! Tendrás a mi bebé. romance Capítulo 83

Capítulo ochenta y tres: No tomes decisiones por mí

"Narra Apolo Galanis"

—¿Me estás amenazando? —inquirió iel imbécil de Haynes nsultado, algo que sonó como un bufido.

—Sí —no tuve razón para negarlo, mi mejor carta de intimidación era ser directo.

—¿Cómo te atreves…?

—Y si me sigues mosqueando acabaré con tu galería de pacotilla también —aseguré al interrumpirle.

Entonces, Sofia cerró la puerta dejándonos a los tres a solas otra vez y se volvió para mirarnos a los dos.

—Cállense de una vez. Yo no soy propiedad de nadie y me puedo defender sola —nos espetó, antes de volverse hacia su jefe—. ¿Te importa salir un momento para que pueda hablar con el padre de mi hijo?

Mientras Brenton Haynes salía del despacho, yo parpadeé, sorprendido. Que reconociera oficialmente a nuestro hijo frente a alguien que no fuera de la familia me hizo sentir algo... algo que no había sentido desde que ella había accedido a casarse conmigo.

Y, por primera vez, no quise dejar de pensar en los sentimientos que me embargaban. Al contrario, dejé que la carita de ángel de mi esposa se formase en mi mente hasta que ella misma se plantó delante de mí con cara de pocos amigos.

—Parece que tenías razón: el señor Haynes siente algo por mí. Aunque yo no me había dado cuenta.

—¿Quieres que saque tus cosas ahora mismo?

—No tomes decisiones por mí, Apolo. Si decido marcharme, yo misma guardaré mis cosas.

—¿Vas a quedarte aquí? —exclamé tan sorprendido frustrado—. Tu jefe estaba a punto de besarte...

—Olvidas algo muy importante —me interrumpió Sofia—. Que el señor Haynes no me interesa nada, así que no tienes por qué estar celoso.

De un impulso la agarré por las muñecas.

—Pero quiere acostarse contigo. Esa es razón suficiente.

—También hay mujeres por ahí que quieren acostarse contigo. ¿Qué quieres que haga, que las tire del pelo? Pues claro que no —Sofia se apartó, suspirando—. Necesito que confíes en mí. Ya no soy una adolescente y puedo cuidar de mí misma.

—Estás dándole la vuelta al asunto —insistí con fastidio y frustración. Mi lógica de economista financiero y mis esquemas de diseños arquitectónicos me irían muy bien en aquel momento, pero no era con lógica con lo que estaba pensando—. Mira, no necesitas el dinero precisamente. Tanto tú como el bebé están cubiertos económicamente. Además, anoche decidí invertir en una pequeña empresa a nombre del niño, para que ya nazca teniendo algo suyo propio aparte de mis posesiones y puedo abrir una para ti antes de que termine el día...

—No sigas por ahí, Apolo —me interrumpió ella—. No ha cambiado nada, ¿verdad?

—Yo tenía razón sobre Brenton Haynes. Durante todo este tiempo ha estado enamorado de ti.

—Sí, claro, tienes razón —dijo ella, con los ojos llenos de lágrimas—. Tú siempre tienes razón y yo no soy más que una sentimental que no sabe cuidar de sí misma, ¿es eso?

—Sofia...

—Nunca te has parado a pensar que ya soy mayorcita. Puedo controlar que un hombre se sienta atraído por mí y mantenerlo a distancia.

—Sí, lo estabas haciendo muy bien cuando entré en el despacho —repliqué con una sonrisa sin humor alguno, con tono irónico.

—Si habías querido hacerme daño... —murmuró de pronto con reclamo—, bien, lo has conseguido. Enhorabiena, esposo mío.

Sofia se puso pálida de manera repentina.

—Vete de aquí, Apolo —me dijo, dándose la vuelta, su postura dejando claro que no pensaba seguir hablando conmigo, que quizá no quería saber nada más de él—. Márchate ahora mismo.

***Nos vemos mañana. ¿Quién quiere maratón? Dejen sus comentarios por aquí. Un beso.****

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡CÁSATE CONMIGO! Tendrás a mi bebé.