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Florecer en Cenizas romance Capítulo 55

Los dedos de Fabiola se sentían un poco rígidos, era la primera vez que alguien la tomaba de la mano con tanta cercanía.

Había estado con Sebastián durante cuatro años, y él nunca la había tomado de la mano en público. Incluso en casa, apenas si le sujetaba la muñeca un instante.

Fabiola siempre pensó que tomarse de la mano era algo muy íntimo.

Quizá Agustín solo lo hacía para que el personal del ayuntamiento los viera... Al menos eso intentaba decirse para tranquilizarse.

La mano de Agustín era grande y cálida; al dejarse guiar por él, Fabiola experimentó una extraña sensación de seguridad.

Al mirar la espalda de Agustín, Fabiola sintió algo raro... una sensación de familiaridad imposible de explicar.

Después de todo, solo se habían visto unas cuantas veces.

Todo el trámite de la boda resultó sencillo; en poco tiempo ya tenían el acta de matrimonio entre sus manos.

Fabiola nunca se había imaginado casándose. Sabía perfectamente que Sebastián jamás le pediría matrimonio.

Pero la vida es así de extraña. Terminó casada y, para colmo, con uno de los grandes de la alta sociedad de Ciudad de la Luna Creciente... a quien apenas conocía.

Al mirar el acta de matrimonio entre sus dedos, Fabiola soltó una carcajada incrédula.

Agustín la observó y, al ver su sonrisa, también dejó entrever una ligera expresión de alegría.

—Déjame guardar esto yo —dijo Agustín, tomando el acta de matrimonio de las manos de Fabiola.

Fabiola levantó la mirada hacia él y asintió.

—Agustín, ¿no tienes que trabajar hoy?

Agustín, sin soltarla, la condujo hacia la salida.

—No, hoy no. Te voy a llevar de compras.

Fabiola se quedó helada, mirando su mano enlazada con la de él... ¿Así debía actuar una pareja por contrato? ¿Como si fueran esposos de verdad?

—¿De compras? —preguntó ya sentada en el carro, cayendo en la cuenta.

—Aunque sólo sea un matrimonio por contrato, para el abuelo es un matrimonio real. Si después de casarnos no te compro nada, seguro se va a enojar —explicó Agustín.

Fabiola se apresuró a responder:

—Si el abuelo pregunta, le digo que ya me compraste todo.

Agustín no dijo nada.

Fabiola pensó que quizá había metido la pata y decidió guardar silencio. Al final, el que tenía el dinero podía hacer lo que quisiera.

...

El tráfico rumbo al centro comercial era pesado. Un carro se les metió de repente y el conductor frenó bruscamente. Instintivamente, Agustín protegió a Fabiola con el brazo y preguntó, en tono grave:

—¿Te asustaste?

Fabiola, envuelta en su abrazo, escuchó con claridad el latido de su corazón.

Capítulo 55 1

Capítulo 55 2

Capítulo 55 3

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