—Sergio solo eligió casarse por interés, pero esa mujer… ella sí lo hizo por amor —Agustín soltó una risa amarga—.
Un obsesionado con el amor y otra sin conciencia, ¿cómo iba a salir bien un matrimonio así? Era imposible que no acabaran perdiendo la cabeza.
—Sergio siempre fue un donjuán, tenía mil trucos para enamorar a cualquier mujer y rápido lograba que se le entregaran. Pero esa mujer, criada en cuna de oro y acostumbrada a que nadie le negara nada, no soportaba ni el más mínimo desdén. Antes de casarse, Sergio, siguiendo las órdenes del viejo, gastó varios millones en comprarle una joya familiar como regalo, la trató como a una reina… la puso en un pedestal tan alto que luego todo se vino abajo.
Cuando se casaron, Sergio cambió. En realidad, no es que haya cambiado, solo se mostró tal cual era.
Sergio era flojo, glotón, nunca le gustó trabajar y no tenía talento para nada. Hasta en la empresa solo iba a perder el tiempo, sin aportar nada útil.
Todo el Grupo Lucero sobrevivía gracias al viejo.
—Después, tu abuelo cayó gravemente enfermo y un socio en quien confiaba lo traicionó, provocando un hueco enorme en las finanzas. Ese imbécil de Sergio, manipulado, firmó un contrato que prácticamente hundió para siempre al Grupo Lucero. No solo tocaron fondo, sino que llegaron a perder cientos de millones de pesos.
La voz de Agustín sonaba apagada, casi ronca.
—Cuando se dio cuenta de la estupidez que había hecho, Sergio ni siquiera pensó en corregirse, lo único que quiso fue huir. El viejo lo golpeó y le cortó todos los gastos, lo obligó a enfrentar las deudas solo. Pero ese tipo, que nunca asumió ninguna responsabilidad, se le ocurrió otra cosa… usar a su esposa y a la familia de ella. Empezó a manipularla, a sacarle hasta el último peso, se enganchó con las apuestas, convencido de que con un millón podía recuperar cientos de millones. Ni siquiera le importó que ella le rogara, igual terminó llevándose las reliquias familiares que le habían dejado sus papás y las empeñó…
Al final, la mujer descubrió el verdadero rostro de Sergio y pidió el divorcio. Él no quiso, pero tampoco tenía dinero.
—Cuando el viejo se enteró de todo, explotó y Sergio fue expulsado de la familia Lucero.
—Pero él tenía deudas de juego… ¿tú crees que los del casino lo iban a perdonar? Lo secuestraron, lo obligaron a pedirle dinero al viejo y a la mujer. Ella ya no tenía nada, así que intentaron que Sergio la engañara para sacarla de su casa. No hay que olvidar que la esposa de Sergio era conocida como la mujer más bella de Ciudad de la Luna Creciente.
Cuando Agustín llegó a esa parte, todo su cuerpo parecía estar bajo una nube oscura.

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