Resumo do capítulo 049. LA ASTUCIA DEL REY do livro El Rey Lycan y su Oscura Tentación de GoodNovel
Descubra os acontecimentos mais importantes de 049. LA ASTUCIA DEL REY, um capítulo repleto de surpresas no consagrado romance El Rey Lycan y su Oscura Tentación. Com a escrita envolvente de GoodNovel, esta obra-prima do gênero Hombre-lobo continua a emocionar e surpreender a cada página.
VALERIA
— ¡Elena, cállate ya la boca y acompaña al mozo que lleve a Edward a su habitación para descansar! ¡Michael, ve a buscar el médico de una vez y hablaremos después tú y yo! – el Alfa empieza a ladrar órdenes.
Me quedo en silencio detrás de Aldric con el ceño fruncido, nada más puedo hacer.
Presencio como se llevan al cachorro con más color en las mejillas y sin sangrar, lo cual me tranquiliza.
Al parecer fui la única que presenció la maldad de ese hombre contra su hermano y no soy quién para meterme en sus asuntos familiares.
De verdad espero haberlo malinterpretado.
— Su majestad que vergüenza esta bienvenida. Le pido una disculpa a usted y a su doncella, mi hijo menor nació con una deficiencia en las piernas muy rara en nuestra raza y él no puede caminar bien.
— Aun así, es muy travieso y siempre nos pone en aprietos. Él se va a recuperar, no se preocupe señorita - el Alfa sigue disculpándose e inclinándose frente al Rey.
Solo por su alteza es que no me han llamado metida chismosa directamente.
— Valeria – reacciono levantando la cabeza para enfrentar los ojos grises de Aldric - ¿deseas que nos quedemos en una posada?, ¿te sientes más cómoda en otro sitio?
Me quedo asombrada ante su pregunta, eso es hacerle un desaire en la cara al Alfa solo por mi comodidad.
Mi mirada va más allá y el Señor Garret me está observando con los ojos muy abiertos, sin poderse creer que una simple sirvienta pueda echar por tierra todas las cosas que ha preparado para lamerle las botas a Aldric.
Su rostro cambia a uno de súplica.
— Ojos en mi Valeria, olvídate de los demás, dime, ni siquiera han bajado por completo el equipaje – Aldric me presiona inflexible.
— Señorita Valeria, en la mansión estarán más cómodos que en una posada, le preparamos una habitación muy amplia con su bañera privada y todo – el Alfa me está sobornando descaradamente y recuerdo muy bien lo que sucedió en la posada anterior.
El Rey se las ingenió para que compartiéramos cuarto, aunque luego, al irnos, me enteré que desde la tarde de nuestra llegada, se habían desocupado otras habitaciones.
Aldric espera pacientemente, con los brazos cruzados sobre el pecho, si no lo conociera bien, incluso me conmovería.
“Sé muy bien que está tramando lo mismo su majestad”.
— Mejor nos quedamos, no quiero que el Señor haga un desaire a los anfitriones por mi causa – le devuelvo la mirada a esos ojos grises astutos que me observan profundamente.
“Esta vez no, Rey Aldric, no dejaré que me juegues la misma carta”
Pienso orgullosa de mi ingenio.
Aldric se adelanta primero con él.
— Espere, esas son mis cosas, puede dejarlas en el pasillo – le indico a uno de los empleados.
— Lo lamento, me ordenaron entrar todo aquí, su habitación está al lado de su majestad – me responde y me asombro.
Busco nuevamente por la pared, pero no, no hay otra puerta en el pasillo, solo la de entrada al cuarto de Aldric.
Algo aquí me huele muy mal.
Paso enseguida para escuchar el recorrido del Alfa.
— ¿Está satisfecho con los arreglos, su majestad? – le pregunta a Aldric que en realidad tiene el rostro bien complacido.
— Sí, muy satisfecho, debo decir – asiente.
— Disculpe Alfa, ¿dónde voy a dormir yo? – las malas premoniciones acumulándose en mi corazón.
— Claro, Srta. Valeria, venga por aquí – me indica y abre con esfuerzo una puerta de madera corredera para llevarme en realidad a otra habitación más pequeña.
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