Paulina le lanzó a Griselda una mirada que llevaba un trasfondo difícil de descifrar, pero en el fondo estaba satisfecha con ella.
—Eres muy lista, sabes perfectamente lo que quieres.
Griselda soltó una sonrisa tranquila.
—Solo quiero asegurarme de que no haya ningún error.
—Solo tienes que citarla. Haz como si ni siquiera nos conociéramos y nunca nos hubiéramos visto. Mi gente se encargará de llevársela. Lo que le hagan después ya no es asunto tuyo.
En este mundo, si buscas beneficios, tienes que dejar tu conciencia a un lado.
Griselda mantuvo su sonrisa de siempre.
—¿Y si... a Fabiola le pasa algo? ¿Eso podría salpicarme a mí?
—Nadie sabrá que fuiste tú —Paulina respondió con un tono seco.
—La verdad me preocupa... —Griselda fingió asustarse.
—Así funcionan las reglas del juego aquí. El fuerte devora al débil. No tienes por qué temer ni angustiarte. Solo preocúpate por recibir la ganancia que mereces —Paulina habló con ese aire de superioridad que tanto la caracterizaba.
Griselda se tomó un momento antes de replicar:
—Señorita Barrera, esto... necesito pensarlo. ¿Qué condiciones podría ofrecerme para considerarlo? Así lo tomo en cuenta.
Griselda era astuta; quería que Paulina dijera las condiciones de su propia boca.
—Nosotros, el Grupo Barrera, podemos firmar un acuerdo de apoyo estratégico contigo. Todos los proyectos relacionados con alimentos usarán productos de tu empresa. Incluso si tienen que ver con agricultura o ganadería, podemos apoyarlos.
Había que admitirlo, la oferta de Paulina era muy generosa.
Griselda lo pensó un poco, luego asintió con una sonrisa.
—Muy bien, señorita Barrera, voy a considerar con seriedad sus condiciones.
Paulina asintió, dejó su tarjeta de presentación con ese aire de altivez y se marchó.
Ya había investigado a Griselda. A través de sus compañeros de trabajo, sabía que era una persona completamente movida por intereses; siempre buscaba acercarse a gente poderosa en los vuelos, había salido con varios novios y ahora tenía puesto el ojo en Agustín.
¿Alguien que se arrima a Fabiola solo para acercarse a Agustín iba a dudar? Claro que no, todo lo hacía por sacar mayor provecho.
Después de que Paulina se retiró, Griselda se quedó sentada en la cama, mirando la tarjeta y pensando.


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