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Daddy romance Capítulo 4

-¿Está bien, Franchesca ?- el señor Diaz

pregunta y yo lo miro incrédula.

Entonces comienzo a llorar aún más y

lo abrazo. Él me devuelve el abrazo sin dudarlo y acaricia mi brazo

- ven, voy a llevarla a casa- dice y me encamina lentamente hacia un auto lujoso y negro, me abre la puerta del copiloto y me ayuda a ponerme el cinturón de seguridad, se da la vuelta y se introduce en el asiento de piloto.

-¿Qué hacia usted aquí?- pregunto y

él ríe.

-El papá de Robin y yo nos conocemos

desde hace mucho tiempo y me invito

a tomar un trago- dice y comienza a

andar. Asiento y jadeo un poco.

Siento, la mirada del señor Diaz una que otra vez

- ¿Le hizo daño? - pregunta y yo

niego- ¿no la toco, cierto? - pregunta

y yo vuelvo a negar, él suspira-¿lo

conocía?- vuelvo a negar.

-En cuanto llegue me saco a bailar

un rato-confieso y Ignacio asiente.

Entonces le sigue dando.- ¿me podría

dejar en el primero motel que vea?-

pregunto y él me mira confundido.

-¿De qué habla?-pregunta y yo

suspiro.

-Le dije a mi madre que me quedaría

a dormir a casa de Liz, y siempre que

digo eso cierra toda la casa y no traigo

'llave. Y no puedo ir a casa de Liz

porque me preguntaran por ella y no

quiero arruinar su noche- respondo y

él asiente.

-Si sabe que no puedo dejarla en un

motel, ¿cierto? Es muy peligroso- dice

y yo niego.

-Por favor, es la única opción que

tengo-murmuro, y él niega.

-La llevaré a un lugar más seguro-

dice y yo suspiro.

Entonces capto: estuve a punto de ser

violada si no fuese gracias al señor

Diaz.

Jadeo y mis ojos comienzan

a cristalizarse. Sollozo y limpio mis

lagrimas con mi chaqueta antes de que el señor Diaz me vea.

-Puede llorar, Franchesca - murmura.- no

voy a juzgarla- susurra y yo me suelto.

Comienzo a llorar lo más silencioso

posible, pero en realidad me dolía

mi jodido pecho. Estoy jodidamente

asustada; me duele el lado izquierdo

de mi rostro y mis muñecas. Un chico

toco mi culo desnudo y estuvo a punto

de follarme en contra de mi voluntad.

¡Que noche! Entonces el señor Diaz

se estaciona en la cochera de una casa

grande y hermosa. Él se baja y abre la

puerta del copiloto, me ayuda a bajar y me abraza por los hombros hasta llegar a la puerta y abrir con su llave.

-¿Dónde estamos? - pregunto al ver

la joyería y elegancia por todos lados, él cierra la puerta con llave y se deshace de su chaqueta.

-En mi casa-murmura y yo trago

saliva nerviosa.

-No tiene porque hacerlo, señor Diaz - murmuro y él niega

-Hay más de cinco habitaciones en

esta casa y sólo una persona, créame,

no es molestia- dice y yo río por lo

bajo. Suspiro y lo miro, él se acerca a

mi y limpia mis mejillas.- Ire por algo

de ropa para que se vista y pueda

darse una ducha y dormir- susurra y

yo asiento. Entonces sube las escaleras

rápidamente- oh, la cocina esta a la

derecha, puede tomar algo para comer. Sin pena-exclama y yo asiento.

Camino hasta la cocina y abro el

refrigerador, tomo una botella de agua y mi estomago ruge al ver tanta comida.

Pero no tomaría nada que el señor

Diaz no me diera. Comienzo a tomar de mi agua y cierro el refrigerador

- No tengo prendas para mujer, pero

quizás esto le quede bien para dormir

- dice Ignacio con dos prendas en sus

manos: una blanca y una negra.

Sonrío y agradezco tomándolo .- si quiere puede ir tomando una ducha en lo que yo te cocino algo de cenar-susurra, ladeo mi cabeza, entonces asiento-El primero piso a la derecha- agradezco por lo bajo y camino lo que me dijo hasta llegar a un baño grande.

Me introduzco y cierro la puerta.

Me deshago de mis tacones y todas mis prendas y abro la llave a un agua tibia.

Entonces me baño

En cuanto termino seco mi cuerpo con una toalla que encontré en

uno de los cajones y me coloco mi ropa interior roja, un boxer y una camiseta que podría jurar que eran del señor Diaz por el olor que tenían.

Me los coloco y el boxer gracias a Dios era ajustable, pero la camiseta me quedaba gigante. Doblo mi ropa, cuelgo la toalla y enjuago mi rostro.

-Bon-appetite- dice y se sienta en uno

de los bancos.

Yo bajo de un brinco y me siento en otro. El ambiente no era nervioso, tampoco tenso, simplemente

callado.

No me sentía incómoda, ni mucho menos. Simplemente comíamos

como personas civilizadas.

-Está delicioso- lo halago y él sonríe

de lado.

Ambos terminamos nuestros platillos y el silencio permanece.

-Lo siento, señorita Welsch .-el

señor Diaz habla, lo miro confundida.

-¿Porque?- pregunto y él ríe.

-Por lo que acaba de pasar.- Dice y yo

muerdo mi mejilla interior.- Creo que,

me deje llevar por la atmósfera y juro

que no volverá a pasar. Estaba mal, lo

acepto.- admite y yo lo miro.

Me bajo del banco y me acerco a él, entonces vuelvo a besarlo. Él tarda en responder mi beso pero lo hace, sonrío.

-Estamos a mano, ¿no? - pregunto y él

me mira confundido, muerdo mi labio

inferior y lo miro directamente

-Mierda- maldice, se baja del banco

y me besa de nuevo. Yo no dudo en seguirle el beso.

Él me toma de la cintura y me sube hasta la suya. Enredo mis piernas en su cadera y sigo besándolo.

Sus manos estaban en mis muslos

- ¿Puedo tomarla del culo? - pregunta y eso me causo risa internamente y yo asiento.

Entonces sus manos se posicionan en mi culo y aprietan este un poco. Río y él sonríe al igual que yo. El señor Diaz sube las escaleras como si nada y se mete a la primera habitación que ve.

Nos tumba a ambos en la cama y sigue besándome. Sus besos bajas a mi

cuello y sube mi blusa un poco, pero yo lo detengo. Él me mira confundido,

-¿Te importa si lo dejamos hasta los

besos? - pregunté él traga saliva y

asiente.

Entonces vuelve a besarme pero esta vez más lento. Paso mis manos por su cuello y enredo mis dedos en su cabello

-¿Puedo tocar su pecho por debajo de

la camisa pero por encima de tu sostén?.- Pregunta entre besos, me causa gracia que sea tan caballero, pero se agradece y yo asiento.

Entonces eso hace, pasa una de sus manos por abajo de la camisa y acaricia mis senos. Gimo y yo comienzo a besar su cuello. El gruñe y para.

Muerdo mi labio inferior y lo miro

- ¿te arrepientes de esto? - pregunta y yo niego inmediatamente, el sonríe.- bien.

Entonces se levanta y camina hasta

llegar al baño, me siento en la cama y

tallo mis ojos.

Bien Franchesca , te acabas de fajar a tu

profesor de Ética. ¡Pero que ironia!

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