Esto era el “gran descubrimiento” que Fabiola y Griselda habían sacado tras tres clases de intenso análisis.
…
—…
A Agustín le costaba procesar lo que acababa de oír. Tragó aire, tratando de mantener la compostura, pero al final no pudo y terminó soltando una carcajada.
—¿Él? ¿Fabián? ¿Le gusto yo?
Eso era, sin duda, lo más chistoso que había escuchado en toda su vida.
—Fabiola, de verdad, creo que te estás armando una novela en la cabeza —dijo Agustín, luchando por no reírse otra vez.
—¡Y ahí sigues burlándote! ¿No crecieron juntos tú y Fabián? Él siempre te trata diferente. Aunque en público parece que te está pisoteando, a escondidas te termina echando la mano. ¿Qué significa eso? Ese tipo dice una cosa, pero en el fondo siente otra —Fabiola expuso sus conclusiones con total seguridad—. Por eso se hace el que quiere quitarme de tu lado, pero todo es un teatro. En realidad, lo que busca es separarte de mí.
Fabiola tenía clarísimo que Fabián no sentía nada por ella. Entonces, ¿por qué fingía querer quitársela a Agustín? La respuesta era demasiado obvia: ¡Fabián estaba enamorado de Agustín!
…
Agustín se quedó sin palabras, sin saber cómo explicar semejante disparate.
Eso… no tenía ni pies ni cabeza.
—Por eso tienes que mantenerte lejos de ese tipo —Fabiola le apretó el brazo, convencida.
Agustín solo pudo asentir con resignación.
…
Cuando por fin llegaron a la entrada de su casa, se toparon con Sebastián, recargado despreocupadamente contra su carro.
Al instante, Fabiola se puso en guardia. ¿Ahora qué quería este?
—Sebastián, ya te lo he dejado clarísimo. Lo nuestro terminó hace mucho. Agustín y yo estamos casados. Te pido que dejes de aparecerte y dejes de molestarnos —Fabiola se plantó delante de Agustín, protectora y molesta.

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