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30 Días Antes del Divorcio: ¡Estoy Embarazada! romance Capítulo 3

JULIA RODRÍGUEZ

Intentaba arreglarlo todo, pero era tan difícil cuando se tiene el coraje bien clavado en el corazón, sientes que lo infla como un globo y te comienza a asfixiar. Deseaba gritar, arrojar la computadora al piso y salir de ese maldito edificio dejando un camino de caos y destrucción detrás de mí, pero ahí estaba, sentadita y tecleando con rapidez, mientras mi aún esposo y su amor de la infancia seguían encerrados en su oficina, tal vez recordando viejos tiempos.

—¡Dios! —saqué con un suspiro antes de apoyar mi frente en las manos. Necesitaba aire.

Entonces la puerta de la oficina se abrió, presagiando más humillación.

—Matt… sabes que he estado fuera del país por muchos años y prácticamente no conozco a nadie —dijo Sharon con esa voz infantil, no, más bien de retrasada, esa que como mujer te revuelve el estómago, pero que parece tener cierto encanto con los hombres—, y quiero ir de compras, pero no sola.

Torcí los ojos y me mantuve en completo silencio, conteniéndome, presionando las teclas con más fuerza que de costumbre, mientras intentaba leer las palabras en el monitor, pero estaba tan furiosa que era como si se me hubiera olvidado el idioma.

—No puedo acompañarte, tengo mucho trabajo —contestó Matthew tranquilamente, como quien le niega un dulce a un niño, con las manos escondidas en sus bolsillos mientras la resbalosa no dejaba de jugar con su corbata.

—Entiendo… —soltó con un puchero y cuando su mirada se posó en mí, mi cuerpo se congeló—. ¿Puedo llevarme a tu secretaria?

Su petición hizo que mis manos cayeran pesadas sobre el teclado. Volteé lentamente intentando sostener una sonrisa tan rígida como una viga de acero.

—¡Por favor! —exclamó Sharon dando saltitos como la rubia retrasada que era. Tanto peróxido de seguro le había afectado las neuronas—. Así nos volveremos mejores amigas. ¿No crees, July?

—«Julia» —la corregí.

—Aquí eres July —agregó con una sonrisa juguetona que escondía su veneno—. Ya no estás en tu «pueblo».

—Dije que soy Julia —debatí intentando tragarme cada grosería que se estaba formando en mi paladar y manteniendo esa sonrisa tiesa e incómoda.

—Julia, haz lo que Sharon te pida. Ve con ella de compras y haz que se divierta. Quiero que su primer día aquí sea agradable para que no quiera volver a irse —agregó Matthew con apatía e indiferencia—. ¿Entendiste? No quiero problemas.

Sostuve su mirada por un fragmento de segundo, intentando encontrar en sus ojos algún vestigio de bondad o consideración, pero estaban tan vacíos y carentes de alma como siempre que los dirigía hacia mí.

—Sí, señor Grayson —contesté con resignación.

—¡Super! Iremos en mi auto —agregó Sharon comenzando a andar—. No me imagino la clase de chatarra que debes de manejar.

Cuando iba a comenzar a arrastrar los pies detrás de ella, la mano de Matthew me tomó con firmeza del brazo, atrayéndome hacia él lo suficiente para que pudiera sentir su aliento en mi oído.

—Cómprate algo de lencería linda para esta noche, usa mi tarjeta, y olvídate del divorcio, no pasará —susurró en mi oído, con esa voz cargada de deseo que me erizaba la piel. Olfateó mi cabello con disimulo antes de soltarme e ignorarme como siempre.

Capítulo 3: Quiérete tantito 1

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