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¡CÁSATE CONMIGO! Tendrás a mi bebé. romance Capítulo 99

Capítulo noventa y nueve: Veinticuatro horas, una eternidad

"Narra Apolo Galanis"

No sólo la vida de mi hija estaba en peligro, sino también la de mi esposa. Sofía estaba en su quinto mes de gestación y un aborto espontáneo en un embarazo tan avanzado ponía en riesgo su vida.

Yo estaba que arañaba las paredes, ya no me quedaban nudillos sanos y dentro de poco se me romperían los dientes de apretarlos tanto.

Ver a mis padres aparecer en la sala de espera me produjo una extraña sensación en el pech0. En otras circunstancias los habría sometido a un interrogatorio de por qué venían juntos y tomados de la mano, pero mi cabeza ya estaba saturada con el estado de Sofía y mi hija.

—¿Cómo pasó esto, Apolo? —preguntó mi padre después de informarse los dos del estado de mi mujer—. ¿Quién en el mundo es tan estúpido como para meterse con alguien de la familia Galanis?

—No lo sé, todavía lo estoy investigando —respondí tratando de contener toda mi rabia. Puede que hubiera recuperado mi calma habitual, pero mi cabeza seguía atormentada por la preocupación—. Pero ten por seguro que lo descubriré, papá. Y entonces, quien quiera que sea, va a lamentar haber nacido.

Mi padre suspiró en tanto mi madre se mantenía callada. Sabía que era lo mejor para ella, porque como estaba mi cerebro se me podía escapar algo que podría lamentar después. Ella no había sido precisamente amable con mi mujer y ahora yo por donde quiera que miraba encontraba solo enemigos. Quería pelearme con el mundo entero.

—Pobre de mi Sofía —se lamentó mi padre—. No puedo evitar sentirme algo culpable.

—¿Y tú por qué? —alcé la vista con el ceño fruncido.

—Porque yo te forcé a este matrimonio, yo metí a Sofía en nuestra familia y la volví un objetivo de agresión. De solo pensar que podemos perder a mi nieta…

Sentí un enorme agujero negro en el pecho, que se llevaba todos mis órganos internos hasta dejarme completamente vacío y a la vez, con una bola de hierro macizo que no podía sostener. De la forma en la que mi padre hablaba y en que mi madre me miraba…tal parecía que los dos estaban listos para aceptar la posible pérdida de mi hija.

—Tú no me obligaste a nada, papá —le dejé claro–. Me casé porque quise, y todavía estoy con ella porque la quiero. De lo único que eres culpable es de haberme empujado a los brazos de la mujer que no quería, pero sí necesitaba.

—No sabes cuánto me alegra escuchar eso —me abrazó por los hombros—. Jamás pensé que llegaría el día en que vería a mí hijo enamorado.

No les iba a pasar nada. ¡No podía pasarles nada a ninguna de las dos!

¿Y si se casualidad Sofía perdía a la bebé…? ¿Cómo nos recuperaríamos de eso? ¿Y si…? ¿Y si ella ya no quería estar más conmigo?

'¡No!', cerré los ojos bloqueando ese tipo de conjeturas. No quería siquiera pensar en ello.

Estuve veinticuatro horas encerrado en aquella jaula que se hacía llamar sala de espera. Veinticuatro horas que me parecieron una eternidad, no solo por la incertidumbre sobre el estado de mi familia, sino también porque no me dejaban pasar a verla.

—Apolo —O' Connor apareció en mi campo de visión junto con el doctor que había atendido a mí mujer en un principio, cuando yo ya estaba a punto de perder los estribos y derribar aquel hospital a gritos y patadas—, puedes respirar más tranquilo. La evolución de Sofía y la bebé en las primeras veinticuatro horas son favorables. Todo parece indicar que ambas se salvarán. Sofía está despierta y puedes ir a verla. Debes tener cuidado con…

No esperé a escuchar el resto, simplemente salí corriendo hacia la habitación en donde estaban ellas.

****Aquí viene el primero. por el momento podemos respirar más tranquilos como dijo O' Connor.*****

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