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¡CÁSATE CONMIGO! Tendrás a mi bebé. romance Capítulo 97

Capítulo noventa y siete: Estás secuestrada

"Narra Creta Paladios"

Miré a la pordiosera embarazada de los pies a la cabeza y entrecerré los ojos.

—Señorita Paladios, ya la dosis anterior está perdiendo su efecto —me informó el sujeto encargado de la vigilancia de Sofía—. ¿Quiere que vuelva a administrarle la droga?

—No —ordené imperativa—. Quiero que la despiertes.

El sujeto tomó un balde de agua helada y estaba a punto de tirarlo encima de la estúpida, pero entonces yo lo detuve de manera repentina.

—¡Espere! —le tomé del brazo. Pensándolo bien, no podía dejar que Sofía me viera. Yo tenía que salir de esto lo más limpia posible para que posteriormente Apolo creyera en mi inocencia, puesto que era obvio que si buscaban culpables a mí me señalarían como la primera—. Hazlo cuando yo me haya marchado. Y no olvides nuestro trato, encárgate de ese engendro. Aquí tienes —saqué de mi bolsillo el paquete que había guardado—. El incentivo que te prometí. El resto lo pasaré por trasferencia. Quiero un trabajo limpio.

—Sí señorita.

"Narra Sofía Galanis"

Me dolía todo. Fue el primer pensamiento que tuve apenas sentí el agua en la cara y pegué un grito por lo fría que estaba.

¿Qué había pasado? ¿Y dónde estaba?

—Abre los ojos, vagabunda —la voz masculina que no reconocí me espabiló del todo y de pronto me entró un miedo que me produjo escalofríos más helados que la propia agua que me habían tirado—. Así me gusta.

—¿Quién es usted? —pregunté asustada de veras, al percatarme de que el tipo tenía la cara cubierta por un pasamontañas—. ¿Dónde estoy? ¡¿Qué me ha hecho?!

—¿No es evidente? —el hombre dejó ver su blanca dentadura—. Estás secuestrada. Alguien quiere sacarla del medio, Señora Galanis y me ha contratado a mí para ello.

—No…

Jadeé aterrada.

—Sí —el sujeto sonrió todavía más—. Y lo primero que vamos a hacer es deshacernos del bastardo —abrí los ojos como una loca y sentí verdadero terror cuando vi la botella que me acercaba al rostro—. Abre la boca.

Negué con la cabeza al tiempo que sellaba mis labios. Primero tendrían que matarme antes de que tratarán de hacerle daño a mi bebé. Mi hija…

—¡Abre la boca, perra barata!

—A solas, por fin —el tipo se acercó a mí mientras yo permanecía atada de pies y manos. Me tocó uno de mis muslos y lo recorrió con la yema de su dedo índice. Un potente escalofrío sacudió mi cuerpo al tiempo que sentí las náuseas en la punta de la lengua herida—. No estás nada mal, zorrita barata, ¿sabías?

—¿Por qué me haces esto? Puedo darte mucho dinero…

—Ahórratelo —me cortó las palabras al mismo tiempo que su dedo ascendía por mis caderas hasta tocarme los pech0s. Volví a sacudirme con violencia en el acto, asqueada a más no poder—. Ninguna fortuna me dará más placer que tener en mis manos a la señora del gran Apolo Galanis. Aquí en Atenas tiene fama de Dios, ¿lo sabías? Y yo vengo del bajo mundo, del Infierno, en donde nos encanta desafiar a los dioses.

—¿Qué vas a hacerme? —pregunté con la voz en un hilo y todo mi cuerpo temblando.

—Primero voy a sacarte ese bastardo de las entrañas —me pellizcó el abdomen, enviando una punzada directa a mi bajo vientre—. Después voy a divertirme en grande contigo… ¿Y quién sabe? —otra vez volvió a reír—. Si te portas bien y me gusta lo que pruebo, puede que te deje vivir para convertirte en mi putita.

La bilis me subió por la garganta y me incliné de inmediato hacia adelante para expulsarla por la boca.

Lo único que me podía mantener lúcida era una única oración:

'¿Dónde estás, Apolo? Encuéntrame rápido por favor.'

****Si ven algún errorcillo por ahí por hoy culpemos a la falta de los lentes. Un beso y hasta mañana. Me han encantado las reseñas. muchas gracias. son preciosas.*****

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