Florecer en Cenizas romance Capítulo 35

Fabiola se quedó quieta, sin entender por qué Agustín estaba ahí, ni mucho menos… por qué parecía enojado.

—Señor Agustín… ¿qué hace… usted aquí…?

Agustín respiró hondo, intentando calmarse.

—Mi asistente estaba viendo transmisiones en vivo y te vio. Por suerte todavía no salía de Costa Esmeralda.

Ese día, Agustín tenía planeado regresar con su abuelo a Ciudad de la Luna Creciente. Pero en el camino, su asistente vio la transmisión y lo alertó. Ni él mismo entendía por qué terminaba metiéndose en estos líos. Bien pudo mandar a su asistente, pero en vez de eso, fue él mismo.

—Gracias —murmuró Fabiola, bajando la vista.

—¿No decías antes que no tenías manera de defenderte? ¿Por qué ahora te arriesgas así? —le soltó Agustín, arrugando la frente con preocupación.

—Esta vez sí tengo con qué… —Fabiola sonrió, aunque al hacerlo sintió el tirón de las heridas en su cara.

Ahora sí tenía con qué jugarse todo. Si salía mal, daba igual. Al menos no arrastraría al orfanato con ella.

—No se preocupe por mí, señor Agustín. Yo no soy… una buena persona —la sonrisa de Fabiola se quebraba en el dolor, el rostro hinchado y la piel marcada, pero aun así era difícil apartar la mirada de ella.

Había que admitirlo: era una mujer que atrapaba miradas, de esas que hacen que cualquier tipo pierda la cabeza a primera vista.

—Ya me adelanté y hablé con el señor Carlos. Él aparecerá en el momento exacto. Martina será acusada de privación ilegal de la libertad, y Benjamín por violencia, maltrato y abuso… Lo van a procesar, tendrá que ir a la cárcel —la voz de Fabiola sonó aliviada, como si hasta el sol que entraba por la ventana se hubiera vuelto más cálido.

Por fin, uno menos.

—Eres demasiado ingenua… —Agustín suspiró y negó con la cabeza.

En el fondo, Fabiola seguía siendo ingenua. ¿De verdad creía que así Benjamín terminaría tras las rejas? Si la familia Gallegos y Sebastián querían protegerlo, bastaba con mover sus contactos. Aunque la transmisión en vivo hubiera causado revuelo, la memoria de los usuarios no dura mucho.

Fabiola se quedó mirando a Agustín, dudando. ¿Después de todo lo que había hecho, ni así le daría una lección a Benjamín?

—Lo que quiero decir es… ¿y si él te hubiera matado? ¿O si lograba hacerte daño? ¿Realmente valió la pena el precio que pagaste comparado con el castigo que él recibirá? —la voz de Agustín se suavizó, notando la confusión y el temor en los ojos de Fabiola.

Ella negó, bajando la cabeza.

Sí valía la pena…

—Descansa. En un rato vendrán los policías para tomar tu declaración —Agustín se levantó y salió de la habitación.

—Gracias, señor Agustín —Fabiola lo miró con gratitud. Al fin y al cabo, no eran tan cercanos.

Al llegar a la puerta, Agustín se detuvo un instante, pero no dijo nada. Simplemente salió.

—Nunca debí dejarte hacer esto…

—Las pruebas contra Benjamín son contundentes. Además, el Club Bahía Privada fue cerrado provisionalmente porque Benjamín estaba relacionado con drogas. Se lo buscó solo —Carlos apretó la mandíbula.

Fabiola por fin sintió que podía respirar. Ahora sí, Benjamín pagaría por todo lo que hizo.

—Pero prepárate… La familia Benítez y la familia Gallegos hablaron con nuestro jefe. Seguramente vendrán a verte. Quieren que retires la denuncia y te arregles por fuera. Lo que decidas… es tu elección —Carlos dudó un momento antes de continuar—. Si con esto pudieras conseguir la beca para irte a estudiar al extranjero…

—No lo voy a aceptar. Esa beca ya era mía desde antes. Lo que quiero es que Benjamín reciba el castigo que merece… no intercambiar mi sacrificio por mi lugar —Fabiola negó con la cabeza, firme.

Carlos abrió la boca para decir algo más, pero en ese momento, Sebastián entró con miembros de la familia Gallegos.

Martina, acusada de privación ilegal de la libertad, también estaba detenida en ese momento.

Fabiola podía imaginar perfectamente lo nervioso que debía estar Sebastián…

Tal cual lo esperaba, en cuanto Sebastián cruzó la puerta, soltó:

—¡Fabiola, retira la denuncia ahora!