El Rey Lycan y su Oscura Tentación romance Capítulo 36

VALERIA

— ¿Por qué no? ¿Tienes miedo de que alguien se dé cuenta de que eres un tramposo? ¡Mira esta doncella tan seria, ella sabrá muy bien elegir al más guapo!, ¿verdad que sí linda? – me tiró el brazo por los hombros y me congelé por completo.

Obviamente, lo de linda era para comprar mi favoritismo.

Iba a alejarme como sea, pero en eso.

— ¡¡Pero qué caraj…!! ¿Se… Señor? – su voz temblaba y yo me quería escurrir por entre las tablas del suelo.

Su brazo fue quitado bruscamente de encima de mis hombros y un quejido de dolor salió de los labios del guardián, aunque intentó disimularlo.

— Vuelves a tocar con tanta confianza a mi doncella, Dave, y te corto el brazo – la voz fría de Aldric resonó muy cerca, haciendo que todos los cabellos de mi cuerpo se pusieran de punta.

— ¿Su… su doncella? Por la Diosa me he vuelto loco de remate, yo no sabía señor, si no, nunca hubiese sido tan atrevido – balbuceó.

— Doncella Dave, perdone al Guardián Valeria… digo, ¡maldición!, que me disculpes a mí, al Guardián Dave…

— Pft, si le pides matrimonio así a tu mate te van a patear el trasero Dave – unas risas reprimidas se escucharon desde las sombras y burlas al pobre joven lycan que ya me estaba dando hasta lástima.

Giré mi cabeza hacia ahí, observando tres siluetas, parecía el Guardián Quinn, la mujer que siempre lo acompañaba y otro lycan pelinegro que tampoco conocía y se reía de lo lindo.

Parece que Aldric igual se sentaba con ellos, por eso no lo había notado al llegar.

— Su majestad, disculpe la interrupción, vine a traerle esta misiva – me giré inclinándome con respeto y sacando la carta de mi bolsillo para dársela.

Pensé ver la cara súper enojada del lobo feroz, pero la verdad era que se veía relajado, a diferencia del tal Dave, que las gotas de sudor le rodaban por la sien.

— Nunca interrumpes, ven, de verdad nos hacía falta una jueza – me dice tomándome por sorpresa y estirando la mano para agarrar la mía, halándome hacia los asientos en primera fila.

— ¿Viste?, hasta el Rey estuvo de acuerdo en que su persona decidiera - escuché la voz de la “doncella Dave” diciéndole al lycan calvo.

— Tú lo que nos has metido a todos en problemas, luego vamos a ajustar cuentas…

— Ahora siéntate aquí y decidirás quién es el lycan más fuerte de todos – Aldric me hace sentarme y acerca su rostro al mío.

Está vestido de negro, con los fuertes brazos afuera y su cabello rojizo, la mitad recogido de manera sexy.

— Recuerda muy bien quién te dará placer cuando la mariposa Aurum pida a un macho que la satisfaga.

Me susurra en el oído bien bajo, arrastrando las palabras y un cosquilleo revolotea en mi vientre.

Es obvio que ya tenemos a un ganador. Soy una jueza corrupta comprada con sexo.

Se separa observándome con esos ojos grises intensos llenos de seducción y se gira caminando con ímpetu.

— Todos levántense, menos Celine, lucharemos un cuatro contra uno y el ganador, puede pedirle la recompensa que desee a mi doncella – le dice encendiendo el fuego de la lucha.

¡¿Espera?! ¡¿Por qué rayos tengo que darles yo una recompensa?!

Como siempre, el Rey hizo lo que le dio la gana, pero me pareció muy interesante observar la batalla que iban a ejecutar.

¡Era de locos! Aldric en el medio, rodeado de esos cuatro enormes, súper fuertes y letales hombres.

Sé que es muy poderoso, pero ¿tanto así?

Este hombre, tenía un poder aterrorizarte y algo me decía que solo estaba jugando, ni siquiera sacó a su bestia.

— Espero que nunca lo olvides. Caballeros, terminó el entrenamiento, regresen a hacer sus cosas - asintió complacido hacia mí y luego les habló brusco a los demás.

Desaparecieron como ratas huyendo de un gato.

Dave hizo un berrinche y se subió a la fuerza sobre la espalda del musculoso calvo para ser llevado.

El otro pelinegro, le daba palmadas en el culo diciéndole que por su culpa el Rey los había madurado.

Me pareció tan curioso verlos así, de esta manera tan relajada y comprendí, que a veces los rumores no son verdaderos del todo.

Son hombres rudos y letales, sí, pero también de carne y hueso, tienen una vida y personalidades únicas.

Aman, odian, tienen sueños, metas y no siempre andan por ahí, solo asesinando a quien se les pase por delante.

La presencia intimidante del más fiero de todos, se paró frente a mi cuerpo, tapándome la luz de la lámpara.

Se inclinó sobre el asiento, apoyando sus dos manos sobre el reposabrazos e inclinándose hacia delante para acorralarme, invadiendo todo mi espacio personal.

Tuve que subir la cabeza para que mi mirada se entrelazara con la suya.

— He ganado Valeria ¿Qué me vas a dar de recompensa?

¿Recompensa? ¡¡Me había olvidado de la maldit4 recompensa!!

Abrí solo un poco mis labios para responderle y lo que recibí, fue un delicioso beso de la boca de mi jefe, el Rey Lycan.